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LUCKHARDT, Wassili

  • Arquitecto
  •  
  • 1889 - Berlín. Alemania
  • 1972 - Berlín. Alemania
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FRAMPTON Kenneth.,  Historia crítica de la  Arquitectura Moderna. Gustavo Gili. Barcelona, 1987.  


Pág.118-124.La Cadema de Cristal. El Expresionismo arquitectónico europeo. 1910-1925 ”


La represión de la revuelta espartaquista en 1919 puso fin a las actividades públicas del Arbeitsrat für Kunst, y las energías del grupo se canalizaron en una serie de cartas conocidas como ‘Die gläserne Kette’, ‘La Cadena de Cristal’. Se trataba de esa ‘correspondencia utópica’ que Bruno Taut inició en 1919 con la siguiente sugerencia: “Todos y cada uno de nosotros dibujaremos o anotaremos, con breves intervalos de tiempo, de manera informal y a medida que el espíritu nos impulse […] las ideas que nos gustaría compartir con nuestro círculo”. La correspondencia incluyó a catorce personas, de las cuales tan sólo aproximadamente la mitad crearon obras de cierta trascendencia. Aparte de Taut, que se llamaba a sí mismo Glas, estaban Gropius (Mass), Finsterlin (Prometh) y Max Taut, hermano de Bruno, que firmaba con su verdadero nombre. Este círculo interno se complementaba con arquitectos que anteriormente sólo habían tenido una implicación marginal con el Arbeitsrat, en concreto los hermanos Hans y Wassili Luckhardt y Hans Scharoun. Aparte de suministrar material para la revista de Taut, Frühlicht, esta ‘correspondencia utópica’ sirvió para revelar y desarrollar las diversas actitudes representadas por el círculo. Taut y Scharoun, en especial, destacaban el importante poder creativo del inconsciente; el segundo escribía en 1919:  “Debemos crear igual que nuestros antepasados provocaron oleadas de creatividad; y habremos de contentarnos si con ello somos capaces de revelar una total comprensión del carácter y la casualidad de nuestras creaciones”.


... En la Exposición de la Secesión de Berlín, celebrada en 1923, Hans y Wissili Luckhardt, junto con Mies y algunos de sus contemporáneos, habían empezado a mostrar una forma de construir más funcional y objetiva, una corriente que llevó al año siguiente a la formación del Zehnerring. Hacia 1925 –cuando el Zehnerring se convirtió en Der Ring, con Härling como secretario- no habían aparecido divisiones entre las distintas posturas, puesto que su energía colectiva se estaba concentrando en superar la política reaccionaria de arquitecto municipal de Berlín, Ludwig Hoffmann. En 1928, sin embargo, una vez ganada esa batalla, el interés de Häring por lo ‘orgánico’ le llevó a enfrentarse con Le Corbusiercuando, como secretario de Der Ring, participaba en la fundación de los Congresos Internacionales de Arquitectura Moderna (CIAM) en La Sarraz, Suiza. Mientras Le Corbusier propugnaba una arquitectura basada en el funcionalismo y en las formas geométricas puras, Häring trataba en vano en atraer al congreso hacia su propia concepción de la construcción ‘orgánica’. Su fracaso no sólo acentuó la naturaleza no normativa y ligada al ‘lugar’ de su planteamiento, sino que marcó el eclipse final del sueño de Scheebart. Pese a todo lo que Scharoun hizo por ampliar esta visión en el periodo de posguerra –en las viviendas Romeo y Julieta, cosntruidas en Stuttgart entre 1954 y 1959, y en su última obra maestra, la Philharmonie, construida en Berlínentre 1956 y 1963-, la naturaleza idiosincrásica del enfoque ‘orgánico’ ha tenido desde entonces pocas posibilidades de prevalecer.  


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BENEVOLO, L., Historia de la Arquitectura Moderna. Edit. Gustavo Gili. Barcelona, 1987.


Págs. 438-493. "La Bauhaus y el exordio de los maestros"


3.- La herencia de la vanguardia alemana.


El ambiente de la vanguardia alemana, durante los años de la inmediata posguerra, es rico en experiencias contradictorias, unidas a la formación del movimiento moderno quizá sólo por una relación dialéctica de estímulo y confrontación. 


 La posición de Gropius, en el año 1919, es ya substancialmente opuesta al espíritu de la vanguardia dominante, en los círculos de aquel tiempo. Ocurre sin embargo, que otros protagonistas del debate artístico alemán, después de haber aceptado durante más tiempo los principios y métodos de trabajo de la vanguardia, encuentren luego, por su propia cuenta, un camino convergente con el de Gropius; para algunos la participación de la vanguardia se revela bastante casual, y su ulterior evolución es debida a la coherencia de un riguroso temperamento individual; es el caso de Mies van der Rohe; para otros, la adhesión a la vanguardia es la experiencia capital y el margen de desarrollo ulterior es el más limitado – como para Mendelsohn y los hermanos Luckhardt – puesto que el futuro histórico de su trabajo es la recuperación de la experiencia expresionista, decantada y difundida en el ámbito del movimiento moderno.


BENEVOLO, L., Historia de la arquitectura moderna. Edit. Gustavo Gili. Barcelona, 1987.


Págs. 565-600”El compromiso político y el conflicto con los regímenes autoritarios” 


2.-Alemania y Austria.


