Este capítulo explora las contribuciones de dos arquitectos franceses, Auguste Perret y Tony Garnier al debate arquitectónico del momento, profundizando sobre la influencia que sus maestros Julien Guadet y Auguste Choisy tuvieron sobre ellos.

Aunque respetado académicamente, Garnier rompió con la tradición alejándose de las normas convencionales y enfocándose en proyectos como la "Cité Industrielle", influido por ideas futuristas, que tuvo su mejor reflejo práctico en sus actuaciones llevadas a cabo en la Ciudad de Lyon gracias al apoyo de su alcalde Edouard Herriot.

 Por otro lado, Auguste Perret combinó la estética clásica con la innovación estructural del hormigón armado, siendo precursor en su aceptación. Su obra maestra, Notre Dame de Raincy, fusiona elementos de tradición académica, promoviendo una arquitectura moderna que reflejaba su época, enfatizando la importancia del uso prudente de los materiales y la armonía en la composición. Si bien al final de su carrera el estilo de Perret evolucionó hacia el clasicismo, su legado radica en haber popularizado el hormigón armado como un material constructivo aceptable.