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CURTIS William. J. La arquitectura moderna desde 1900. Edit. Phaidon. Hong Kong, 2006. 


Págs. 305-327“La naturaleza y la máquina: Mies van der Rohe, Wright y Le Corbusier en los años 1930”. 


La propuesta teórica de Frank Lloyd Wright conocida como 'Broadacre City' (1934-1935) era fruto de muchos años de reflexión sobre el problema de conciliar un estado ideal con la libertad individual en una sociedad mecanizada. A primera vista, podría parecer extraño que a este esquema se le pueda denominar 'ciudad', pues constituía el epítome de la comunidad descentralizada en la que las piezas básicas eran el hogar y el pequeño terreno de cada familia, y en la que los únicos edificios altos estaban a mucha distancia unos de otros, separados por vastas extensiones de campo, Wright sostenía que el teléfono y el automóvil estaban dejando obsoleta la ciudad centralizada y que, paradójicamente, la mecanización estaba permitiendo el retorno de los norteamericanos a su verdadero destino: una sociedad de individuos libres viviendo en una democracia rural. Como en la mayoría de las ideas de Wright, había en todo esto una curiosa mezcla de aspectos progresistas y conservadores. Se suponía que Broadacre City liberaría a las personas de la tiranía del capitalismo urbano centralizado  de la 'renta' (una palabra que Wright usaba para describir todas las formas de alienación y explotación), para rescatarlas del mal camino de la ciudad y devolverlas a un estado más puro y natural donde serían propietarios rurales independientes según el modelo de Jefferson, pero vivirían con los beneficios de la ciencia.


De este modo —esperaba él—, se restauraría la dignidad individual. Al igual que Le Corbusier, Wright se consideraba un profeta, capaz (en su caso) de intuir«la forma plástica de una genuina democracia»: «El artista creativo» —escribía- es por naturaleza y por oficio el dirigente cualificado de cualquier sociedad, el intérprete natural e innato de la forma visible de cualquier orden social en el cual o bajo el cual decidamos vivir.» 


Broadacre City estaba trazada para ajustarse a la cuadrícula geográfica norteamericana, y estaba dividida en parcelas de un acre o más, en las que se situaban las casas 'usonianas' por separado. Se ponía mucho énfasis en la familia individual como el vínculo central de la comunidad, pero había también mercados cooperativos, teatros y 'centros comunitarios' salpicados por los campos.


Las torres altas situadas aquí y allá eran de textura y figura complejas; rompían la cuadrícula de los campos y actuaban como hitos en el paisaje. A un lado de la maqueta que montaron Wright y sus socios de Taliesin había incluso una catedral que no pertenecía a ninguna confesión determinada. Al igual que Le Corbusier, Wright solía pensar que la realización de su utopía dejaría obsoleta la religión tradicional. También había escuelas y lo que llamaba 'centros de diseño', donde a los jóvenes se les iniciaría en los 'valores espirituales' de la naturaleza mediante una formación para la percepción de la forma, de modo que en el futuro llegasen a ser unos ciudadanos equilibrados. «El ojo y la mano, el cuerpo y lo que llamamos mente se volverían así más y más sensibles a la naturaleza […]» Wright insistía en que Broadacre City no era 'retrógrada' ni escapista, sino una respuesta inteligente al exceso de urbanización', que combinaba lo mejor de una cultura científica con «nuevas formas libres […] para dar acomodo a la vida»: «Broadacre City es el propio campo, que cobra vida como una verdadera gran ciudad.»


El hogar 'usoniano' encarnaba un espíritu similar y era también un intento de afrontar las realidades sociales y económicas de la gran depresión económica. Esta casa, completamente práctica, se construía a partir de un juego de piezas que incluía una cimentación en losa de hormigón que flotaba sobre un lecho drenado de escoria y arena, con tuberías radiantes de agua caliente embutidas por debajo. Los muros se prefabricaban a partir de tres capas de tablones y dos de cartón embreado, la cubierta era una simple losa con aislamiento que contenía un sistema de ventilación y se hacía volar sobre los bordes de la vivienda para evacuar el agua, dar una sensación de resguardo, proteger contra la luz intensa y proporcionar una línea horizontal relacionada con el plano del terreno. Pero en la idea usoniana había algo más que un montaje inteligente que ahorraba esfuerzo y dinero. El salón se abolía en favor de un nicho con una mesa dentro, formando así un espacio que combinaba las zonas de cocina y estar: una respuesta a esos clientes sin criados que presumiblemente comprarían las casas usonianas, y un signo del rechazo de las formalidades anteriores a la I Guerra Mundial en la vida norteamericana en general. Wright puso a prueba por primera vez la idea usoniana en la primera residencia Jacobs (1936-1937), en Westmoreland, cerca de Madison (Wisconsin). Rápidamente se hizo popular y en las décadas siguientes Wright construiría docenas de ellas. Su fórmula pronto fue adoptada por los empresarios de la construcción y por los catálogos de casas baratas. Sus interiores de planta libre y sus plataformas exteriores reflejaban la atmósfera de esa incipiente vida suburbana de clase media.


