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Josep Lluís SERT

SERT, Josep Lluís

  • Arquitecto
  •  
  • 1902 - Barcelona. Catalunya.. España
  • 1983 - Barcelona. Catalunya.. España
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 BENEVOLO, L., Historia de la arquitectura moderna. Edit. Gustavo Gili. Barcelona, 1987.


 Págs. 621-669. ”Formación del Movimiento Moderno en Europa entre las dos guerras. Los progresos de la arquitectura europea entre 1930 y 1940”


5.- España.


Por otra parte, Josep Lluís Sert, que en mayo de 1928 se encuentra cursando el penúltimo año de los estudios de arquitectura, enterado de la visita a Madrid de Le Corbusier, remite a éste un telegrama citándole en la estación de Barcelona por donde aquél deberá pasar a su regreso a Francia. Le Corbusier ha recordado años después aquel primer encuentro que iba a suponer para los arquitectos catalanes el principio de una interesante colaboración: «En la estación de Barcelona me recibieron cinco o seis muchachos, todos de baja estatura, pero llenos de fuego y energía. La conferencia fue improvisada...» Al año siguiente, ya con el título de arquitecto, Sert marcha a París donde ingresará en el estudio de Le Corbusier, al tiempo que instala su propio despacho en Barcelona junto con Sixt Illescas, y organiza en las Galerías Dalmau una exposición de proyectos de arquitectura moderna que tendrá lugar de 13 al 17 de abril de 1929 en la que intervienen Sert, Torres Clavé, Illescas, Churruca y Rodríguez Arias entre otros. (Como comprobación del entusiasmo del grupo por las ideas lecorbusieranas se encuentra el hecho de que el único texto que acompaña al catálogo de dicha exposición lo constituya la traducción al catalán de algunos de los más conocidos postulados del maestro encabezados por uno de sus más divulgados slogans: Una gran época acaba de comenzar. Existe un nuevo espíritu»).


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CURTIS William. J. La arquitectura moderna desde 1900. Edit. Phaidon. Hong Kong, 2006. 


Págs. 305-327“La naturaleza y la máquina: Mies van der Rohe, Wright y Le Corbusier en los años 1930”


Es inevitable decir que una convincente ampliación de los principios del diseño moderno como la conseguida por (digamos) Aalto, Lubetkin y Terragni en la década de 1930 era más la excepción que la regla. Es sorprendente la rapidez con la que surgió una especie de academicismo moderno en el que el uso estereotipado de pilotis o muros encalados llegó a ser un signo de que se estaba  ¨al día¨.


Este mismo proceso de 'normalización' planteó la cuestión general de un estilo vernáculo moderno. A mediados de la década de 1930, había gente dispuesta a especular sobre la 'condición de anonimato' y a considerar la posibilidad de que la arquitectura moderna pudiese alcanzar la misma clase de práctica habitual y aplicación generalizada que tuvo el clasicismo en el siglo XVIII, por ejemplo en el periodo georgiano en Gran Bretaña.


En la década de 1930, la depuración, ampliación y elaboración de los principios capitales de la arquitectura moderna se complicaron y enriquecieron debido al nacimiento de nuevas ramificaciones alejadas de los puntos de origen, a veces en lugares con diferentes climas, tradiciones, proyectos sociales y modos de construir.


La represión de la nueva arquitectura por los regímenes dictatoriales de la Alemania nazi y la Rusia soviética obligó a algunos de los proyectistas más innovadores a abandonar su país, y se llevaron consigo sus ideas a tierras extrañas. Para comprender estos patrones de difusión y asimilación es necesario examinar algunos casos con detenimiento (por ejemplo, en los capítulos 19-21); por el momento, puede hacerse una somera distinción entre los lugares que recibieron del exterior una versión ya elaborada de la arquitectura moderna, y los que -aunque se apoyaron en un estímulo foráneo-desarrollaron movimientos modernos propios en paralelo a los de los principales centros de origen. La acogida de las formas modernas rara vez resultó fácil y habitualmente estuvo acompañada de debates relativos a su adecuación (o no) a las tradiciones culturales nacionales.


Checoslovaquia participó activamente en la definición de una arquitectura moderna en la década de 1920.


