págs. 231-245."Pax americana: la arquitectura en Estados Unidos, 1945-1965"
"Kahn era firmemente partidario de las ideas comunitarias expresadas por autores como Lewis Mumford, Paul y Percival Goodman y Hannah Arendt, y compartía su fe en la necesidad de una arquitectura cívica que inculcase en la gente el sentido de los objetivos comunes y de la participación democrática"
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Págs. 116-131.“Estructuras de la memoria”
"Louis I. Kahn tuvo la fortuna de realizar tantos centros universitarios, museos, bibliotecas y laboratorios porque la década de 1960 coincidió con una época de optimismo en Estados Unidos bajo el mandato de John F. Kennedy, quien definió explícitamente los objetivos de la calidad de la vivienda y de los suficientes edificios públicos en unas ciudades habitables, eficaces y atractivas. Kahn desarrolló con su obra un ingente esfuerzo para crear una nueva arquitectura que encarnase un nuevo orden político, social y ético, partiendo de la simpatía por la idea de comunidad de autores como Lewis Mumford o Hannah Arendt : un esfuerzo por construir símbolos y espacios para la comunidad y la democracia que se encuentra magistralmente desarrollada en el Palacio de la Asamblea de Dacca."
Págs. 27-78.“Historias”
LA DELIMITACIÓN DE LO PÚBLICO Y DE LO PRIVADO.
Existe una primera concepción básica para toda arquitectura y ciudad: la delimitación, en continua evolución en cada sociedad, de las esferas de lo público y lo privado, una relación siempre dialéctica y complementaria.
La sociedad europea ha valorado lo público como garantía de igualdad legal y de oportunidades, de aportación de servicios, cobertura y bienestar. Al mismo tiempo, a lo largo de la modernidad, se ha ido construyendo lo privado como derecho a la propiedad, la privacidad y la intimidad.
En esta nueva sociedad fueron los equipamientos del poder los que comenzaron a distinguir los papeles que configuraron la segregación y los límites entre el dominio público y el privado que superaron unos modos de vida medievales donde la escuela o el hospital estaban en la propia casa.
Y si todo pensamiento crítico sobre las relaciones entre política y urbanismo debe partir de la diferenciación entre la esfera pública y la privada, debemos leer a Hannah Arendt y su libro La condición humana, donde estas diferenciaciones y contrapuntos clave entre lo público y lo privado se analizaron a fondo a través de la historia.
Según Hannah Arendt, lo político surgió en la polis griega como gobernabilidad dentro de una incipiente democracia, y lo social se desarrolló durante la modernidad en las sociedades maduras a partir de la nueva relación entre la esfera privada y la pública, que se van diluyendo al sumergirse en la esfera de lo social. Según Arendt, más allá de las esferas de lo público y lo privado se habría generado a partir de la Ilustración la esfera de lo social, en constante crecimiento en detrimento de lo privado y lo íntimo, por un lado, y de lo político, por otro. Todo ello se produce en el contexto de la creación del Estado nación y de la eclosión de las cuestiones de justicia social, en especial a partir del pensamiento de la Ilustración y con los conflictos de clase a lo largo del siglo XIX.
La esfera de lo público se refiere a lo común, a aquello que se expresa y se publicita en un amplio mundo compartido. En definitiva, en la esfera pública se “comunica” lo privado. Según Arendt, en la esfera pública las cosas surgen de la oscura y cobijada existencia de lo privado. El mundo público, común, depende completamente de la permanencia, “es algo que nos encontramos al nacer y dejamos al morir”.
Por otra parte, la esfera privada está relacionada con la intimidad y la propiedad, y su concepción parte de la conciencia de “estar privado de cosas esenciales de una verdadera vida humana. Estar privado de la realidad que proviene de ser visto y oído por los demás”. Sin embargo, lo privado también tiene que ver con el derecho a la propiedad, un derecho que se irá conquistando con la modernidad. Tal como escribe Arendt, “carecer de un lugar privado propio (como era el caso del esclavo) significaba dejar de ser humano”.Esta idea fue desarrollada por Virginia Woolfen una Habitación propia, donde explica que, al carecer de un espacio propio, a las mujeres les estaba vetado el hacer. Según Arendt, mujeres y exclavos “estaban apartados no solo porque eran propiedad de alguien, sino también porque su vida era “laboriosa, dedicada a las funciones corporales”.
