La integración histórica entre arquitectura y naturaleza (“mimesis”), se ha visto alterada de forma significativa a nivel planetario a partir de la revolución industrial. El crecimiento ilimitado y el sistema de vida que va unido a ello, empieza a estar cuestionado. La idealización del campo se ha puesto de manifiesto durante estos dos últimos siglos por personajes como E. Howard con sus propuestas de ciudad jardín, o el mismo F. LL. Wright con la arquitectura organica.
Sin embargo si tenemos en cuenta la realidad contemporánea se basa cada vez más en el predominio del patrimonio artificial por encima del entorno natural, en el flujo de crecimiento continuo de la metrópolis… Estas tendencias van cambiando, dándose cabida cada vez con más frecuencia a arquitecturas que bajo la etiqueta de ecológicas, intentan cambiar el devenir del futuro inmediato. El desarrollo tipológico de patios e invernaderos, las construcciones con formas escalonadas, los edificios semienterrados, las estructuras ligeras reciclables o nómadas, la potenciación de los espacios comunitarios y de diversidad cultural… tienen en cuenta una serie de principios de la arquitectura sin arquitectos, que de forma orgánica se han ido desarrollando durante siglos en pleno contacto con la naturaleza que nos circunda y su respeto a ella.