COLQUOUN, A., La arquitectura moderna una historia desapasionada. Edit. Gustavo Gili. Barcelona, 2002.
Págs. 35-55. “Organicismo frente a clasicismo: Chicago, 1890-1910”
pág. 37 "Ya desde mediados del siglo XVIII, los racionalistas franceses como el abate Marc-Antoine Laugier, monje jesuita y teórico de la arquitectura, habían argumentado en favor de la reducción de la masa en los edificios y de la expresión de una estructura de esqueleto. Provistos de esta teoría que habían asimilado a partir de los escritos de Viollet-le-Duc. Los arquitectos de Chicago partían del supuesto de que los huecos de las ventanas debían ampliarse de modo que se extendiesen de un soporte a otro y proporcionasen el máximo de luz natural. Pero todavía sentían la necesidad de conservar esas jerarquías de la fachada clásica que eran características de los palacios del quattrocento italiano. El resultado de todo ello fue un compromiso en el que el revestimiento de fábrica adoptaba dos formas: pilastras clásicas que sostenían arquitrabes lisos; y pilares con arcos de medio punto, es decir, el denominado Rundbogenstil (estilo arco de medio punto) que había tenido su origen en Alemania en el segundo cuarto del siglo xix y que habían llevado a Norteamérica algunos arquitectos inmigrantes alemanes. En las soluciones iniciales, grupos de tres pisos se superponían unos sobre otros, como puede verse en el edificio Rookery (1885-1886), de Daniel H. Burnham (1845-1912) y John Wellborn Root (1850-1891), y en los almacenes Fair (1890) de William Le Baron Jenney. En los almacenes mayoristas Marshall Field, con sus muros exteriores de cantería maciza, Henry Hobson Richardson (1838–1886) supero el efecto de apilamiento de esas soluciones reduciendo la anchura de los huecos en las distintas bandas superpuestas; y Dankmar Adler (1844-1900) y Louis H. Sullivan (1856-1924) adaptaron esta idea a una construcción de estructura metálica en su edificio Auditorium (1886-1889)"-
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CURTIS William. J. La arquitectura moderna desde 1900. Edit. Phaidon. Hong Kong, 2006.
Págs. 21 - 31.“La idea de una arquitectua moderna en el siglo XIX”
Otra forma de enfocar el pasado era elaborar mitos de los orígenes y sugerir que se podían lograr los resultados más auténticos retomando a los comienzos. Conocida como “primitivismo “,está postura surgió a mediados del siglo XVIII, especialmente en los escritos del monje jesuita Marc Antoine Laugier. Siguiendo la tradición de Vitruvio , Laugier situaba los comienzos de la arquitectura en una cabaña primitiva arquetípica a partir de la cual sostenía, se habían desarrollado los elementos más elaborados del sistema clásico. Pero en su caso lo primitivo se valoraban más que las elaboraciones posteriores más artificiales. Se solía dar a entender que lo más simple significaba también lo mejor, y cuanto más atrás se llegase , más auténtica sería con seguridad la forma.
Laugier negaba que existiesen reglas obsoletas en arquitectura y desdeñaba al mero gusto bien educado reduciendo en cambio que las mejores formas estaban enraizadas en las exigencias funcionales o estructurales, está doctrina llamada racionalista, surgía de nuevo en varios modalidades en los siglos XIX y XX; fue la base de las visiones materialistas y sistemáticas de la arquitectura propugnada por Jean- Nicolás- Louis Durand después de 1800, y fue alimentada aún más por los métodos disciplinados (aunque en absoluto poco intuitivos) de los ingenieros. En su versión más extrema, el racionalismo solía llevar a esa discutible proposición de que las formas bellas y apropiadas surgiría automáticamente en cuanto los problemas se analizasen en sus propios términos en vez de hacerlo a través del filtro de los precedentes. Había unas cuantas falacias en esta postura, como la idea de que las formas podía surgir de puro análisis funcional sin la intervención de alguna imagen inicial, pero seguía siendo un arma con la que atacar los caprichos de los historicistas más arbitrarios.
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FRAMPTON, K., Historia crítica de la arquitectura moderna. Edit. Gustavo Gili. Barcelona,1987.
pág.12-19 Transformaciones culturales: la arquitectura neoclásica, 1750-1900.
"El abate Laugier, en su libro Essai sur l’architecture (1753), reinterpretó a Cordemoy propugnando una arquitectura universal y ‘natural’: la ‘cabaña primitiva’ original, compuesta de cuatro troncos de árbol que soportaban una rústica cubierta a dos aguas. Siguiendo a Cordemoy, defendía esta forma primaria como la base de una especie de construcción gótica transformada en clásica en la que no habría ni arcos ni pilastras ni pedestales ni ningún otro tipo de articulación formal, y en la que los intersticios entre las columnas serían tan acristalados como fuera posible...
