Págs.287-303.“La continuidad de las antiguas tradiciones”
Francia y Gran Bretaña fueron en general menos afortunadas con sus arquitectos 'tradicionalistas' y clásicos en el periodo entre aproximadamente 1910 y 1940. Por ejemplo, el académico francés P.H. Nénot (mencionado en el capítulo 15 en relación con la Sociedad de Naciones) estada plenamente dotado de todo el boato erudito de la respetabilidad beaux-arts, pero carecía del don para la síntesis original, como quedó bastante claro en la versión de la Sociedad de Naciones que se construyó en la década de 1930. Lo mismo podría decirse del arquitecto británico Reginald Blomfield, que fue uno de los exponentes de un elegante clasicismo beaux-arts importado de Francia en torno a 1910, Por ejemplo, sus extensas fachadas de Regent Street (1922) eran reelaboraciones poco inspiradas de motivos derivados de Palladio y Sansovino. En vista de ello, podemos entender por qué la generación más joven sintió la necesidad del cambio; incluso podría decirse que Perret, Behrens y Wright (en una generación) y Le Corbusier, Mies van der Rohe y Aalto (en otra) tenían de los principios esenciales del clasicismo una visión más profunda que esos doctos homólogos suyos que hacían referencias más patentes al pasado.