Págs. 547- 565.“ Extensión y crítica en la década de 1960”
En Italia el pasado nunca se había desterrado del todo, por supuesto, pero el 'milagro económico' de la posguerra se logró a expensas de un alto coste tanto para la ciudad como para el campo. La excesiva retórica tecnológica de la devaluada arquitectura moderna seguía encontrando resistencia en varios ámbitos: la imprecisa 'arquitectura orgánica'defendida por el historiador y crítico Bruno Zevi; un extravagante formalismo (en manos de arquitectos como Paolo Portoghesi) ; una crítica social de izquierdas en los escritos históricos de Leonardo Benevoloy en los textos neomarxistas de Manfredo Tafuri; y una continuación casi inconsciente de algunos de los impulsos del racionalismo italiano que implicaban una fusión de la disciplina abstracta y clasicista con los medios constructivos modernos. Como se ha mencionado anteriormente, el problema de relacionar los edificios nuevos con su contexto urbano ya se había debatido mucho en la década de 1950, Ernesto Rogersseguía manifestando su interés por la tradición en sus editoriales de la revista Casabella. Estos fueron también los años en los que el historiador Giulio Carlo Arganpublicó sus ideas sobre 'tipología': unas ideas que serían de considerable interés para arquitectos más jóvenes como Giorgio Grassi y Aldo Rossi, como puede apreciarse en el libro de este último, La arquitectura de la ciudad, publicado en 1966.
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Págs.11-64.“El Eclecticismo Historicista”
Las poéticas del eclecticismo historicista Como fundamento de los principales revivals arquitectónicos, desarrollados en la segunda mitad del siglo XVIII y durante todo el siglo siguiente, se encuentran la historiografía y la teorización, originadas de varias formas, de algunos estilos del arte del pasado. Como escribe Argan, «teorizar un período histórico significa trasladarlo del orden de los hechos al de las ideas, instituido como modelo»...
...Siempre sobre el tema de la relación entre el arte y fa técnica en fa corriente que estudiamos, escribe Argan: La verdadera técnica del artista es la técnica de proyectar: todo el arte neoclásico está proyectado con rigor. La ejecución es la traducción del proyecto por medio de instrumentos operativos que no son exclusivos del artista, sino que forman parte «de la cultura y del modo de vida de la sociedad (...). En este proceso técnico-práctico de adaptación se elimina necesariamente el acento individual, el capricho general de la primera invención, pero en compensación la obra adquiere un interés directo para la colectividad y cumple con el cometido de educación civil que la estática asigna al arte, en lugar de la antigua función religiosa y didáctica (-..). El artista ya no aspira al privilegio del genio, sino al rigor del teórico: no ofrece al mundo nuevas ideas para admirar, sino proyectos para realizar (...). La reducción de la icónica propia del arte a la técnica (o al método) de la proyectación marca la separación definitiva del arte de la tecnología y de la producción del artesanado, y la primera posibilidad de enlace entre el trabajo imaginativo del artista y la naciente tecnología industrial (...), El arte neoclásico se sirve sin ningún tipo de prejuicios de todos los medios que la técnica pone a su disposición. En la arquitectura, el principio de la correspondencia entre la forma y la función estática lleva al cálculo escrupuloso de las cargas y los empujes, al estudia de la resistencia intrínseca de los materiales; es precisamente la arquitectura neoclásica la que experimenta los nuevos materiales y revaloriza, en el plano estético, el estudio técnico-científico de los ingenieros.
No hay duda de que este particular acento proyectual y este vínculo con la tecnología moderna son algunas de las mayores características del neoclasicismo, es decir, del clasicismo del siglo xix; así, llevando la discusión a sus consecuencias extremas e identificando precisamente los adjetivos «clásico» y «racional», podamos decir que toda la arquitectura rigurosa y ordenada que ha surgido posteriormente ha seguido teniendo una impronta clasicista. Además, indagando con mayor profundidad pueden encontrarse algunos puntos comunes entre el neoclasicismo y la producción de los ingenieros. Estos últimos, cuando han tratado de dar una forma a sus cálculos, no han encontrado otros principios a su alcance que los clasicistas, como la simetría, la centralidad, el sentido cerrado y compacto de los organismos, etc. Por su parte. los arquitectos han tratado la obra y los métodos de los ingenieros de la manera que hemos visto arriba; y esta convergencia se ha verificado no sobre la base de un compromiso obvio, sino más bien en virtud de una idea, tal vez mítica pero fuertemente sentida, por la que tanto en las raíces de una como de la otra aportación aparece el número, la conmensurabilidad, la norma. En base a un principio normativo (pensemos, entre Otras cosas, que en 1799 se establece el sistema métrico decimal, si bien sólo fue ratificado internacionalmente en 1875) y a la formación de los respectivos códigos, la ciencia y la técnica de las construcciones, por un lado, y la composición arquitectónica, por otro, han encontrado sobre todo, además de una convergencia operativa, una didáctica; y nos referimos, en particular, al curso de arquitectura dictado en la Ecole polytechnique por J. L. N. Durand, centrado todo él sobre la investigación tipológica y sobre la combinación y articulación de elementos preestablecidos y codificados. Finalmente, si hubiéramos de indicar la manifestación más moderna y actual del método y del gusto neoclásico, no dudaremos en identificarla con el procedimiento iterativo de los elementos arquitectónicos para formar ambientes y complejos urbanos.
