La arquitectura moderna a partir de los años 1970, se nos muestra como un delta de un río, lleno de múltiples corrientes. Son muchas las maneras de estudiar y comprender las realizaciones que se llevan a cabo: arquitectos, tendencias generales, culturas nacionales, tipos de edificios, paradigmas cambiantes, historia, propaganda, intereses partidistas, modas temporales, inmediatez... Ampliándose los territorios culturales: Local- Global, centro urbano, región, nación, colisión y solapamiento entre viejo-nuevo, natural-artificial, campo-ciudad... con múltiples referencias geográficas cruzadas en medio de un plural comercio intelectual. Las antiguas certezas y creencias se desvanecen, el utopismo está desacreditado y va creciendo con los postmodernos la obsesión por el collage, los fragmentos y la manipulación del lenguaje arquitectónico.
Como alternativa al "estilo único" del Movimiento Moderno se va a generar un postmodernismo cosmético, con dislocaciones clasicistas sin orden y disciplina, con una superficialidad de enfoque que lucha por conciliar la modernidad y la tradición. En el capítulo se comentan: Las dislocaciones tradicionales y clasicistas de Ricardo Bofill, Michael Graves, los "reagonimics" de USA, la arquitectura tradicional de Quinlan Terry, los neorracionalistas italianos con sus devaluadas versiones postmodernas (Aldo Rossi, Giorgio Grassi), los arquitectos suizos del Cantón de Tiizino (Luigi Snozzi, Aurelio Galfetti, Livio Cacchini, Mario Botta), el interés por la estructura desnuda de las ruinas de Francesco Venezia y las obras de los años 1980 de los arquitectos españoles Rafael Moneo y Juan navarro Baldeweg.
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