Págs. 27-78. “Historias”.
LA CRÍTICA POSTMODERNA AL MORALISMO MODERNO
Desde una interpretación retrógrada y reaccionaria, David Watkinen su libro Moral y arquitectura, fue uno de los primeros en desvelar las contradicciones de la arquitectura moderna, dedicándose a seguir el prejuicio del moralismo como base de la arquitectura moderna, desde el neogótico de Pugin hasta las teorías del que fuera su maestro Nikolas Pevsner. Watkin puso en cuestión la confianza en el progreso, en la función social de la arquitectura, en la utilidad y la naturalidad, sin artificios y añadidos superfluos, en que se basa nuestro pensamiento moderno en arquitectura; un pensamiento iniciado, por una parte, por Pugin, Ruskin y Morris, y por otra, por el positivismo tecnológico de Viollet-le-Duc y Lethabyy consolidado en las obras de Le Corbusier, Mies van der Rohe y Gropius, y en las teorías de Pevsner y Giedion.
Esta crítica conservadora a la modernidad y a la alta tecnología en arquitectura y urbanismo, sintoniza directamente con los argumentos que desde la década de 1980 plantea el príncipe Carlos de Inglaterra. En una visión que se ha desarrollado en polos contrapuestos, desde el revival urbano de Rob Kriery el new urbanismhasta la deconstrucción arquitectónica de Peter Eisenman.
Si una de las revisiones del moralismo modernolo representa la visión conservadora de David Watkin, las críticas progresistasprocedieron especialmente del pensamiento femenino (Hannah Arendt y Maria Zambarno) y del diseño moderno hecho por mujeres (Charlotte Perriand, Lilly Reich, Margarette Scütte-Lihotzky), además de la filosofía de la Escuela de Frankfurt. En su ensayo Functionalism TodayTheodor W. Adorno, arremete contra el puritanismo de Adolf Loosal estigmatizar el ornamento. Adorno argumentaba que el artesano necesita dejar huella de su trabajo manual que dentro de lo funcional también entre lo simbólico y que el ser humano necesita y seguirá necesitando los significados simbólicos.
Págs. 197- 246.“Alternativas”
En un mundo que ya no tiene un centro absoluto para interpretarlo todo, sin grandes relatos y legitimaciones, abandonada cualquier pretensión de reconstrucción de una ideología hegemónica, sigue siendo imprescindible, una labor cultural crítica, siguiendo aquel argumento que estaba en la raíz del marxismo y continúa en el posmarxismo; desvelar intereses y reclamar justicia. En ello la práctica de la arquitectura y el urbanismo tienen mucho que decir, si sabe renacer. Y tal como propone Rosi Braidotti, se ha de defender una política afirmativa y capacitadora, que frente a la destrucción, la especulación, el dominio y la negatividad proponga un cúmulo de prácticas micropolíticas de activismo cotidiano y de proyectos para crear mundos alternativos.
La crítica nos abre un nuevo horizonte y son muchas las acciones pendientes: desde registrar críticamente la realidad, mapeándola, hasta visibilizar aquello que se intenta borrar, que ha quedado oculto, como la aportación de las mujeres o la memoria de los movimientos sociales urbanos. Dicho proyecto crítico se ha de enriquecer por la defensa de unas nuevas subjetividades ecológicas y solidarias. Por ello, se ha de basar en valorar la experiencia y en potenciar el activismo, recuperando y reinterpretando dos de los conceptos de Hannah Arendt en La condición humana; la labor y la acción como características esenciales de la existencia humana. Y el objetivo de la arquitectura del futuro debería ser contribuir a la felicidad de los seres humanos, aportando espacios para sus labores, experiencias y acciones.
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