Entre los arquitectos de la “tercera generación” del Movimiento Moderno, Lina bo Bardi aporta una de las experiencias más originales y significativas. Italiana de nacimiento, emigra a Brasil en 1946, adquiriendo dicha nacionalidad en 1951, encontrando en este país el territorio idóneo para vivir y para realizar su utopía.
En la obra de Bo Bardi, no existen fronteras entre los distintos campos del arte, buscando a través de variadas disciplinas una actividad artística global, consiguiendo superar los límites del mismo arte moderno, sin romper con sus principios básicos. Consigue unir modernidad y tradición, haciendo posible una arquitectuera y un arte moderno enraizado en la experiencia del arte popular.
En su obra se superan las dicotomías en las que había dividido la estética del siglo XX: la lucha entre la abstracción y la mímesis, espíritu y materia, razón y tradición, concepción y representación, cultura y naturaleza, arte y vida. Su actividad demuestra cómo el proyecto de las vanguardias, al aplicarse en las condiciones latinoamericanas, completamente distintas a las europeas, se revitalizó y se humanizó. Bo Bardi no propuso una forma arquitectónica sino un método, para superar las limitaciones de la propia modernidad consistente en armonizar la base cultural del pasado y la riqueza y vitalidad de la cultura popular con el proyecto moderno de crear unas nuevas formas para una nueva sociedad.