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Probablemente la arquitectura más espectacular que inventaron los romanos no serviría para carreras, ni combates, ni conmemoraciones, ni oraciones, ni para hacer representaciones, sino para el placer de sus ciudadanos, fueron los baños o termas.


De su profusión nos hablan las estadísticas. En la Roma del 354 d. C. se cuenta con 952 baños sólo en Roma entre públicos y privados, y de su importancia ciudadana autores como Galeno, Séneca y Luciano tratan el tema. De todos ellos hasta nosotros han tres grandes edificios termales, los tres del mismo tipo y casi idéntica amplitud, construídos con intervalos de un siglo, aproximadamente. Estos tres conjuntos termales son en orden cronológico: Las Termas de Trajano, Las termas de Caracalla y las termas de Diocleciano.


STIERLING Henri., El imperio romano. Edit. Taschen. Colonia, 1997.


pág. 218. "En las termas de Trajano, las dimensiones de semjante conjunto son importantes: 310x225 m. El recinto tiene cinco exedras (la principal alcanza los 120 m de ancho), contiene a su vez una compleja construcción de 190x165 m, que se articula alrededor de un frigidarium cruciforme de 60 m de largo. La piscina cuadrada, mide 50 m de lado."


 

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