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CRIPPA, María Antonietta., Antoni Gaudí 1852-1926. De la naturaleza a la arquitectura. Edit. Taschen. Colonia, 2007


p.39. "El edificio marcó la conclusión de una etapa de búsqueda compositiva gaudiana basada en una interpretación personal y racional de los estilos históricos, desde el románico al mudéjar, al gótico o al barroco. El edificio, excepcionalmente sometido a un orden simétrico en toda su superficie, es una propuesta neobarroco muy comedida, a la que se aplicó una sensibilidad modernista, evidente en muchos detalles. 


Los hijos del industrial textil Pere Mártir Calvet encargaron a Gaudí que realizara una construcción que les permitiera albergar los almacenes y el negocio en el sótano y la planta baja, una vivienda señorial en la primera planta o planta noble, y seis viviendas para alquilar en los tres pisos superiores. El arquitecto se atuvo rigurosamente a las normativas de las nuevas viviendas dictaminadas en el plan de ampliación de Barcelona, el Eixample, firmado por el ingeniero Ildefons Cerdá en 1895. Según las indicaciones del plan, los edificios residenciales debían construirse en manzanas iguales, ochavadas, en forma de cuadrilátero con las esquinas cortadas, de manera que el espacio interior quedaba libre y se destinaba a jardín. Lo más habitual eran las construcciones de planta rectangular dotadas de escalera interior. Las viviendas tenían que abrir a las dos fachadas principales. Los baños, cocinas y depósitos debían ubicarse en el centro del volumen de la finca, junto a patios de ventilación, y, a veces, podían estar cerca de las escaleras. Este esquema también preveía que la primera planta estuviera ocupada por la vivienda noble, mientras que el resto de las plantas se dividían en dos o tres viviendas.


La construcción de Gaudí, situada junto a la calle principal, en el corazón del Eixample, se desarrolla en cinco plantas exteriores. En la planta baja, la fachada principal presenta cinco amplias aberturas; la central está coronada por una galería pequeña pero ricamente decorada. Esta emerge con fuerza de la fachada, revestida de bloques de piedra arenisca de superficie rústica, de la que también sobresalen una serie de balcones superpuestos en cinco hileras verticales. Los balcones presentan dos formas; algunos tienen una amplia base  trilobulada de piedra única apoyada en una ménsula esculpida y, en cambio otros son escasamente prominentes. Tanto unos como otros están protegidos por barandillas de hierro forjado formando espirales verticales acabadas en forma de volutas. Bajo la galería que corona la entrada principal aparecen esculpidos la inicial del apellido del propietario, un ciprés, símbolo de la hospitalidad, y el escudo de Catañuña. Sobre la galería se aprecian esculturas de hongos de diversas especies en la parte baja y, en la parte alta, aparece la cornucopia de Amaltea, de la que desbordan todo tipo de frutas. A las esculturas de piedra se engarzan elementos de hierro forjado en forma de espirales y volutas. 


Las crestas redondeadas que coronan la fachada son de estilo barroco y en sus bases aparecen los bustos de San Ginés de Arlés y San Ginés de Roma, así como el de San Pedro Mártir, patrón del propietario. Los bustos de piedra esculpida están coronados por un haz de rayos de hierro forjado. En el centro de las crestas redondeadas se abren dos minúsculos balcones, a los que están unidas dos poleas para subir los muebles a los distintos pisos. Por último, las cretas están coronadas con un soporte de piedra donde reposan cruces pequeñas de hierro forjado. La fachada posterior también resulta de interés, pues de ella emerfen galerías y balconcillos de piedra, esa vez de estilo modernista. 


La estructura de carga del edificio es tradicional; las paredes perimétricas exteriores, de piedra, y las interiores, de ladrillo macizo, son de carga. Los techos de las plantas destinadas al negocio son enormes y se sostienen por entramados de largas vigas metálicas. Por el contrario, los techos de las viviendas, presentan la llamada bóveda catalana de ladrillo, apoyada en viguetas de hierro y cubierta de artesonado de madera. 


En el vestíbulo sorprende le minucioso diseño del ascensor y de su puerta metálica, rodeada de balaustras de granito y columnas salomónicas. Alrededor del ascensor se desarrolla la escalera con barandilla de hierro laminado trabajado para formar una malla de círculos concéntricos. Los tiradores y embellecedores de la puertas son un trabajo de orfebrería a base de bronce y hierro. El propio Gaudí diseñó gran parte del mobiliario del apartamento señorial y del negocio de los propietarios. Son muy celebres, en particular, la silla, el sofá y la escribanía - esta última de roble - por su funcionalidad, robustez constructiva y exquisita ebanistería- En la planta baja siguen presentes los separadores originales de madera y vidrio que delimitan con elegancia los salones de un restaurante. 


En junio de 1900, el edificio recibió el primer premio arquitectónico del Ayuntamiento de Barcelona por ser el edificio más valorado, original, funcional y tecnológicamente moderno de los que se construyeron ese año. Gaudí dedicó mucha energía en diseñar todos los detalles. Una vez más meditó a fondo su objetivo, no sólo con numerosos planos, sino también con la ayuda de una maqueta de yeso a la que iba introduciendo modificaciones, la última de las cuales fue aplicada cuando el edificio ya estaba en construcción":


 

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