Y lo mismo, en menor grado, ocurrió con Japón, un país en el que la propia modernización planteó delicados problemas sobre el nivel aceptable de la influencia occidental. En México, las nuevas ideas arquitectónicas fueron promovidas por José Villagrán a mediados de la misma década, e impulsadas por Juan O' Gorman y otros, para luego incorporarse a una transformación social y tecnológica más amplia llevada a cabo por el estado mexicano. En España también hubo indicios de un movimiento moderno a finales de la década de 1920, que se consolidaron con José Luis Sert (colaborador de Le Corbusier y destinado a convertirse en presidente de los CIAM) hasta que estalló la Guerra Civil. En Suráfrica, Rex Martienssen y el grupo Transvaal hicieron una convincente traducción del Purismo a principios de la década de 1930 dentro de un medio social relativamente restringido; mientras que en Brasil, las actividades de Lúcio Costa y Óscar Niemeyer aseguraron la vitalidad de una corriente peculiar de la arquitectura moderna, sensible a un modo de vida tropical. En Palestina, duran e estos mismos años, los inmigrantes europeos elaboraron su versión del  'Estilo Internacional' y Erich Mendelsohn desarrolló una arquitectura moderna receptiva a las condiciones históricas y geográficas locales. Finalmente, por supuesto, hay que mencionar Gran Bretaña, Italia, Finlandia, Dinamarca y Suecia, países todos ellos con gérmenes aislados de ideas modernas en la década de 1920, destinados a  hacerse realidad con diversos grados de compromiso social: y bajo diferentes banderas ideológicas, en la década de 1930.


Págs. 395 – 415 “La arquitectura moderna en los Estados Unidos; inmigración y consolidación”


.... Algunos de los dramas de la transmigración ya se habían escenificado en la década de los 30, cuando los arquitectos tan diversos como Aalto, Niemeyer, Sakakura, Barragán y Sertestaban ocupados en encontrar formas en sintonía con los climas locales y sus modos de vida. La obra de las figuras trascendentales de los años 30 también reflejaba una nueva sensibilidad con respecto a la naturaleza y el lugar como Wright y Le Corbusier.


Págs. 513. ... En estas circunstancias (de la aceptación por los regímenes totalitarios), era comprensible que la monumentalidad fuese vista temporalmente con reparos por las mentalidades liberales, como si fuera, en sí y por sí misma, una característica inherentemente antidemocrática. Hacia 1943, sin embargo, Sigfried Giedion y José Luis Sert ya estaban debatiendo sobre una nueva monumentalidad que debería surguir del período de posguerra. En una declaración titulada "Nueve puntos sobre la monumentalidad" se referían a los monumentos como "hitos humanos... que pretendían sobrevivir al período que los había originado" y como "la expresión de las más elevadas necesidades culturales del hombre". También examinaban el papel de los símbolos colectivos y la necesidad de un urbanismo que "conllevase algo más que satisfacción funcional". Una década más tarde Giedion abogaba por la creación de centros simbólicos para las ciudades. Las reuniones de los CIAM pasaron de "las cuatro funciones" a una caracterización más nebulosa y "emblemática" de la forma urbana. Tal vez este cambio de tono fuese ligado a una visión más "permisiva" de la tradición y los antecedentes, expresada por Giedion en este mismo período.


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FRAMPTON Kenneth.,  Historia crítica de la  Arquitectura Moderna. Gustavo Gili. Barcelona, 1987. 


“Las vicisitudes de la ideología: los CIAM y el Team X, crítica y contracrítica, 1928-1968”


Pág.273-383. "Con la tercera y última fase de los CIAM, triunfó completamente sobre el materialismo del primer periodo. En 1947. en el VI congreso, celebrado en Bridgewater, Inglaterra, los CIAM intentaron superar la esterilidad abstracta de la "ciudad funcional' declarando que “el objetivo de los CIAM es trabajar para la creación de un entorno fisco que satisfaga las necesidades emocionales y materiales de las personas” Esta idea se desarrolló aún más bajo los auspicios del grupo inglés MARS, que preparo el tema de 'El núcleo' para el VIII CIAM, celebrado en Hoddesdon, Inglaterra, en 1951. Al elegir como argumento 'El corazón de la ciudad', MARS hizo que el congreso abordase un tema que ya había sido introducido por Sigfried Giedion, Jose Luis Sert y Fernand Leger en su manifiesto de 1943, en el que escribían: «La gente quiere que los edificios que representan su vida social y colectiva proporcionen algo más que una simple satisfacción funcional. Quieren satisfacer sus aspiraciones".


