Aldo Rossi (Milán, 1931-1997), fue un arquitecto y diseñador italiano, considerado como uno de los principales exponentes del posmodernismo, a pesar de que él mismo indicaba que no se podía ser posmoderno sin haber sido moderno. Tras estudiar en el Politécnico de Milán, donde se graduó en 1959, comienza su actividad docente en la Escuela de Urbanismo de Arezzo, trabajando posteriormente también, en el Instituto Universitario de Arquitectura de Venecia.
Fue el fundador de La Tendenza en los años 60, junto a un grupo de arquitectos, trataron de dar forma a un pensamiento urbano que posteriormente sería muy influyente en Europa.
Muy asociado siempre al urbanismo y la arquitectura, sería pionero en la teoría urbana, afirmando para entonces que “Qué es el urbanismo; de momento no me atrevo a verlo más que como problema morfológico, cuyo campo de estudio son las ciudades y , en parte, algunos territorios”. En 1966 publicó su primer libro “La Arquitectura de la ciudad”, donde establecería sus teorías sobre el diseño urbanístico de las ciudades. Promueve a su vez en este, pensamientos diferentes de espacio y estructuras arquitectónicas, tratando de alguna manera a la arquitectura como una ciencia positiva. Su ideología por lo general, es propia de trazados de la época clásica, algo propio del posmodernismo, ya que al contrario que el Movimiento Moderno, se valora el carácter clásico.
Tras pasar una larga temporada en el hospital, comienza a pensar en la muerte, y yendo más allá, en los cementerios, llegando a diseñar y planificar el cementerio de San Cataldo en Módena.
En torno a los años 70, diseña para un barrio de la periferia de Milán, su primer complejo de viviendas, diseñando dos edificios iguales con el planteamiento que los dos edificios se podrían repetir varias veces sin perder su atractivo.
Sería el primer italiano en recibir el Premio Pritzker en el año 1990, dirigiendo también la Bienal de Venecia en 1985-1986, siendo de los pocos que han tenido la oportunidad de ser director dos veces. “Rossi ha sido capaz de aprender las lecciones de la arquitectura clásica, sin copiarlas; sus edificios cavan ecos del pasado …”
Aldo Rossi utiliza la repetición y sus formas son monumentales y simples, pero en el exterior, emplea materiales lujosos de color y exhibe motivos figurativos e historicistas. Siempre, a lo largo de su trayectoria, ha existido una gran presencia de lo lógico y lo analógico, siendo una de las principales características de las obras de Rossi. Abogó por el uso de una gama limitada de tipos de edificios y por el contexto en el que se construye un edificio, algo propio de un enfoque posmoderno, conocido como neorralismo, donde de nuevo, vemos la reivitalización del clasicismo austero propio de Rossi. La forma ya no sigue a la función, sino al diseño del arquitecto con el posmodernismo, y siempre aparece un rasgo del humor, que podremos apreciar en sus obras.
En los proyectos y edificios de Rossi, a pesar de su expresividad extrema, no tienden a imponer ningún modelo, al contrario que el modernismo, sino que más bien recuerdan cómo la diferencia y la riqueza de los lugares reclaman también diferentes necesidades y diferentes niveles en la intervención.
A su manera de ver, algo que se refleja en sus obras, la permanecne de la historia, las aceleraciones, los muchos fragmentos entre los cuales se colocan los proyectos, reflejan por tanto las diversas velocidades del crecimiento del presenta, en el que la relación con el pasado y con las imágenes producidas por ello no siempre siguen los ritmos y modos de la evolución social.
Las arquitecturas de Rossi van a buscar esa tradición, también allí donde parece menos evidente, en los detalles constructivos. La relación de los nuevos materiales, las nuevas aplicaciones tecnológicas y un antiguo oficio de donde brota la novedad de construcciones en algún modo sintéticas y demostrativas donde encontramos su intento de indicarnos cómo la historia sigue siendo útil, si bien conjuntada con cuanto la técnica más avanzada pne nuestra disposición.
Para Rossi, la extravagancia que suponen algunos elementos en los proyectos, además de señalarnos la importancia y monumentalidad, enriquecen a los edificios con la ambigüedad de función y de forma que representan un carácter fuerte.
