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BENEVOLO Leonardo., Historia de la arquitectura moderna. Edit. Gustavo Gili. Barcelona, 1987.


Págs.85-124. “El primer modelo de ciudad en la época industrial: Haussmann y el Plan de Paris (1850-1870)”.


Sobre todo, ninguna administración consigue contener de modo efectivo los efectos de disgregación de la especulación inmobiliaria. Haussmann trabaja bajo una especulación fortísima, que se apropia, en buena parte, de los beneficios de sus trabajos, y después de 1858 no hace nada por ir en contra del sistema, pero la autoridad de aquél se mantiene lo bastante fuerte como para impedir que las soluciones proyectadas resulten deformadas por los intereses particulares. Así consigue proceder con suficiente ímpetu y visión unitaria de los problemas. En las otras ciudades, faltando una resistencia proporcionada, la especulación se adelanta notablemente, y da a las iniciativas un carácter inconstante y discontinuo, que deriva del casual alternarse de cada uno de los intereses.


 Las cosas suceden de forma distinta allí donde las administraciones poseen un suficiente patrimonio de terrenos, situados en puntos adecuados para la transformación de la ciudad. Así sucede en Viena, donde la antigua ciudad se halla rodeada aún por un anillo amplio de murallas, más allá de las cuales han surgido los nuevos barrios (fig. 92). En 1857, el emperador anuncia su decisión de derruir las murallas, y convoca un concurso para la ordenación del área, imponiendo a los proyectistas instrucciones precisas. Tendrán que ser respetados los cuarteles al sur de la ciudad, debiendo construirse otro grupo de ellos al norte, de modo que las tropas puedan desplazarse rápidamente a lo largo de la avenida circular, que seguirá, en un tramo, la orilla del Donaukanal. El espacio frente al palacio imperial deberá quedar libre, y en los alrededores se preverá una vasta plaza de armas. A lo largo de la avenida circular deberán alzarse varios edificios públicos: un teatro de la ópera, una biblioteca, un archivo, un nuevo palacio municipal, museos, galerías, mercados.


 El concurso se falla en 1858, y lo gana C. F. L. Förster. A continuación, el Ministerio del Interior se encarga de preparar el plano definitivo, que está redactado probablemente por M. Löhr y es aprobado en 1859, pero las discusiones acerca del emplazamiento de los distintos edificios públicos continúan hasta 1872. En la realización, las exigencias estratégicas se reducen bastante. Desaparece. la plaza de armas, en tanto aumenta el número y la importancia de los edificios públicos, necesarios a la ciudad en continuo desarrollo.


 El Ring vienés permite incluir la ciudad antigua en el sistema de calles de la ciudad moderna sin cortar ni destruir el antiguo conjunto, como sucedió en París, e instalar los principales edificios públicos en la ciudad del ochocientos, en un espacio amplio y aireado, entre avenidas y jardines. La operación es factible, sobré todo, gracias a su núcleo antiguo relativamente pequeño. Lo mismo ocurre en muchas otras ciudades nórdicas, en Leipzig, en Lübeck, en Copenhague, donde el centro tradicional se conserva casi intacto dentro de un anillo verde que sustituye a las antiguas murallas.


 


A través de errores y éxitos se forma así, en la segunda mitad del siglo XIX, una experiencia técnica y jurídica sobre los planos de las ciudades. Los sistemas de proyecto son, a menudo, inadecuados y artificiosos, y repiten las fórmulas geométricas de la tradición barroca; pero ahora estos métodos se hallan experimentados en contacto con los problemas concretos de la ciudad industrial, y toman, por la diversidad de los contenidos, un carácter nuevo, abriendo el camino a desarrollos completamente distintos de los antiguos.

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