Para Giedion, al igual que para Camilla Sine, el 'espacio de apariencia pública' dependía necesariamente del marco monumental de las instituciones públicas que la delimitaban, y viceversa. Sin embargo, pese a su entonces patente interés por las cualidades concretas del lugar, la vieja guardia de los CIAM no daba indicación alguna de saber valorar de un modo realista las complejidades de la difícil situación urbana de posguerra; el resultado fue que los nuevos afiliados, procedentes de la generación más joven, estaban cada vez más desilusionados e inquietos."


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COLQUHOUN Alan.,  La arquitectura moderna. Una historia desapasionada. Gustavo Gili.Barcelona. 2005. 


Págs. 209- 229.“De Le Corbusier a las megaestructuras: visiones urbanas, 1930-1965” 


Fue en la década de 1940 cuando los defensores de una nueva monumentalidad comenzaron a relacionarla con un conjunto específico de ideas sociales y políticas. Esto ocurrió cuando los arquitectos modernos norteamericanos volvieron a identificar el monumento con la democracia, exactamente igual que habían hecho sus predecesores en la época del movimiento . El contexto de esta renovación fue el programa de construcciones de la política del New Deal aplicada por el gobierno norteamericano, que incluía Tennessee Valley Authority (TVA). En 1941, el arquitecto George Howe declaraba: “Las centrales eléctricas y los centros habitables de la TVA constituyen un esfuerzo por modernizar un nuevo modo de vida a partir de la tierra, el aire y el agua ( - ) y hacer de la tierra una imagen de la gente, de modo que la gente pueda llegar a ser una imagen de su tierra”. Tres años más tarde, Elizabeth Mock, responsable de arquitectura del Museum of Modern Art (MoMA) de Nueva York, escribe:


“Una democracia necesita monumentos, que sus requisitos no son los de una dictadura. Debe haber algunos edificios que eleven la sencillez cotidiana de la vida a un plano superior y más armonioso, edificios que de una forma digna y coherente a esa independencia del individuo y el grupo social que constituye la naturaleza misma de la democracia.”


En 1943, Sigfried Giedion--por entonces exiliado a los Estados Unidos-entró en el debate. En colaboración con el pintor francés Fernand Léger y el arquitecto catalán Josep Lluis Sert (1902-1983), escribió un manifiesto titulado Nueve puntos sobre la monumentalidad y lo continuó con un ensayo titulado La necesidad de una nueva monumentalidad. En este ensayo, Giedion se centraba en la necesidad de unos centros cívicos que simboliza en una idea de comunidad en la que colonizan todas las artes visuales creando así una nueva “Gerard Karten” Obra de arte total. La construcción de esta comunidad es distinta de la de Howe y Mock no invoca la idea de democracia, sino más bien, al menos implícitamente, el concepto alemán de Volk (el pueblo, la nación) La descripción que hace Giedion del centro cívico nos recuerda la kaus (cası del pueblo) de Taut, aunque su referencia más inmediata es Le Corbusier. Según Giedion, solo la imaginación de los verdaderos creadores resulta adecuada para construir los centros cívicos que nos faltan, para inculcar una vez más en el público el antiguo amor por las festividades y para incorporar todos los nuevos materiales, el movimiento, el color y las posibilidades técnicas. Quién más podrían utilizarlas para abrir nuevos caminos que alienten a las masas?.


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MONTANER, Josep María., Sistemas arquitectónicos contemporáneos. Gustavo Gili. Barcelona, 2008. 


págs.26-63. “Sistemas racionales” 


En 1942, Josep Lluís Sert recuperó la idea (de unidades vecinales) con énfasis en su libro Can our cities survive?al introducir morfologías configuradas por tipologías modernas como los bloques y las torres, y redefiniendo con precisión las características de una unidad vecinal: un conjunto urbano capaz de albergar a una población de entre 1.000 y 5.000 habitantes, a escala humana, susceptible de ser reco­rrido a pie y que dispone de viviendas y equipamientos para la educación, la sanidad, el comercio y el ocio. Albert Mayer y Le Corbusier las utilizaron en los superbloques de Chandigarh, y Lucio Costa las desarrolló explícitamente como principio básico para el proyecto de Brasilia...


