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CURTIS William. J.  La arquitectura moderna desde 1900. Edit. Phaidon. Hong Kong, 2006.


Págs. 87-97.“Los ideales del Arts & Cradts en Gran Bretaña y los Estados Unidos” 


Otra caracterfstica del desafio domestico creativo del periodo eduardiano era la fusion de la casa con el entorno del jardin mediante el use de pergolas, senderos, jardines rehundidos y similares. Sin duda, no se permitia que la `rusticidad' de la casa arts and crafts fuese demasiado tosca ni que se alejase demasiado de la elegancia y la urbanidad de los usuarios de clase media. En la Hill House o 'Casa de la Colina', en Helensburgh (1902-1903), construida para el editor Walter Mackie, Charles Rennie Mackintosh proyectó no solo la casa y todos sus accesorios y aditamentos, sino tambien las dependencias anejas, las puertas del jardín, los muros, las terrazas y las pérgolas, todo ello como parte de una concepción estética unificada. El resultado era una obra de arte total, un realce estético de todos los rituales de la vida familiar, desde la `cara presentada a los invitados que llegaban al vestíbulo, a la relativa regularidad del comedor y la sala de estar, y a los mundos más irregulares y privados de los rincones de las chimeneas, los dormitorios, la biblioteca y los asientos del jarcian. Los ecos eran locales y tradicionales; las reverberaciones, internacionales, incluso universales, pues la Casa de la Colina fue uno de los varios proyectos de Mackintosh que iba a inspirar nuevas tendencias en el extranjero. Era la nítida interacción de los pianos murales y los huecos, las siluetas y las superficies, así como la exaltación directa de elementos funcionales coma las chimeneas, lo que hacía atractivo este edificio para la vanguardia vienesa. En efecto, «Mackintosh desarrolló el aire algo enrarecido y frio de la tradición vernácula escocesa y lo transformó en un estilo vivo de principios del siglo xx [...].


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FRAMPTON Kenneth., “Charles Rennie Mackintosh y la Escuela de Glasgow, 1896-1916” enHistoria crítica de la  Arquitectura Moderna. Gustavo Gili. Barcelona, 1987.  Págs.74-78.


Exteriormente, la fachada blanca, contenida pero moldeada, de los salones de té de Willow era del mismo género que los proyectos de casas parecidas a las de Voysey proyectadas por Mackintosh a finales de siglo, o que las dos casas enfoscadas casi señoriales que realizó en Kilmacolm y Helensburgh entre 1899 y 1903. Como ha escrito Robert Macleod, “estas casas eran la expresión de un desaliño consciente y revelaban una actitud opuesta a lo bonito, que tenía sus principales exponentes históricos en William Butterfield y Philip Web”. El obstinado intento por parte de Mackintosh de fundir lo ornamental con lo desalineado a menudo estaba lejos de resultar afortunado, y las casas parecen algo caóticas e indecisas cuando se comparan con la magnífica y extraordinariamente influyente “Casa para un amante del arte” diseñada por Mackintosh como propuesta para el concurso restringido organizado en Darmstadt por Alexander Koch en 1901.


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FUSCO Renato de .,  Historia de la arquitectura Contemporánea. Ed. Celeste. Madrid,1992. 


Págs.97-131.“El Art Nouveau” 


Mackintosh construye en Helensburgh esta gran residencia unifamiliar en 1902, en los años de pleno éxito, tras la participación en la muestra de la Sucesión de 1900 en Viena y en la exposición de 1902 de Turín. En la planta baja de la casa ocupan el cuerpo principal las habitaciones de estancia, orientadas al sur. El cuerpo que contiene los servicios esta perpendicularmente a este, y determina con el otro ala, que comprende la entrada y una sala de billar, una planta en “U” alrededor del jardín. En el piso superior los dormitorios dominan tanto los ambientes de estancia como el grupo de servicios. En correspondencia con el grupo ocupado en planta baja por los servicios se eleva un ático en el que se encuentran más dormitorios. Los tres pisos están comunicados por una escalera de caracol visible desde el exterior, mientras que otra escalera grande sirve a los dos pisos principales de la casa.


En el exterior, el alzado oeste presenta una gran pared cuya silueta sigue el trazado de la cubierta; sobre ella destaca el cuerpo de la sala de billar, la chimenea y el bow-window del ambiente que está por encima del pórtico de entrada; la chimenea y el bow-window están fundidos en una única conformación plástica. En el frente sur, el mayor número de aberturas no impide la predominancia de los macizos sobre los huecos; destacó la veranda encajada en el ángulo que forma esta pared con el cuerpo perpendicular y la solución de la chimenea en esquina contra la que se abren las dos ventanas del segundo piso. En la esquina entre los alzados sur y este, mas alta porque corresponde a la parte del ático, se encaja la escalera helicoidal coronada por una cubierta cónica. La fachada norte se abre sobre el jardín y se eleva del plano del terreno, mientras que los otros frentes arrancan de un nivel superior y están rodeados por un alto muro de cerramiento. Las analogías con algunas casas de Voysey son numerosas, pero el lenguaje es aquí bastante más rico: además de la presencia de elementos Art Nouveau, las originales soluciones de esquina, que representan uno de los primeros ejemplos de descomposición de la masa volumétrica en una serie sucesiva de planos, anticipando así el tema dominante que volveremos a encontrar en la corriente neoclásica.


Como habíamos ya citado en la primera parte de este capítulo, si el exterior de esta casa pertenece al dominio del rigor volumétrico, de los planos que se cortan, de la clara uniformidad colorística de los revestimientos, su interior, en el que Mackintosh proporciona la mejor prueba de su gusto como decorador, pertenece a dominio de la línea, del color, del juego de tramas cuadriculadas y de influencias rítmicas. En su conjunto, la Hill House hace pensar en un fruto nacido en un clima nórdico, en el que a su desnudez descarnada y robusta de la corteza corresponde una pulpa rica de formas, de colores, de delicados jugos vitales; y esta semejanza parece confirmar la particular síntesis de organicidad y abstracción peculiar a la corriente del Art Nouveau que se encarna precisamente en las obras de este arquitecto escocés.


Págs. 145-148. "Obras del Art Nouveau".


 Construída para el editor Walter Blackie, tiene algo de castillo escocés, por sus muros desnudos, sus ventanas con maineles cuadriculados y su crujía en forma de torre. En Hill house, Casa de la colina Mackintosh proyectó no sólo la casa y todos sus accesorios y aditamentos, sino también las dependencias ajenas, las puertas del jardín, los muros, las terrazas y las pérgolas, todo ello como parte de una concepción estética unificada. El resultado es una obra de arte total, un realce estético de todos los rituales de la vida familiar, desde la “cara pública” presentada a los invitados que llegaban al vestíbulo, a la relativa regularidad del comedor y la sala de estar, y a los mundos mas irregulares y privados de los rincones de las chimeneas, los dormitorios, la biblioteca y los asientos del jardín. Los ecos eran locales y tradicionales, incluso universales, pues la Hill House fue uno de los varios proyectos de Mackintosh que iba a inspirar nuevas tendencias en el extranjero. Era la nítida interacción de los planos murales y los huecos, las siluetas y las superficies, así como la exaltación directa de elementos funcionales como las chimeneas, lo que hacía atractivo este edificio para la vanguardia vienesa. En efecto, “Mackintosh desarrolló el aire algo enrarecido hoy frio de la tradición vernácula escocesa y los transformó en un estilo vivo de principios del siglo XX”. PEEL Lucy, POWELL Polly, GARRET Alexander. Introducción a la Arquitectura del siglo XX.CEAC. Barcelona, 1990.


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