PEVSNER, Nicolaus ., Pioneros del diseño moderno. De William Morris a Walter Gropius. Ed. Infinito. Buenos Aires,2003.
Págs.109-136 . “La ingeniería y la arquitectura en el siglo XIX”
No obstante, mientras estos elementos de hierro permanecieron en el interior, apenas pudieron llegar a la conciencia de una generación de arquitectos tan preocupada por las fachadas como esa de mediados del siglo XIX. La admisión del hierro en el frente de edificios utilitarios se debió a América. El Farmers and Miners Bank construido en 1829-30 en Pottsville, Pennsylvania, tiene una fachada de hierro fundido imitando mármol. El arquitecto fue John Haviland. Un almacén construido en 1837 en el centro de Nueva York, en Gold Street, tiene dinteles y entrepaños de hierro fundido. También aquí el estilo es aún clásico, luego se produce una laguna, aunque un pasaje en la obra Wissernschaft Industrie und Kunst escrita en 1851 por Gottfried Semper, se refiere al informe de un ingeniero alemán sobre la construcción en Nueva York, mencionando como cosa común "una fachada entera de hierro fundido ricamente ornamentado", totalmente estucada. De manera que edificios como éste deben haber existido hacia 1850. Con todo, no pueden haber sido sobresalientes, pues de otra manera James Bogardus no hubiese surgido con su actitud de inventor o al menos de innovador, cuando publicó en 1856 su opúsculo acerca de las Cast Iron Buildings (Construcciones de hierro fundido). Ya en 1854 había levantado en Nueva York un edificio para Harper Bros con una fachada mostrando la estructura de hierro fundido. Hacia la década de 1850, Inglaterra estaba tan alerta como Nueva York sobre las posibilidades arquitectónicas del hierro fundido para construcciones de uso comercial. Un ejemplo es el almacén de Jamaica Street, en Glasgow, de 1855-56; otro, y mucho más espectacular, es el de las Oriel Chambers , en Liverpool, diseñadas por Peter Ellis y construidas en 1864-65. La delicadeza del trabajo de hierro en los amplios miradores de vidrio y del amplio paño de pared del fondo con sus soportes entrados aunque visibles desde el exterior, es increíblemente avanzada para su época. George Aitchison, un arquitecto ocupado él también en proyectar edificios comerciales, puede decir de Londres en 1864 que "raramente se ve que se levante un gran edificio sin columnas y durmientes de hierro".