En el Teatro del Mundo que realiza para la Bienal de Arquitectura en 1979, flotando en el Gran Canal de Venecia, las fachadas eran una mezcla de estilos antiguos del Renacimiento y del siglo XVIII.
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El movimiento denominado racionalismo, fue capaz de atraer a las personalidades más importantes del siglo 20 en arquitectura moderna. El racionalismo arquitectónico es la arquitectura de postguerra, que nació para centrarse exclusivamente en el funcionalismo y la construcción masiva de viviendas para la clase obrera. Se trata de una serie de trabajos y teorías individuales, que se asemejan en la simplicidad de las formas, las cuales pertenecen a una función específica. El racionalismo arquitectónico se centra en la simetría, y dispone de las medidas exactas de formas clásicas y funcionales, reflejando de esta manera el espíritu de la época en que la ciencia, las matemáticas y la lógica alcanzaron su máximo pico de influencia. Las principales características del racionalismo tratan sobre la simetría, las columnas que funcionan como soportes, el diseño minimalista compuesto por formas geométricas básicas, y un frontón triangular denominado pedimento.
Aldo Rossi es un arquitecto italiano, racionalista, que su principal objetivo era intentar evadirse del funcionalismo ingenuo. Para Aldo, la visión de la ciudad tenía forma arquitectónica, al igual que un proceso de formación y desaparición, dejando atrás la ciudad ideal. Sin dejar a un lado la historia, el italiano proponía diseñar, por analogía, con las formas y tipologías del pasado. Su instinto se basaba en el tipo, el trabajo con formas sencillas, monumentalidad y la tarea constructiva, consiguiendo que su proyecto fuera síntesis de una forma arquitectónica partiendo de numerosas referencias. Tal y como escribe en su libro “La arquitectura de la ciudad”, se entiende una contraposición ante la ciudad moderna, especialmente del lado de la tipología y de la historia. Para este arquitecto tan visionario, la ciudad era una pura representación de los valores culturales, e incluso en algunos casos, surgía la preocupación por cómo las intervenciones influyen en ella, casi transformándola. Advertía que para él, la permanencia de los edificios desempeñaba una función que cambiaba a lo largo de los siglos, logrando que la ciudad evolucionase; para ello se interesaba en las formas arquitectónicos porque eran capaces de unir la separación existente entre las ciudades y la memoria colectiva de sus habitantes.
En una teoría donde la ciudad es compleja y necesita respuestas e intervenciones complejas, Rossi propone una profunda investigación para entenderla, mediante la presentación de diversos planteamientos para investigar la historia, la evolución, la forma y la estructura social y arquitectónica de la ciudad. Para ello, trabaja con diversos métodos, con la intención de tratar diferentes disciplinas, teniendo en cuenta la tesis colectiva de Maurice Halbwach, como la teoría urbanística de Camilo Sitte, los estudios de Jean Tricart sobre la estructura social, como la crítica de Hans Bernoulli contra la propiedad privada de suelo, la historia de la evolución de París, como análisis de Fritz Schumacher desde el punto de vista del planificador urbanista y aspectos de más autores relacionados. De este análisis literario de Rossi, se derivan las propias ideas o pensamientos del arquitectónicas del arquitecto, las cuales le parecían importantes de investigar y de escribir para producir arquitectura con cierto sentido, donde su obra teórica y su obra práctica van de la mano.
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TORRES CUECO, Jorge., Una idea de razón: arquitectura y racionalismo. Revista de Libros de la Torre del Virrey nº3, 2014.
Pg. 11. Habrá que esperar a los años sesenta para asistir a nuevas invocaciones de la racionalidad ilustrada. Aldo Rossi y Giorgio Grassi, sus representantes más conspicuos, proclaman el retorno de la Razón como categoría y facultad suprahistórica por la que el progreso se fundamenta en un método crítico de análisis de la realidad. La apelación de Rossi a los arquitectos ilustrados desde Boullèe a Ledoux obedece a la búsqueda de imágenes poéticas, la insistencia en los estudios tipológicos o la construcción lógica de la arquitectura en Grassi remite a las permanencias, a una razón trascendental frente a los cambios sociales y científicos.