...De hecho, en la arquitectura de mediados del siglo xx abundan los proyectos de campus. Una parte representativa aparece recopilada en el libro resultado di CIAM 8, celebrado en Hoddeston, editado por Jaqueline Tyrwhitt,8 Josep Lluís Sert y Ernesto Nathan Rogers, El corazón de la ciudad. Por una vida más humana a la humanidad. Entre otros ejemplos, encontramos una propuesta de estudiante del Pratt Instituto sobre "El núcleo de un área urbana" en Nueva York y el parque del Centro de la Paz en Hiroshima (1946-1956)de Kenzo Tange (1913-2005)....


... Josep Lluís Sert(1902-1983), arquitecto catalán exiliado en Estados Unidos nombrado presidente de los CIAM en 1947 en Bridgewater, fue de los primero en teorizar y poner en práctica una revisión de los principios del urbanismo moderno. Lo hizo con su libro Can our cities survive?(1942) y lo practicó junto a Paul Lester Wiener, con quien creó en Nueva York en 1942 Town Plannin Associates (TPA). Wiener era yerno del secretario de Estado del presidente Franklin Delano Roosevelt, de ahí las facilidades que el equipo de Sert y Wiene tuvo para dedicarse a proponer proyectos de planificación en ciudades latino americanas.'” Ambos fueron autores de propuestas de campus para los centre cívicos de sus proyectos, la mayoría no realizados, - como la Cidade de Motores, cerca de Río de Janeiro, Brasil (1943-1948), el centro administrativo de la nueva ciudad industrial de Chimbóte (1947-1949) y el plan para Lima (1947-1950), ambos en Perú, así como el plan piloto de Bogotá, Colombia (1950), con la intervención inicial de Le Corbusier. Desde la década de 1940 Ia forma de la ciudad y el diseño urbano pasaron a ser el foco principal de Ia teoría y la práctica de Sert, consciente de que el modelo de la máquina ya no era suficiente y de que el urbanismo moderno debía avanzar a partir de Ia síntesis de dos lógicas: la interpretación del centro cívico o corazón de la ciudad que adoptó la forma que hemos denominado campus y que respondería a Ia declarada necesidad de una nueva monumentalidad," y el desarrollo de unidades vecinales, que trataremos más adelante.


Otro ejemplo destacable de aquellos años fue el proyecto del conjunto urbanístico Casa Amarilla en Buenos Aires(1943), de Antonio Bonet, Amanci Williams, Hilario Zalba, Horacio Caminos, Eduardo Sacriste y Ricardo Ribas, un conjunto residencial fuertemente inspirado en proyectos de Le Corbusier como el plan Voisin, la Ville Radieuse y el plan de Buenos Aires, que se organizaba como un campus, con cuatro torres y con bloques longitudinales, uno de elle de centenares de metros con calles elevadas y perfil dentado.


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MONTANER Josep Maria., La modernidad superada. Arquitectura, arte y pensamiento del siglo XX .


Edit. Gustavo Gili. Barcelona, 2002.


págs.25-58 “Espacio y antiespacio. Lugar y no lugar en la arquitectura moderna”


En los años diez y veinte de este siglo quedaron establecidos los prototipos de este espacio moderno: las estructuras Domino y Citrohan de Le Corbusierlos pabellones de Mies van der Rohe. En los años treinta, tras la eclosión de las vanguardias, en cambio, tanto algunos de los maestros -el mismo Le Corbusier- como los miembros de la siguiente generación-Lucio Costa, Arne Jacobsen, Josep Lluís Sert-recurrieron a las figuraciones populares y a las arquitecturas vernaculares, intentando aprender de los detalles técnicos tradicionales. Ante una incipiente conciencia de la insuficiencia del lenguaje y de la tecnología moderna, estas referencias vernaculares tenían como objetivo otorgar "carácter" expresivo y "sentido común" constructivo. En el caso de Le Corbusier, es a partir del impacto que le produce su primer viaje a Latinoamérica en 1929 -Buenos Aires, São Paulo y Río de Janeiro- cuando empieza a considerar el valor de la naturaleza y de las características del lugar.


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