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GAUDÍ, Antonio

  • Arquitecto
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  • 1852 - Reus (Tarragona). España
  • 1926 - Barcelona . España
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CURTIS William. J.  La arquitectura moderna desde 1900. Edit. Phaidon. Hong Kong, 2006.


Págs. 131 - 147.“Mitos nacionales y transformaciones clásicas” 


La identidad no siempre coincidía con la nacionalidad, y el territorio cultural no siempre encajaba perfectamente dentro de las fronteras del estado nación. En España, por ejemplo, la idea de una expresión específicamente catalana en la arquitectura se formuló ya de manera teórica en la década de 1870 y correspondía a una renovada afirmación de independencia de la lengua castellana y de Cataluña como entidad política y cultural. Gaudí respondió a su manera a estas condiciones con una arquitectura que combinaba una transformación metafórica de los tipos medievales, un aprovechamiento inventivo de las técnicas constructivas autóctonas y una interpretación poética de los mitos y los recuerdos del paisaje local. Gaudí entendía que Barcelona y sus alrededores pertenecían a un mundo mediterráneo más amplio, y sus imágenes no carecían de arcos árabes y africanos. Aunque su propia arquitectura era absolutamente singular, las condiciones que reflejaban eran compartidas por otros arquitectos catalanes, por ejemplo Francese Berenguer y Lluis Domenech i Montaner. Las bodegas de Garraf 1888-1890, obra del primero, exploraban la estructura parabólica, la fábrica tosca, lo motivos populares (especialmente en sus extravagantes chimeneas cónicas) y las formas vegetales surrealistas. El café-restaurante 1888 del Parque de la Ciudadela de Barcelona, obra del segundo, combinaba una reinterpretación imaginativa de los precedentes medievales locales con una acentuada articulación de ladrillo, cerchas de acero y una ornamentación de almenas y molduras. En ambos casos, un armazón de racionalismo estructural estaba envuelto en alusiones románticas; el clasicismo no se veía por ningún sitio.


El ladrillo y la teja cerámica eran los materiales de construcción corrientes en la región de Barcelona, y a lo largo de los siglos había ido surgiendo un conjunto normativo de tipos estructurales; gruesos contrafuertes, pantallas murales, arcos, bóvedas de arista etc.


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CURTIS William. J.  La arquitectura moderna desde 1900. Edit. Phaidon. Hong Kong, 2006.


Págs.287-303.“La continuidad de las antiguas tradiciones” 


Otro efecto de tratar la historia de la arquitectura moderna como una especie de cinta transportadora (como solían hacer los primeros historiadores) era que también tendían a relegarse las 'supervivencias' de las fases 'pioneras' anteriores. Por ejemplo, el Art Nouveau fue una fase pasajera para individuos como Behrens y Le Corbusier, pero sus efectos perduraron hasta bien entrada la década de 1920 en lugares tan variados como Mallorca y Buenos Aires. Un artista tan importante como Gaudí estuvo desarrollando su estilo personal hasta el momento de su muerte, en 1926. Frank Lloyd Wright resultaba 'aceptable’ en el esquema convenido en la medida en que 'anticipaba' las ideas modernas del espacio y la forma (es decir, hasta 1910); pero cuando se volvió inoportunamente romántico y exótico en sus obras californianas de la década de 1920, ya no encajaba en la imagen predestinada y tuvo que considerarse un 'anacronismo'. Ante la necesidad de definir una arquitectura moderna exclusiva, se insistió demasiado en ligar un estilo a un momento, y un momento a un estilo. En realidad, varias opciones quedaron abiertas, y a menudo se prolongaron con convicción. Después de todo, Auguste Perret continuó con su manera de hacer anterior a la guerra sin notar apenas el impacto de las obras fundamentales de la 'arquitectura blanca de los años 1920', aunque su obra se desarrollase paralelamente a ellas. En efecto, la iglesia de Notre Dame (1924), en Le Raincy, era la culminación lógica de todo lo que Perret había estado persiguiendo con el hormigón armado durante las tres décadas anteriores


