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Casa del arte alemán

Haus der Deutschen Kunst
  • 1932 - 1939
  •  
  • TROOST, Paul Ludwig
  •  
  • Munich
  • Alemania
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CURTIS William. J. La arquitectura moderna desde 1900. Edit. Phaidon. Hong Kong, 2006.


Págs. 351-369“Las críticas totalitarias al Movimiento Moderno” 


Troost había sido miembro del partido nazi desde 1924 y su amor por el clasicismo simplificado pero tradicional hacía de él el hombre ideal para expresar las aspiraciones del Führer a una arquitectura 'comunitaria' monumental que ensalzase la disciplina, el orden y la fuerza del nuevo estado. Tanto el mecenas como el arquitecto élites alemanas, incluyendo-dicho sea de paso- esa élite de la percepción: la vanguardia. Su patronazgo era idealmente apropiado para la producción de una cultura efímera y banal que pasaba de lo sublime a lo vulgar, y con una profundidad poco duradera; y en eso se convirtió compartían el amor por Schinkel y la intuición de un supuesto vínculo entre la cultura griega y la teutónica. Así pues, no resultaba anómalo que la Haus der deutsche Kunst ('Casa del arte alemán') en la Prinzregentenstrasse de Múnich (1934–1936) tuviese un orden dórico desornamentado, un ático bajo y horizontal, y unas líneas nítidas pero limpias. Troost murió en 1934 y su lugar fue ocupado por un joven llamado Albert Speer.


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RIVERA, David., La otra arquitectura moderna.Expresionistas, metafísicos y clasicistas. 1919 - 1959.  Edit. Reventé. Barcelona, 2017.


Págs. 267 – 303.“La arquitectura del nazismo”. 


Algo parecido cabe concluir respecto a la otra obra importante proyectada por Troost durante la época nacionalista, la Haus der Deutschen Kunst (‘Casa del arte aleman’, 1933-1937), un encargo de Hitler que puede considerarse el primer modelo operativo de la arquitectura oficial de los nazis. En el interior, puntillosamente clásico, una gran sala flanqueada por columnas, perpendicular a la fachada, aparece simétricamente rodeada de otras salas de exposición organizadas a su vez de manera jerárquica y cerrada. El exterior se presenta como una envolvente continua y almohadillada que se escalona en las esquinas frontales, y cuya continuidad queda resaltado por un friso plano e ininterrumpido que corona todo el edifico. La columnata que marca la entrada principal -dórica, escueta y cerrada por dos pilares a la manera de Schinkel desemboca en los escalonamientos de las esquinas sin solución de continuidad, y sostiene en su recurso el mismo friso que corre por todo el edifico mas allá del pilar de cierre. El efecto es sorprendentemente dinámico, pues la columnata parece deslizarse visualmente y trazar un plano perforado que se interrumpe sólo indicativamente, pero continua de modo ideal. Este plano se superpone a los otros (los retranqueos de esquina que indican diferentes volúmenes interiores) y se interesa (idealmente) con el de la fachada perpendicular. Puesto que la columnata y la fachada lateral nunca llegan a encontrarse -pues están separadas por las esquinas sucesivamente retranqueada-, da la impresión de que el edificio está aun definiéndose en su juego con el espacio urbano, impresiona reforzada, de nuevo, por los quiebros del friso superior. La modernidad del lenguaje y la composición de la Haus der Deutschen Kunst  se ha difuminado del todo en los enfoques adoptados por la historiografía. Sin embargo, Barbara Miller Lane ha visto con claridad que <>. El clasicismo de Troost es austero, desnudo y lógico, y llevo a cada elemento formal o de composición volumétrica hasta su exacta conclusión natural. Que este edificio tan refinado pueda verse como <> parece mas bien algo relacionado con su nefanda historia posterior (aquí se presentó al publico la infame exposición de ‘arte degenerado’ en 1937), y con la naturaleza política del cliente, puesto que ese tipo de juicios no suelen emitirse ante resultados formales similares obtenidos en otros lugares.


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