El cuadro de la cultura arquitectónica alemana, en la inmediata posguerra, es más o menos el siguiente:


Los maestros que encabezaron las luchas de vanguardia a principios de siglo son ahora los personajes más importantes en el campo profesional y académico: Peter Behrens, consejero artístico de la AEG y profesor de la Academia de Arte de Viena, Hans Poelzig (1868-1936) profesor de la Technische Hochschule de Charlottenburg y presidente de la Werkbund, Fritz Schumacher (1869-1947), Oberbaudirektor en Hamburgo; en Austria, después de la muerte de Wagner, en 1918, domina la figura de Hoffman, profesor de la Kunstgewerbeschule y Oberbaurat de la capital.


Los cuatro son casi de la misma edad (Behrens nación en 1868, Poelzig y Schumacher en 1869, Hoffmann en 1870). En el momento de la fundación de la Bauhaus, tienen alrededor de los cincuenta años y están en plena actividad: su formación dentro del grupo de vanguardia los hace sensible al clima de lucha de la posguerra y propensos a recibir las aportaciones de las nuevas corrientes. Así Poelzig y Behrens proyectan algunos edificios de inspiración expresionista, entre los más audaces y sugestivos (véase los diseños de Poelzig, de 1919 para el teatro de Salzburgo y las oficinas para Höchster Farbwerke en Frankfurt, construidas por Berhens entre 1920 y 1924); pero, acto seguido están dispuestos a seguir a los jóvenes del movimiento moderno, aceptando, dentro de lo posible, su método de investigación. Ambos participan en 1927, en la construcción de la Weissenhof en Stuttgart, y Behrens cierra su carrera con un edificio industrial, sencillo y suelto, que casi constituye la antítesis de sus macizas construcciones juveniles: la manufactura de tabacos en Linz, construida entre 1930 y 1934.


Entre ellos y la generación de Gropius (1883-1969) existe un grupo de profesionales ya afirmados antes de la guerra; Paul Bonatz (1877-1951; Bruno Taut (1880-1938), Dominikus Böhn (1880-1955), Hugo Häring (1882-1948) – todos alumnos de Theodor Fischer (1862-1938) y los dos primeros, además, colaboradores suyos, al principio de sus carreras – Fritz Höger (1877.1949), que trabaja en Hamburgo en la línea de Schumacher; el muniqués Otto Haesler (nacido en 1880) y el suizo Otto Rudolf Salvisberf (1882-1940), también educado en Munich.


Todos ellos, formados en la pausa entre la lucha cultural de 1900 y la desarrollada en la posguerra, son ajenos, en general, a las posiciones extremas y trabajan para introducir las aportaciones de los movimientos de vanguardia en un más amplio eclecticismo, preocupados sobre todo por no perder los contactos con los procesos constructivos y con el repertorio estilístico tradicional. Esto no sólo por cálculo profesional, puesto que la fidelidad a la tradición permite conservar constantemente el alto nivel técnico y acoger las innovaciones constructivas tras una oportuna prueba experimental; heredan el cuidado y la competencia casi artesanas propia de la arquitectura alemana de finales del siglo XIX.


Todos ellos son volubles y dotados de una fantasía fértil en todo lo que nos afecta a los datos técnicos. Reciben. Suavizándolas oportunamente, las aportaciones del expresionismo (Höger en la Chilehaus de Hamburgo, 1923) se comprometen en complicadas contaminaciones formales (Taut en el Ledigenheim de Schöneberg, de 1919) o en una sutil transcripción de formas rústicas (Bonatz en las casas de campo de Renania, Salvisberg en los primeros barrios obreros). Frente al movimiento moderno reaccionan de distintas maneras: algunos, fuertemente ligados ya al eclecticismo, no están en condiciones de participar en el nuevo curso de las experiencias, mientras otros se sienten atraídos, por distintos caminos, a la línea de Gropius y de Mies: Taut llega por vía teórica y se convierte en uno de los propagandistas de la nueva arquitectura. Haesler – consejero de la Reichsforschungsgesellschart para la economía de la edificación por medio de su experiencia en el campo de la construcción popular en Celle, Haring a través de una opción francamente formal. Todos conservan las huellas de su eclecticismo original, tanto en las inquietudes como en las sofisticaciones formales; basta considerar los bloques populares de Taut en los barrios berlineses de Britz (1926-1927) y de Zehlendorf (1927-1928), donde la composición está subordinada, con evidente artificiosidad, a algunos expedientes escenográficos, como la doble herradura en el centro del primer barrio.


Existen, además, los jóvenes que empiezan su actividad a caballo de la guerra. El movimiento moderno atrae muy pronto a algunos de ellos: Max Taut (1884-1967), Ludwig Hilberseimer (1885-1967), Ernst May (1887-1970). Luego los hermanos Hans (1890-1954) y Wassili Luckhardt (1889-1972) y Hans Scharoun (1893-1972) que empiezan a trabajar en la línea expresionista. A excepción de May,  ninguno de ellos aporta una contribución sustancial a la investigación de los problemas comunes; al contrario, es interesante ver cómo los más jóvenes, Schneider y Scharoun, se dejan llevar más fácilmente por una interpretación literal y formalista del lenguaje moderno; reciben la experiencia de los maestros como un repertorio ya acabado, y a veces, justifican con sus obras las actuaciones del esquematismo atribuidas al movimiento moderno; así como los escritos de Taut y de Hilberseimer justifican las calificaciones convencionales del “racionalismo” y el “funcionalismo”.

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