Inprimatu

Biblioteca Marciana de Venecia

Biblioteca de San Marcos
  • 1537 - 1588
  •  
  • SANSOVINO, Jacopo Tatti
  • SCAMOZZI, Vincenzo Ampliación   1558 - 1559
    Vicenzo Scamozzi retomó la construcción de cinco galerías adicionales del diseño original de Sansovino, lo cual bajó al edificio hasta el dique, junto a la Casa de Moneda veneciana, la Zecca, que también fue diseñada por Sansovino
  •  
  • Venecia
  • Italia
obras/670_8.jpg obras/10382_8.jpg obras/6557_8.jpg obras/6558_8.jpg obras/666_8.jpg obras/655_8.jpg obras/658_8.jpg

CAMPBELL James W.P., La biblioteca. Un patrimonio mundial. Edit. Nerea. San Sebastián, 2013.


pág.98-102." Hoy en día la Biblioteca Marciana de Venecia, es una de las bibliotecas de investigación más importantes de Italia.  Ocupa varios edificios para cumplir estas funciones, incluso el que se erigió a finales del siglo XVII para alojar la Casa de la Moneda. La Biblioteca original sigue integrada en este complejo, si bien en la actualidad se utiliza únicamente como museo y para celebrar recepciones. Se asienta en la esquina entre la Plaza de San Marcos con el Gran Canal y queda encerradas entre el Palacio Ducal, por un lado y la logia de la biblioteca por el otro. 


La historia de la Biblioteca Marciana comienza con la muerte en Rávena del Cardenal Bessarion en el año 1472. Bessarion era un erudito humanista que había dirigido en Roma una academia especializada en el estudio de los antiguos textos griegos. El humanismo renacentista no consistió como se afirma a veces, en colocar la naturaleza humana en el centro de la vida intelectual, sino que fue un movimiento filosófico y académico que se propuso revivir al studia humaninatis: el estudio de las humanidades.


La erudición medieval se había concentrado en cuestiones relacionadas con lo divino; el humanismo se interesó por la literatura clácisa en todas sus formas y procuró la edición rigurosa de las obras clásicas, a partir de los fragmentos corrompidos y mal transcritos que se habían conservado. El humanismo impulsó el estudio individual de una amplia gama de disciplinas.


Bessarion había utilizado la riqueza e influencias que le habían procurado el ejercicio de sus cargos, para buscar y adquirir una de las mejores colecciones del mundo de manuscritos escritos en griego antiguo. Tras una ardua negociación, se avino a ceder su colección al Estado de Vencia, con la estricta condición de que dichos fondos estuvieran accesibles a cualquier persona que deseara cultivarlos. Los venecianos no tenían un historial demasiado bueno en la adquisición de colecciones de libros. Petrarca, a quien se ha definido muchas veces como el padre del humanismo renacentista, declaró su intención de legar sus libros al Estado Veneciano, pero las negociaciones fueron por mal camino, y dichos libros acabaron en Padua a la muerte del poeta. En un primer momento, parecía que la colección de Bessarion, tampoco encontraría nunca un buen acomodo. Desde 1472 hasta 1485, las 1.024 obras no salieron de sus cajas. En 1488 se designó a un bibliotecario, pero los libros siguieron guardados durante décadas en ubicaciones temporales, sin duda ineccesibles por igual a eruditos y público en general. Esta situación no se modificó, hasta que en los años treinta del siglo XVI, el Cardenal Pietro Bembo, fue nombrado bibliotecario encargado de la colección. Bembo utilizó su considerable influencia para convencier a los procuradores responsables de los edificios colindantes a la Plaza de San Marcos de que buscaran un digno acomodo a la colección y encargaran al gran arquitecto Jacopo Sansovino el diseño del edificio. El resultado fue un triunfo en la composición clásica, si bien el proyecto entrañó numerosos problemas y dificultades. 