Págs.351-381.“La arquitectura orgánica“
."Pero el movimiento orgánico ha demostrado también sus limites en el plano ideológico. Aunque la historiografía y la critica han recibido una aportación innegable, ha formulado, por otra parte, una serie de previsiones que no se han cumplido y no siempre aclaratorias de las condiciones reales en que ha operado la cultura arquitectónica: la reconstrucción, la planificación urbanística, la incidencia sobre las autoridades políticas y sobre la opinión pública. Como ha escrito Argan,"la contraposición de la formula ‘orgánica’ y la ‘racional’ es un recurso humanamente comprensible como intento dialéctico de forzar una situación sin salida: pero no puede olvidarse que la arquitectura <
Págs.263-350.“El racionalismo"
(Sobre la Bauhaus). Esta operación, al tiempo sociológica, didáctica y estilística, en el sentido de que contribuyó a la institución de la metodología y del lenguaje racionalista, nos parece no sólo la más significativa en el desarrollo de la Bauhaus, sino también la más tangible e indiscutible, mientras que el resto de las ambiciones, los programas, las crisis y sobre todo el significado político de la escuela han ido dando vida a un debate, de indudable interés crítico, pero hasta tal punto oscilante entre la hagiografía y el repudio que llega a volver incomprensible el sentido y la aportación de la didáctica de Gropius, hecha excepción de la monografía de Argan, que sigue siendo el mejor estudio sobre este tema La «técnica» del racionalismo. Con una visión tan esquemática como eficaz, Argan ha trazado así un resumen del racionalismo:
“«La lucha por la arquitectura moderna ha sido una lucha política, más o menos encuadrada en el conflicto ideológico de fuerzas progresistas y de fuerzas reaccionarias: lo demuestra el hecho de que allí donde han tomado el poder las fuerzas reaccionarias, aplastando a las progresistas (con el fascismo en Italia, con el nazismo en Alemania, con la predominancia de la burocracia del estado sobre el impulso revolucionario en la URSS), se ha perseguido y reprimido a la arquitectura moderna. La arquitectura moderna se ha desarrollado en todo el mundo siguiendo unos principios generales: 1) la prioridad de la planificación urbanística sobre la proyectación arquitectónica; 2) el mayor aprovechamiento del uso del suelo y de la construcción para poder resolver el problema de la vivienda, aunque fuera al nivel de la «existencia mínima»; 3) la racionalidad rigurosa de las formas arquitectónicas, entendidas como deducciones lógicas (efectos) a partir de exigencias objetivas (causas); 4) la apelación sistemática a la tecnología industrial, a la normalización, a la prefabricación en serie, es decir, a la industrialización progresiva dela producción de los bienes relacionados con la Vida cotidiana (el diseño industrial); 5) la concepción de la arquitectura y de la producción industrial cualificada como factores condicionantes del progreso social y de la educación democrática de la comunidad».
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BENEVOLO, L., Historia de la arquitectura moderna. Edit. Gustavo Gili. Barcelona, 1987.
Págs. 565-600”El compromiso político y el conflicto con los regímenes autoritarios”
3.-Italia.
La crítica de arte proporciona escasa ayuda en la aclaración de estos problemas. Los críticos de la generación más joven, alimentados por el pensamiento de Croce -GC. Argan, R. Giolli, CL Rapghianti- se inclinan por un liberalismo artístico que les lleva a apoyar el movimiento moderno, pero que les impide, a su vez, la plena comprensión de los problemas que el movimiento suscita.
Croce ha enseñado a considerar la distinción entre los valores artísticos, lógicos, económicos y éticos como primaria y categórica y, en cambio, su asociación en los individuos y en las situaciones concretas, como secundaria y convencional. Esta enseñanza ha dado fuerzas, anteriormente, a otros campos de la cultura italiana, ayudando a reconocer el carácter específico e irreducible de los intereses propios de cada campo, y eliminando varias formas de confusión e interferencia entre intereses de distinto orden, pero, ahora, obstaculiza en gran medida los esfuerzos por una ulterior renovación, inspirando un falso sentido de superioridad ante cualquier tema nuevo, que se considera ya superado de antemano, asimilándolo a uno u otro de los prejuicios críticos de Croce.
En arquitectura, el crocianismo -que proviene de una línea de pensamiento completamente distinta de la que lleva el movimiento moderno- impide ver, precisamente, el carácter de novedad incluido en la tesis racionalistas, e inmoviliza en esta dirección los esfuerzos de la parte mejor y más abierta de la cultura italiana. Los razonamientos de un Le Corbusier y de un Gropius se consideran motivaciones ficticias, obstáculos al disfrute directo de sus obras, y se prefiere considerar a cada uno de ellos como un «artista» a la vieja usanza.
Así, a causa de la prisa por afirmarse en el plano organizativo y por falta de una respuesta adecuada de la cultura contemporánea, los intentos del grupo «7» y del MIAR desaparecen antes de concretarse en un verdadero movimiento. De ahora en adelante, los mejores trabajan por su cuenta o en pequeños grupos y, en la incertidumbre que se crea, logran vencer algunas batallas particulares.