Las imitaciones carecían de los detalles y proporciones razonables de los originales, pero el mero hecho de que las ideas de Wright se copiasen con tanta frecuencia indicaba que había logrado cristalizar los términos de un incipiente estilo vernáculo suburbano.


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 MONTANER, Josep María., Sistemas arquitectónicos contemporáneos. Gustavo Gili. Barcelona, 2008.


págs. 64-89. “Sistemas orgánicos”


A lo largo de su vida, Frank Lloyd Wright (1867-1959) fue desarrollando en la teoría y en la práctica, su idea peculiar de ciudad alternativa, la Broadacre City. De hecho, todas las obras de Wright siguen un mismo modelo territorial y paisajístico y se inscriben idealmente en la síntesis una ciudad agraria utópica. La concepción de la Broadacre City se fue presentando en diversos libros: The disappearing city y When democracy builds mostraban la maqueta de la Broadacre City que Wright había presentado en el Rockefeller Center de Nueva York en 1935 y La ciudad viviente defendía las ideas de la ciudad orgánica desde unas premisas esencialmente antiurbanas y ruralistas, dentro de las cuales la máquina estaría al servicio del hombre. Se trataba, parajódicamente, de una utopía antiurbana pensada y gobernada por los diseños de un arquitecto.


En la Broadacre City, Wright resituaba sus arquitecturas domésticas y comunitarias en un paisaje rural. Pensaba en una ciudad dispersa y, aunque tomase como referencia la ciudad-jardín de Ebenezer Howard, rechazaba la centralidad de un sistema radial y proponía lo contrario: la total descentralización. Por su posición ruralista, típicamente norteamericana, defendía un mundo hecho de mónadas; el agricultor tiene el suelo como lugar privado y casi sagrado. Tal como Gottfried Wilhelm Leibniz pensó el mundo sensual barroco, Wright había pensado un universo antiurbano contemporáneo hecho de mónadas “sin ventanas”, como barcos en un lago. Con ello Wright intentó continuar en Norteamérica la tradición de las utopías autosuficientes del siglo XIX, en este caso la utopía del individualismo y del capitalismo organicista.


Coherentemente con el concepto de amalgama, su idea de ciudad se basó en una proteica trama ortogonal de usos múltiplesdonde se superponían y conciliaban cuatro esquemas distintos:el sistema básico de la cuadrícula de la malla agraria, dentro de la cual se situarían las casas-granja, el germen esencial de una ciudad viviente en la que quedan restos de la utopía agraria del pueblo de armonía y cooperación propuesto por Owen (1817); un sistema de pequeñas calles sin salida, que proviene de la aplicación de la idea de ciudad jardín de Howard y de las primeras unidades vecinales norteamericanas; el gran sistema moderno de autopistas o vías rápidas en una propuesta de ciudad que se basa en el protagonismo del coche, proponiendo siempre cruces a distintos niveles; y los hitos de los edificios públicos y culturales, las oficinas y comercios que, siempre aislados y autónomos, correspondían a diversas obras y proyectos del mismo Wright. Cada conjunto de acres preveía en su interior una escuela primaria para que los niños no tuvieran que atravesar las vías de tráfico. Wright pretendía que el resto de los edificios públicos, segregados de esta trama residencial formadas por los santuarios familiares, dedicados a trabajos comunitarios, usos comerciales, culto religioso, funciones didácticas y al arte, fuesen los que ayudasen a crear el sentido de comunidad.


Broadacre City partía de la idea de un acre (0’4 ha) para cada persona o familia, basándose en la libertad, autonomía y autosuficiencia de cada unidad familiar. Taliesin, el lugar de trabajo y práctica de Wright y sus colaboradores, fue la plasmación embrionaria de esta forma orgánica y dispersa por el territorio. Y las casas usonianas, con su simplicidad, sus formas cúbicas, escalonadas y en voladizo, y sus remarcados antepechos, serían el modelo de casa-granja que se hubiera seguido.


Aunque sostenía que cada tipo de familia debería tener un tipo distinto de casa, las viviendas se dividían esencialmente en las casas-granja aisladas para las familias con más recursos y en los apartamentos en altas torres para las de recursos medios.


En su voluntad de conciliar la naturaleza y la máquina, Wright pensaba en una sociedad en la que sobrevivían actitudes nómadas y en la que afloraban utopías anarquistas como la conciliación del trabajo manual y el intelectual. Un modo de vida que se basaba en el transporte privado y en las autopistas, que partía de la premisa de que cada ciudadano tendría su propio coche, que seguía las ideas productivistas de Henry Ford que se basaba en la comunicación por el nuevo medio del teléfono. De esta manera, en la idea de ciudad de Wright predominaban las directrices horizontales de los campos y las autopistas, expresión de una estructura descentralizada, con el contrapunto vertical de los hitos aislados de los rascacielos, expresión épica de la máquina. Organismos y  máquinas se consideraban conciliados.


