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En muchos aspectos, este es el encargo más prestigioso otorgado a un arquitecto estadounidense en el último cuarto del siglo XX. Situado en un espectacular solar entre colinas de 44.5 ha, cerca de la zona de Brentwood, en Los Angeles, se trata de un complejo formado por seis edificios con un total de 88.000 m2 que agrupan todas las actividades del Getty Trust, incluyendo un museo.


El propio Richard Meier ha comparado en osasiones el centro con una localidad italiana sobre un cerro, y el uso del marmol travertino agrietado sin pulir en gran parte del revestimiento le da al conjunto un carácter mucho más cálido o mediterráneo que  los edificios totalmente blancos por los que Meier es más conocido. La imagen mediterránea es también adecuada para la circulación existente entre los diversos edificios: los patios con flores y las pasarelas abiertas dotan al conjunto de una atmósfera agradable que difiere de la precisión más bien matemática característica de la obra de Meier. Ese efecto es también debido al clima de la California meridional, benigno para la vegetación y con abundante y cálida luz solar. Una nota inesperada se añade también en el interior del museo, en el que Thierry Despont se encargó de dar un marcado aire tradivional a las galerías. "Mentalmente veo una etructura clásica, elegante y atemporal, emergiendo serena e ideal de la escarpada ladera de la colina, una especie de estructura aristotélica en medio del paisaje", declaraba el arquitecto hace unos años. Y es que no cabe duda que en el centro Getty prevalece esta imagen clásica a pesar de la marcada modernidad de los planos de Meier, alzándose en una especie de "Acrópolis cultural". Tanto el arquitecto como el cliente parecen haber concebido este complejo de edificios pensando en la posteridad. La propia solidez del Centro Getty lo diferencia de la arquitectura efímera de la mayor parte de Los Angeles, así como el tono decididamente europeo de sus colecciones y la vocación global de sus actividades.


El centro puede presentar un trazado demasiado complejo para el gusto de muchos, excesivo en su ejercicio de virtuosismo arquitectónico para otros. Es difícil clasificarlo como un diseño puro del movimiento moderno a pesar de la total dependencia de las formas geométricas. Y es que el centro Getty se clasifica en otra categoría por su presupuesto de mil millones de dólares, pero también por sus funciones culturales, la ambición de sus directores y la forma en la que el arquitecto se puso a la altura de este acto irrepetible.

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