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COLQUHOUN Alan.,  La arquitectura moderna. Una historia desapasionada. Gustavo Gili.Barcelona. 2005. 


Págs. 137-157.“Retorno al orden: Le Corbusier y la arquitectura moderna en Francia, 1920-1935” 


Le Corbusier antes de la I Guerra Mundial. ... La obra inicial de Jeanneret muestra ya ese deseo de conciliar la tradición arquitectónica con la tecnología moderna que iba a caracterizar toda su carrera. Mientras trabajaba en La Chaux-de-Fonds, entre 1911 y 1917, se dedicó a tres tipos de proyectos: la investigación sobre la aplicación de las técnicas industriales a la vivienda colectiva en un marco de ciudades jardín suburbanas inspiradas en Camilo Sitte; los interiores burgueses de estilos imperio y directorio; y el diseño de villas neoclásicas. De las tres villas que construyó en los aledaños de La Chaux-de-Fonds —la Jeanneret(1912), la Favre-Jacot (1912) y la Schwob (1916)—, las dos primeras estaban profundamente influidas por las casas neoclásicas de Behrens; y la tercera, por el uso que hacía Perret de la estructura de hormigón armado. Durante este período, sus frecuentes visitas a Paris le mantuvieron en contacto tanto con Perret como con los círculos franceses de las artes decorativas, en los cuales su «estudio» había gozado de cierto «éxito de prestigio».  


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 CURTIS William. J.  La arquitectura moderna desde 1900. Edit. Phaidon. Hong Kong, 2006.


Págs. 131 - 147.“Mitos nacionales y transformaciones clásicas”  


Los primeros historiadores de la arquitectura moderna se centraron en las obras maduras de los “maestros modernos” y no hicieron prácticamente nada por desvelar sus esfuerzos formativos y sus deudas con el pasado. Esto concordaba con la necesidad de proyectar esta nueva arquitectura como una expresión directa del espíritu de la era moderna, pero también tuvo como efecto ocultar la tensión esencial entre las ideas heredadas y  las invenciones radicales.


Hay que recordar también que la primera obra de Le Corbusier (Charles Edouard Jeanneret) la villa Fallet en su ciudad natal de Chaus de Fonds, Suiza 1912, estaba hecha en una modalidad regionalista del Jura que satisfacía muchas de las intenciones del romanticismo nacional. Este edificio evocaba las granjas vernáculas locales de cubiertas empinadas, abstraia las formas de las coníferas y los estratos de roca en su forma global y sus detalles, y encarnaba los ideales de Ruskin sobre el uso de motivos naturales. Loa años formativos de Le Corbusier se tratan en el capítulo 10, pero aquí conviene mencionar su deuda con Perret y Behrens, sus viajes iniciados a Grecia y Roma, su pasión por la forma ideal y sus capacidad para transformar las enseñanzas de la historia en vocabularios orientados a las realidades culturales coetáneas. Buena parte de ello era visible en la fase inicial de la evolución de Le Corbusier, e incluso un proyecto juvenil como la xasa Favre -Jacot, de 1912, revela ya la capacidad del arquitecto para combinar influencias clásicas diversas (de Behrens, de Palladio, de los Hôtels particuliers parisienses y de las casas romanas de Pompeya) en una formulación coherente. Curriosamente este mismo proyecto  pretendía satisfacer un programa "regionalista" ya que el arquitecto había asimilado los escritos de un tal Alexandre Cingria-Veneyre, que propugnaba un clasicismo depurado como el estilo apropiado para la Suia de habla francesa. En la casa Favre-Jacot, el arquitecto incluso, se inventó una versión alpina del ornamento clásico.


Más allá de las fases concretas de la historis, Le Corbusier deseaba desvelar las constantes y continuidades subyacentes.  El mismo arquitecto que anuniaba una utopía de la era de la máquina, y que tanto había comprendido del Cubismo, consideraba el Partenón como la creación arquitectónico suprema y se mostraba entusiasmado con la estructura desnuda de las ruinas romanas. Aunque sus obras paraigmáticas de la década de 1920 aparentemente abandonaron el aparato de las formas históricas, nunca perdió el contacto con la tradición. Tal vez se refería a los fundamentos establecidos en sus años iniciales cuando afirmaba en 1929 (la cumbre de su experimentación moderna): "Hoy se me acusa de ser un revolucionario. Sin embargo, confieso tener sólo un maestro, el pasado y sólo una disciplina, el estudio del pasado".


Paradojicamente, la propia capacidad para contemplar la historia con esta clase de perspectiva de largo alcance y anchura de miras se fundaba en el abanico de opciones eclécticas proporcionadas por el siglo XIX; también de sus valores primordiales y abstractos sin la mediación de un lenguaje o una convención en particular.


Págs. 163 - 181.“La búsqueda de la forma ideal por parte de Le Corbusier”


Tras la etapa de los viajes... Jeanneret pasó los años siguientes en Suiza, trabajando por la fundación de un movimiento regionalista del Jura que aunase una supuesta síntesis 'mediterránea' de ideas germánicas y francesas, pero esto no llegó muy lejos. Pese a ello, fue a esta fase a la que correspondió la casa Favre-Jacot (figura 159). En el mismo periodo, en torno a 1912, Jeanneret también proyectó en La Chaux-de-Fonds una casa para sus padres que combinaba varias influencias clasicistas del momento, procedentes de Viena y Alemania, con su propia interpretación de las condiciones suizas coetáneas....


... La nueva complejidad del lenguaje visual de Le Corbusier también le proporcionó medios más sutiles para combinar varios niveles de significado en una sola configuración. La Villa Stein/ de MOnzie fundía imágenes y tipos de variada geneaología. Aunque hacía realidad lavisión de una "máquina de habitar", el piano nobile, la entrada y la secuencias procesionales, las proporciones armónicas y el aire noble revelaban un penetrante sentido cláico. La idea de un recorrido procesional en coche, una entrada angosta y una serie de movimeintos laterales que llevan a un jardín ya estaba presente el la casa Favre -Jacot de 1912. En Garches tembién había ecos de un proyecto de Adolf Loos para una villa en el Lido de  Venecia en 1923.


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