Wright negaba cualquier relación urbana entre los edificios. Lo máximo que llegó a desarrollar es la idea de edificio complejo. Su casa-estudio y el templo unitario, en Oak Park, Chicago o el Guggenheim Museum, en Nueva   basan en un sabio juego volumétrico: el contraste entre un gran volumen unitario articulado con uno menor y secundario; uno monumental y otro servidor, articulados por su base a partir de un cuerpo horizontal de vestíbulo. Más allá de esta articulación, si la complejidad aumentaba, el edificio se desgajaba en varios. En el sistema arquitectónico de Wright tenían poca entrada los edificios complejos: cada edificio quería ser una entidad viviente individual. Por eso, cuando pasa a la escala urbana, propone un tapiz de cuadrícula agraria en el que sitúa todas las granjas y todos los edificios públicos aisladamente.


En cierta medida, la expansión contemporánea del suburbio  norteamericano sería una versión degradada y especulativa de la idea de ciudad de Wright. De hecho, la estructura reticular de la Broadacre City ha tenido muy diversas influencias hasta la actualidad. Por ejemplo, el esquema de carreteras y equipamientos en los núcleos vecinales del plan estratégico de la New Town de Milton Keynes en Gran Bretaña, de la década de 1970, constituiría una síntesis de la idea de ciudad jardín y de la estructura reticular de la Broadacre City.


Curiosamente hay un lugar en México, país que Wright visitó, que recuerda lo que podría haber sido su imagen de ciudad agraria: Cholula, en el estado de Puebla. Desde su templo más alto, sobre la Gran Pirámide Tepanapa, puede verse una extensísima trama agraria donde han crecido, dispersos, pequeños núcleos urbanos alrededor de iglesias, que se mantienen dentro de la malla reticular de los campos.


Encontramos sintonía entre el mundo de Wright y la mitología inglesa que inventó J.R.R Tolkien(1892-1971) en sus novelas. En los escenarios de El señor de los anillos se atribuye a cada grupo o raza (los elfos, los hombres, los enanos y  los hobbits) un tipo de territorio, forma de ciudad, arquitectura, materialidad, indumentaria y artes decorativas distintas. El pensamiento de Tolkien se nutrió de una nostalgia agraria, en oposición frontal al mundo de la máquina y la industria bélica, que eran consideradas las causas de todas las destrucciones y contaminaciones.


También la utopía social que Gandhi (1869-1948) quiso poner en práctica en India durante su actividad política en las primeras décadas del siglo XX tenía mucho de vuelta a una sociedad agraria y artesanal: estaba explícitamente inspirada en el pensamiento anarquista y naturalista, en las novelas de Aleksei Nicolaevich Tolstoi y en el pensamiento social de Henry David Thoureau y tomaba como referencia la estética antindustrial de John Ruskin, William Morris y el movimiento Arts and Crafts, que Ghandi conocía de su etapa de estudiante en Londres.


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BENEVOLO, L., Historia de la arquitectura moderna. Edit. Gustavo Gili. Barcelona, 1987.


Págs.. 61-84.“ La época de la reorganización y los orígenes de la urbanística moderna (1983-1850)” 


Esta crítica es válida desde un punto de vista político, pero pese a todos sus errores y, en cierto sentido, gracias a sus errores e ingenuidad política, Owen y los demás han aportado una muy importante contribución al movimiento de la arquitectura moderna.


 Ellos no caen en el otro error común a toda la cultura política de su tiempo, liberal o socialista, de considerar que de nada sirve comprometerse en resolver los problemas particulares, por ejemplo, los de asentamiento si no se han resuelto antes los problemas políticos de fondo, y que las soluciones a todas las dificultades particulares llegan como consecuencia natural, una vez resueltas las dificultades generales. Por ello se comprometen, con más confianza de la razonable, en experimentos parciales, y a veces han creído -subvirtiendo las ideas en boga- poder resolver los problemas sociales con la arquitectura, y poder hacer mejores a los hombres con sólo hacerlos vivir en un falansterio o en un paralelogramo cooperativo.


 Sus experimentos concretos han fracasado, pero la ciudad ideal que imaginaron ha entrado en la cultura moderna como un modelo cargado de generosidad y de simpatía humana, muy distinto de la ciudad ideal del Renacimiento, y continúa sirviendo de incentivo al progreso de las instituciones urbanísticas hasta nuestros días, aunque no pueda seguir siendo tomado al pie de la letra.


 El lector habrá notado la impresionante similitud que existe entre las propuestas de Owen y Fourier -como la ciudad de habitación» con un determinado número de habitantes, las instalaciones centralizadas, la rue interieure, etc.- y algunas soluciones que se plantean insistentemente en los proyectos contemporáneos. Incluso el número de habitantes del falansterio de Fourier -1620- corresponde al número de personas alojadas en la primera unité d'habitation de Le Corbusier, y la densidad prevista por Owen, un acre por habitante, es la misma que indica Wright para Broadacre. La integración entre  agricultura e industria, entre ciudad y campo, está resuelta de forma mítica e inadecuada, no se tienen en cuenta las grandes fábricas modernas, que a veces varias decenas de miles de obreros, ni algunas de las orientaciones de la moderna agricultura extensiva y mecanizada. Sin embargo, es cierto que la armonía entre estas dos realidades diferentes es la condición indispensable para reconstruir la unidad del ambiente y del paisaje moderno.


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