Los escritos históricos y críticos sobre arquitectura reflejan naturalmente la idea que cada autor tiene de lo que es 'significativo'. El 'expresionismo' apenas se mencionaba en los primeros libros sobre la arquitectura moderna, tal vez porque la extremada extravagancia y el emocionalismo subyacentes en algunas obras calificadas con ese término no concordaban con el gusto personal de los historiadores, o tal vez porque la tendencia a escoger un Zeitgeist unificador en el núcleo de la cultura moderna llevaba a aquéllos a buscar un único estilo moderno 'verdadero'. Una obra como la torre Einstein de Mendelsohn encajaba mal en este esquema de cosas, mientras que una curiosa creación como el Goetheanum de Dornach (1925-1928), situado a las afueras de Basilea, en Suiza (proyectado por Rudolf Steiner, fundador de la antroposofía) simplemente tuvo que dejarse completamente fuera de la explicación. Y todo ello, pese al hecho de que ambas obras se inspiraban en concepciones revolucionarias y podían codearse con muchas de las que estaban dentro de los límites más seguros y supuestamente más 'racionales' del 'Estilo Internacional'. En este caso, los historiadores posiblemente mostraban, una vez más, cómo podían verse influidos por los prejuicios de los artistas, pues varios de los arquitectos que eran 'seguros' habían pasado por el expresionismo y lo habían rechazado como una fase juvenil antes de su florecimiento maduro.


Nació en Reus (Tarragona) en el seno de una familia de caldereros, formándose en un marco artesano que influiría enormemente en su obra. Sus primeras realizaciones son las farolas de la Plaza Real (1878-9) y de la Muralla del Mar (1880) en Barcelona, muestra de su dominio del hierro, característica que permanecerá siempre en su obra decorativa.  Su primera etapa arquitectónica se caracteriza por la mezcla de influencias historicistas ( mudéjares, góticas....) tratadas de forma original en sus llamativas composiciones, lejos de las imitaciones impersonales del historicismo decimonónico. La Casa Vicens (1878-85), el Capricho de Comillas (Santander, 1883-5), los Pabellones Güell (Barcelona, 1884-7) muestran su falta de dependencia, en un sentido tradicional de estilos del pasado y la fantasía estructural y decorativa del arquitecto. El historicismo mudéjar (Colegio de Santa Teresa de Barcelona, 1888-90) o gótico (Palacio Episcopal de Astorga, León, 1887-94 y la Casa de los Botines, León, 1891-94), se mantendría aunque de forma mas serena en su obra hasta 1900. 


En 1883 Gaudí se encargó de la construcción del Templo Expiatorio de la Sagrada Familia (Barcelona), comenzada como una iglesia neogótica convencional. Continuó con la cripta y comenzó la fachada del nacimiento (transepto) en 1891. El Palacio Güell (1885-91) abre una nueva etapa; aparecen los primeros arcos parabólicos y las personales chimeneas y ventiladores como excrecencias del tejado, constantes desde entonces en su repertorio formal. En el Parque Güell (1900-14), Gaudí juega "irreverentemente" en la Sala Hipóstila y con las libres curvas de tejados y bancos; trata de forma naturalista los paseos-viaductos y la desborda la decoración polícroma de trozos de cerámica o lineal en las rejerías. 


Las casas de los pisos Batlló (1904-6) y Milá (1906-10) curvan sus fachadas, ovalan los vanos y retuercen los hierros de los balcones; los techos y muros interiores se pliegan y surgen fantásticas chimeneas escultórica en el tejado. Las Escuelas de la Sagrada Familia, la Capilla de Santa Coloma del Cervelló (1908-15) en la Colonia Güell (1898-1915), y la parte superior del crucero del Templo Expiatorio de la Sagrada Familia (1903-26) con sus últimas obras y desarrollo final de la poética gaudiana.  En ellas la libertad de plantas curvadas es total, y el tratamiento de las formas minuciosamente escultórico, naturalista o abstracto, llega a extremos desconocidos en la arquitectura europea contemporánea.  Las texturas crustáceas, las torres como panes de azucar, el desbordamiento compositivo y el carácter de la obra moldeada en blandos materiales -más que construida- hacen de sus realizaciones finales edificios expresionistas. El expresionismo de Gaudí, diferente en forma al expresionismo histórico, lo es también por sus causas: el sentido de la libertad absoluta que se justifica en suprofundo sentido religioso.

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