En el presenta capítulo el autor establece una comparativa entre la arquitectura europea y estadounidense que se realiza a lo largo del siglo XIX. Una vez conseguida la independencia, los americanos pudientes que se acercan al viejo continente, se alojan en lujosos hoteles como el Grand Hotel en Scarborough(Yorkshire) o el Midland Grand St. Pancras Station (Londres), que vienen a ser la quintaesencia del placer arquitectónico del momento. Estructura y ornamento se entremezclan en estas realizaciones del eclecticismo historicista, que tiene al Londres victoriano y al Paris de la reforma del Barón Haussman (en la época de Napoleón III), la ampliación del Museo del Louvre y la Opera de Garneir, como referentes a tener en cuenta.
La impronta de la mecanización y el cambio de valores, están presentes en el pensamiento de William Morris, John Ruskin y en las obras de Gilbert Scott, William Butterfield, Norman Shaw o Eden Nasfield, cuyos edificios se mueven entre la ideología del goticismo, el Old English, Queen Anne Style y la alternativa tecnicista mecánico-constructiva.
La América de la época victoriana, abre la puerta a un debate arquitectónico, que se mueve entre “la copia ecléctica europea” (Revival griego / Manera italianizante / Styck Style, el monumentalismo del Laisser-faire…), la difusión de estilos propios (tendencia hacia una arquitectura vernácula, estilo ripias), y el nuevo horizonte americano que se produce con el crecimiento del país y al aumento de población urbana en sus ciudades más significativas como New York o Chicago. Esta nueva situación obliga a nuevos planteamientos ocupacionales, con la potenciación de los rascacielos (Escuela de Chicago). Que derivará a que Estados Unidos se convierta en un referente arquitectónico a nivel mundial.
Profesionales de la construcción y arquitectos mayormente desconocidos como Alfred B.Mullett ,William Appelton Potter, Samuel Sloan, H.H.Richardson… tienen su espacio con el análisis de alguna de sus obras más significativas.