Sansovino concibió su biblioteca como parte de un plan mucho más amplio, cuyo objetivo era reconstruir un lateral completo de la Plaza de San Marcos, así como el lado abyacente de la Piazzeta frente al Palacio Ducal. La disposición que apreciamos hoy en día se parece mucho a la que concibió el arquitecto, aunque él no viviera para contemplar sus planes completamente materialezados. La biblioteca, que constituía la primera mitad de la parte del proyecto relativo a la Piazzetta estaba prácticamente terminada cuando se realizó la mudanza de los libros en 1564, pero el resto del edificio no pudo completarse, hasta que quedó limpio el resto del emplazamiento, una operación que se demoró otros veintisiete años. Entre tanto, el proyecto quedó a medio terminar. Las obras pendientes de la biblioteca - y las del conjunto del plan de Sansovino para la Plaza de San Marcos - las culminó finalmente Vicenzo Scamozzi en el siglo XVII. 


La importancia del edificio de Sansovino, radica en su fachada. Como era habitual la biblioteca se ubicó en la primera planta. En la mayoría de los casos este emplazamiento correspondía al afán por evitar las humedades, pero en Venecia se debió igualmente a la constante amenaza de inundaciones. La forma de la Biblioteca Marciana, sigue una tipología veneciana que resulta bastante familiar: posee una arcada en la planta baja y una espectacular planta principal (piano nobile) encima de esta. La forma en que Sansovino incorpora inteligentemente las columnas de los órdenes mayor y menor y los arcos fue muy admirada por arquitectos posteriores. En su interior, la biblioteca también fue innovadora por la atención que se presta al diseño del acceso principal. Un importante pórtico, facilita la entrada desde la arcada inferior de la plaza. Seguidamente, el visitante asciende el primer tramo de una escalera profusamente decorada hasta acceder al rellano, y desde ahí prosigue por un segundo tramo hasta llegar a una antesala. Esta, en cuyo techo luce una pintura de Tiziano,  fue diseñada para que fuera el aula de una escuela pública, aunque este uso resultó efímero, pues entre los años 1591 y 1596 fue convertida en un espléndido museo encargado de conservar la colección Grimani de escultura clásica, que sigue albergando hoy en día. El fresco de Tiziano, prepara al visitante para su acceso a la sala de lectura propiamente dicha. 


Tras una entrada tan imponente, la sala de lectura nos procura hoy en día una leve decepeción. Ello se debe en buena medida, a que no conserva el mobiliario original. Cuando se construyó tenía 38 escritorios dispuestos a lo largo de dos filas (seguramente no menos suntuosos que los de la Malatestiana), cada una de ellas a un lado de la estancia. El pasillo central conducía a un balcón orientado al campanario y a la Plaza de San Marcos. Unos enormes ventanales iluminan la sala por su lado este (siguiendo las recomendaciones de Vitruvio), además de ofrecer una vista del Palacio Ducal. Los ventanales del lado contrario siempre son arcos ciegos, pues por este lateral, la biblioteca linda con otros edificios. El techo, es un triunfo surgido de un desastre; el primer techo que proyectó Sansovino para la biblioteca,  una ambiciosa bóveda baja, construida en piedra que abarcaba la estancia completa, se hundió, lo que acarreó el encarcelamiento del arquitecto. Luego fue puesto en libertad, pero se le obligó a volver a instalar la bóveda y pagar de su bolsillo los gastos ocasionados. Sin duda, fue el afán por compensar el fracaso anterior lo que convirtió la nueva bóveda de Sansovino en la verdadera joya que hoy podemos apreciar. Sus medallones pintados, fruto de un concurso, fueron ejecutados por los más destacados artistas venecianos del momento, entre ellos Paolo Veronese. Representan los temas que encontramos en la biblioteca, así como las virtudes. El resultado es impresionante, y no resulta difícil imaginar lo que habrían sentido quienes se sientan a estudiar en esta sala extraordinaria tras su inauguración. Aún así, este sintuoso interior veneciano, sería eclipsado por el de otra biblioteca italiana, esta vez emplazada en Florencia."

Igo