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Vista de la ciudad de Florencia

Florencia. Arquitectura y desarrollo urbano

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  • Florencia
  • Italia

 GIEDION S., Espacio, tiempo y arquitectura. Edit. Edit. Reverté. Barcelona, 2009.


Págs. 65-183. “Nuestra herencia arquitectónica”


La nueva concepción del espacio: la perspectiva y el urbanismo


En La cultura del Renacimiento en Italia, Jacob Burckhardt afirma que «la máxima conciencia política y la mayor riqueza de formas evolutivas las encontramos reunidas en Florencia, que en este sentido merece en justicia el título de primer estado moderno del mundo. [...] El maravilloso espíritu florentino, agudamente razonador y artísticamente creador al mismo tiempo, maniobra continuas transformaciones en la situación política y social, y la describe y reajusta incesantemente». Pero hacia 1400, a comienzos del quattrocento, Florencia era importante no solamente como cuna de experimentos políticos y sociales; era también el lugar donde el esprit nouveau, el ‘espíritu nuevo’ del Renacimiento se abría camino con más fuerza. Fue este temperamento peculiarmente florentino lo que hizo de ella una ciudad “única, sede y crisol del moderno espíritu italiano, y aun del espíritu europeo moderno”.


El fermento renacentista que sacudía Florencia se ponía de manifiesto en la más amplia variedad de formas. Sólo consideraremos uno de los nuevos avances que dio como resultado: una nueva concepción del espacio. A comienzos del siglo XV, en Florencia esta concepción se tradujo a términos artísticos gracias al descubrimiento de la perspectiva. Durante los cinco siglos siguientes, la perspectiva sería uno de los hechos constitutivos de la historia del arte, el canon indiscutible al que cualquier representación artística tenía que ajustarse.


En la ‘perspectiva’ (etimológicamente ‘mirada a través de algo’) de tipo lineal, los objetos se representan sobre una superficie plana en conformidad con el modo en que se ven, sin referencia a sus formas o relaciones absolutas. La totalidad del cuadro o del dibujo se calcula para que sea válida para una única posición o punto de observación. Para el siglo XV, el principio de la perspectiva llegó como una revolución total que implicaba una ruptura extrema y violenta con la concepción medieval del espacio y con las disposiciones planas y flotantes que constituían su expresión artística.


Con la invención de la perspectiva, la idea moderna del individualismo encontró su equivalente artístico. Todos y cada uno de los elementos de una perspectiva están relacionados con ese punto de vista singular del espectador individual.


Este principio llegó como una invención completamente nueva, pero rara vez una nueva invención ha estado en tal grado de armonía con la sensibilidad fundamental de una época. Ya desde el momento de su descubrimiento, no se observó vacilación alguna en su aplicación; se usó enseguida con una confianza y una seguridad totales. Los artistas y los científicos elaboraron sus secretos con una exaltación y un orgullo fácilmente comprensibles. El sentimiento que tenían hacia ella se refleja en la exclamación entusiasta del pintor Paolo Uccello: “¡Cuán dulce es esta perspectiva!”


La perspectiva no fue el descubrimiento de una sola persona; fue la expresión de toda una época. Encontraremos una situación similar más tarde, cuando lleguemos a estudiar el Cubismo; también en este caso encontraremos todo un movimiento que surge en respuesta a la nueva concepción del espacio desarrollada en nuestros tiempos, y no un único inventor. En ambos casos, lo importante es la mezcla del arte con la ciencia, pero estas dos cosas actuaron conjuntamente de un modo mucho más estrecho en el desarrollo de la perspectiva. En realidad, rara vez vemos una unidad de pensamiento y sensibilidad –de arte y ciencia– tan completa como la que puede encontrarse a principios del siglo XV. No sólo existía esa importante identidad de métodos en esas dos esferas, sino también una unión completa del artista y el científico en una misma persona.


 


 

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