Parte del programa de renovación de mercados que emprendió el ayuntamiento de la Ciudad de México a principios de los años cincuenta, fue la planificación de esta central de abastos construida en una superficie de 55.000 m2. Desde tiempos del virreinato, el ingreso a la ciudad de legumbres, verduras, flores y frutas, se había hecho por la zona tradicionalmente denominada "Jamaica", en el sector sureste aledaño al viejo centro histórico. La decisión de las autoridades fue continuar con la tradición de la zona y sólo proceder a una renovación de las instalaciones. Las membranas de hormigón armado de Candela se presentaban de la mejor manera para resolver el tema arquitectónico; construir soperficies que permitiesen crear espacios al aire libre, pero protegidos de la lluvia y el sol; al mismo tiempo, dar acceso a los camiones (140 en cada andén) que trasladaban la mercancía fresca, permitiendo también el deplazamiento por áreas exclusivas tanto de los clientes como de los encargados de los puntos de venta. 

Candela decidió proyectar dos hileras de 12 hypars tipo paraguas, cada uno de 18x18 m. A fin de evitar la desviación de los bordes de los paraguas, se incrementño ligeramente la curvatura de los paraboloides hyperbólicos mediante la partición de 8 tímpanos. De esta manera, y de acuerdo con el pensamiento arquitectónico de Candela, se ofrecía una solución a la forma usando la geometría, antes que  tratar de incrementar la densidad de material o alojar vigas, tensores o algún otro tipo de elemento adicional. La visión del conjunto del mercado ofrece una impresión contradictoria y quizá poco usual para la costubre óptica; una cubierta inmensa con la mivilidad aparente que le confieren los paraguas, al mismo tiepo que se tiene la seguridad de saber que existe una protección sólida de cubierta pese a la aucencia total de muros. Si en algún momento del siglo XX el pensamiento arquitectónico encontró como aniquilar la caja de muros, fue con las cubiertas de Candela. 

Enrique X. DE ANDA ALANÍS