Págs.109-136 ."La ingeniería y la arquitectura en el siglo XIX”
Lo que aún perduraba de detalles decorativos en las fachadas, seguía bajo la influencia de la moda del día, por lo italiano o lo gótico. Pero a veces en los fondos, donde nada debía hacerse para aparentar, una ausencia total de "motivos" resulta sorprendentemente emparentada con el siglo XX. Lo mismo es cierto, y en un grado asombrosamente mayor, en un gran edificio estrictamente utilitario descubierto recientemente por Eric de Maré. Es un almacén naval en el arsenal naval de Sheerness diseñado en 1858 por el coronel G. T. Greene, director de obras de ingeniería y arquitectura del Almirantazgo. Fue construido en 1859-61. Es de 210 pies (64 metros) de largo y 135 pies (41,10 metros) de ancho, y muestra decididamente una estructura de hierro de cuatro pisos con fajas de ventanas bajas y antepechos de metal corrugado. Mientras técnicamente la novedad de todos estos edificios era su uso extensivo del hierro, estéticamente su cualidad más notable es el uso igualmente extensivo y completamente uniforme del vidrio. De todas maneras, en los altos edificios urbanos era útil emplear mucho vidrio. Los diseñadores de madera de los siglos XVI y XVII ya lo sabían. Muchas de estas casas tienen fachadas en las cuales, exceptuando las columnas, vigas y antepechos de madera, todo es vidrio. El efecto podía también obtenerse tanto con piedra como con hierro y en efecto, en Estados Unidos de Norteamérica, existen fachadas de vidrio con montantes de piedra, anteriores a los de hierro. La más asombrosa de todas es la del Jayne Building en Filadelfia, de 1849-50. Esta fue diseñada por W. J. Johnston y Thomas Walter, el arquitecto del Gerard College y de la cúpula de hierro del Capitolio, y un hombre con interés y experiencias en ingeniería. El edificio tiene ocho pisos y el trabajo gótico es de granito.
Sin embargo en todas esas estructuras, excepto tal vez las Oriel Chambers no aparece todavía la técnica, corriente hoy, de sostener paredes de ladrillo o de mampostería sobre los miembros del esqueleto de hierro. Una fábrica de municiones de Nueva York, construida alrededor de 1860-65 y un elevador de granos de Brooklyn, son los primeros edificios cuyas paredes exteriores están consideradas simplemente como huecos para rellenar, entre los puntales y vigas de hierro dejados al descubierto. Según se nos informa fueron "construidos levantando una armazón de hierro, visible desde el exterior, y rellenándola con una ligera pared de ladrillos". En Europa, los almacenes de los diques de St. Ouen en París, de Préfontaine y Fontaine, eran asimismo, según parece, armazones de hierro en los que se utilizó el ladrillo solo para rellenar los huecos; y así era también la fábrica de chocolate Menier de 1871-72 en Noisiel-sur-Marne, de Saulnier la fuente en este caso era Viollet-le-Duc, y a sus Entretiens hemos de referimos más adelante.
No se puede afirmar, sin embargo, cuando se contemplan tales edificios, que ya entonces se considerara al metal agradable a la vista. Es difícil determinar cuándo esa actitud positiva apareció por primera vez, es decir, cuando a los diseñadores comenzó a gustarles el aspecto de las estructuras de hierro.
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