...El tramo central del siglo XIX fue testigo de la división de la herencia neoclásica en dos líneas de desarrollo estrechamente relacionadas en el ‘clasicismo romántico’ de Schinkel. Ambas ‘escuelas’ se enfrentaron con la misma proliferación decimonónica de nuevas instituciones y hubieron de responder igualmente a la tarea de crear nuevos tipos edificatorios. Diferían ampliamente en el modo de alcanzar estas cualidades representativas: los clasicistas estructurales tendían a enfatizar la estructura (línea seguida por Cordemoy, Laugier y Soufflot), mientras que los clasicistas románticos tendían a acentuar el carácter fisonómico de la propia forma (línea seguida por Ledoux, Boullée y Gilly). La primera ‘escuela’ se concentró más bien en tipos como prisiones, hospitales y estaciones de ferrocarril, como en el caso de figuras como E.-J. Gilbert y F.-A. Duquesney (diseñador de la Gare de l’Est de París, de 1852), mientras que la segunda se orientó más bien hacia las construcciones representativas, como los museos y bibliotecas universitarias de C.R. Cockerell en Inglaterra o los monumentos más grandiosos erigidos por Leo von Klenze en Alemania (sobre todo ese Walhalla sumamente romántico completado en Ratisbona en 1842).... "
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MONTANER, J,M., La Modernidad superada. Arquitectura, arte y pensamiento del siglo XX. Edit. Gustavo Gili. Barcelona, 1997.
págs.59-88. “ El racionalismo como método de proyectación: progreso y crisis”
En las ideas del abate Marc-Antoine Laugier, la razón como a priori -concretada en el modelo estructural de la “cabaña primitiva” presentada en su Essai sur l'Architecture (1751)- es confirmada por la experiencia empírica y por las sensaciones. Mediante su racionalismo radical y su geometrismo elementarista, Laugier pone de manifiesto que los aspectos estructurales de la arquitectura coinciden con los valores más simples y naturales. Siguiendo las influencias de Jean-Louis de Cordemoy y el abate Carlo Lodoli, Laugier propone un modelo fundacional para la arquitectura.
En gran parte de las corrientes que van del Renacimiento al Neoclasicismo se produce una identificación entre clasicismo y racionalismo. Un ejemplo serían los escritores de la Accademia degli Arcadi de Roma, que a finales del siglo XVII y principios del XVIII oponen la razón y la dignidad clásica frente al gusto y al artificio barroco. De nuevo, la evidencia, la claridad y la distinción cartesiana. Con la Ilustración, razón, naturaleza y clasicismo se unifican...
Págs. 207-222. "Belleza de las arquitecturas ecológicas"
... Durante la mayor parte de su evolución histórica, la arquitectura ha pretendido integrarse en la naturaleza. De hecho, míticamente, la arquitectura se entiende como imitación de la naturaleza. En esta integración al medio se produjo un salto cualitativo cuando en el Renacimiento se empezó a difundir el uso del cristal en las ventanas. Ello permitió ir convirtiendo los espacios interiores, oscuros durante las estaciones frías, en lugares luminosos y confortables. Como elemento selectivo de entrada de luz y barrera para fugas de calor y para corrientes de aire, el cristal potenció una nueva cultura del espacio interior.
Durante el barroco, con la proliferación de villas y jardines en Europa y durante la Ilustración, con la reafirmación del mito del buen salvaje y de la cabaña primitiva, central en el texto de Marc-Antonie Laugier Essai sur l´architecture de 1755, se refuerza esta identidad entre arquitectura y naturaleza. Sin embargo, con la revolución industrial, siguiendo el criterio de la burguesía de transformar el entorno para sacar de él un provecho rápido y altamente productivo, la arquitectura se fue alejando de este posible equilibrio.
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PEVSNER, N. FLEMING, J. HONOUR, H. Diccionario de arquitectura. Alianza Editorial. Madrid, 1975
pág.387. " Sacerdote jesuita y un sobresaliente teórico neoclásico. En su Essai sur l´Architecture (1753) expone su punto de vista racionalista sobre la arquitectura clásica, como verdadera y económica expresión de la necesidad del hombre de buscar cobijo, basado en la hipotética "cabaña rústica" del hombre primitivo. Su edificio ideal tenía que unitilizar columnas exentas. Condenó pilastras y pedestales y todos los elementos renacentistas y postrenacentistas. Su libro definió en neoclasicismo en pocas palabras y ejerció una gran influencia sobre arquitectos como Soufflot.