Grassi, define el racionalismo como una actitud del pensamiento por la que el proyecto es un medio de conocimiento -” una actitud cognoscitiva determinada”- caracterizado por el “ansia de certeza”. Esta ansia de certeza se define como la “constante búsqueda de elementos ciertos e invariables, al que hemos de atribuir una gran parte de nuestro patrimonio cognoscitivo y sus técnicas actuales”10. Exigencia de certeza, generalidad, elementos invariables, normas y leyes son las exigencias del pensamiento deductivo inherente a este racionalismo que tiene en el clasicismo su paradigma. La sentencia de La Bruyère es definitiva: “todo está dicho y se llega demasiado tarde (...) sólo es preciso pensar y pensar con justeza...”
APORTACIONES DE ALDO ROSSI AL DEBATE ARQUITECTÓNICO CON SU ARQUITECTURA DE LA CIUDAD.
Entre los arquitectos contemporáneos que han alcanzado mayor resonancia internacional se encuentra el italiano Aldo Rossi (1931-1997). Desde que en 1966 publicara su célebre libro La arquitectura de la ciudad (1966), el impacto de sus ideas y de su arquitectura fue en progresivo aumento hasta convertirse en una figura de carácter global. Fruto de todo ello fue la concesión en 1990 del Premio Pritzker, siendo el primer italiano en recibir esa distinción.
Entre los años 60-70, la ciudad adquiere un carácter de sujeto y se escribe sobre ello como protagonista de un cambio. Existen varios libros al respecto: La Arquitectura de la Ciudad de Aldo Rossi, Las Ciudades Invisibles de Ítalo Calvino... Concretamente, la observación de Lévi-Strauss sobre la ciudad como obra de arte resulta de extraordinaria importancia para Rossi, que se enfrenta a la ciudad como arquitecto, es decir, como alguien que desea proyectarla y construirla. De tal manera que la ciudad ya no es vista como una simple máquina racional y eficiente, sino que surge una inquietud por el valor de la memoria como motor del futuro.
Desde que en 1966 se publicara La Arquitectura de la Ciudad por primera vez en italiano, la crítica al funcionalismo ingenuo, los conceptos de locus, monumento y tipo, o la recuperación del valor de la memoria colectiva en la arquitectura han permanecido para siempre en el debate teórico arquitectónico. Rossi exalta la importancia de la arquitectura iluminista en relación con la construcción de una “tendencia”. Siguiendo a Boullée, insiste en que no es posible reducir la arquitectura al vitruviano "arte de construir", es decir, al funcionalismo, sino que ésta debe fundamentarse en unos principios lógicos que sitúen en primer plano el aspecto tipológico de la arquitectura. Para ello, insiste en la importancia de la herencia histórica y, sobre todo, la relación de toda tipología con la trama urbana. La crítica al “funcionalismo ingenuo” está relacionada con la certeza de que la forma es más fuerte que cualquier atribución de uso y que la máxima precisión arquitectónica favorece la mayor libertad funcional. Para ello, recurre a un denso sistema de vínculos y referencias que constituyen el único medio para hacer aparecer la forma arquitectónica.
En definitiva, en este texto, Aldo Rossi reclamó el valor autónomo de la arquitectura y reivindicó, en el marco de lo que él denominaba la “ciencia urbana”, la obra singular y el monumento como elementos fundamentales de la historia de la ciudad y de la memoria colectiva. Pero más allá de estas aportaciones y en la línea de otros autores, desde el iluminismo hasta la actualidad, con este ensayo Rossi abordó directamente los principios y fundamentos de la teoría de la arquitectura y propuso el establecimiento de un cuerpo científico autónomo que fundara la actividad de la arquitectura y condujera a la acumulación de las experiencias, al estudio ordenado de los problemas y a una enseñanza sistemática. Por todo esto, La arquitectura de la ciudad se ha convertido en uno de los libros teóricos más influyentes de la segunda mitad del siglo XX (junto a Complejidad y Contradicción en la Arquitectura de Robert Venturi). Desde entonces forma parte del imaginario de varias generaciones de arquitectos y sigue siendo una obra fundamental para comprender los procesos de conformación de la ciudad entendida como arquitectura.
Ibane ZABALA