Pág. 606. Paimio: el sanatorio 1929-1933.
Por lo que podemos ver, hay tres edificios institucionales inseparablemente ligados al origen de la arquitectura contemporánea: la Bauhaus de Dessau (1926), de Walter Gripius; el proyecto para la Sociedad de Naciones de Ginebra (1927), de Le Corbusier; y el sanatorio de Paimio (1929-1930), de Aalto, situado en la parte suroeste de Finlandia, no muy lejos de la antigua capital, Turku.
Esta institución es un sanatorio antituberculoso de tamaño medio con espacio para unos 290 pacientes. El edificio principal, una línea ininterrumpida de seis alturas, está orientada al sur-sureste: el solárium, con sus terrazas en voladizo, se une a él con un ligero ángulo. A finales de 1928 – cuando Aalto ganó el concurso para este sanatorio público -, hacía falta valor para apoyar el solárium en una única fila de pilares de hormigón armado, cerrarlo por detrás con una pared lisa, y dejar que siete pisos de terrazas sobresaliesen con una línea ininterrumpida. En un sanatorio, nos habíamos acostumbrado a concebir la habitación y la terraza como una sola pieza, para permitir al paciente acceso al aire libre. En Paimio no hay terrazas comunicadas con las habitaciones. Pero esta separación entre la habitación y la terraza es intencionada. Los médicos consideraban un factor muy importante en la cura de reposo que los pacientes se reuniesen en pequeños grupos, según su propia elección y sus propias preferencias. Para evitar la impresión de interminables filas de enfermos, se introdujeron pequeños tabiques de modo que los pacientes puedan dividirse en esos grupos pequeños. La última planta se usa como sala de reposo y ocupa toda la longitud del edificio. En el punto en que se encuentra el edificio principal y el ala de reposo, Aalto los unió dando a la marquesina una curva ondulada. Desde las tumbonas se pueden observar las copas de los árboles cercanos y se ven los bosques situados más allá de ellos. Pero Aalto también plantó pinos en jardineras a lo largo de las terrazas para suavizar los planos de hormigón.
El lado humano también se tuvo en cuenta en el esquema básico de cada habitación. Esto resulta claramente evidente en la posición de la luz eléctrica cerca de la cama, en la forma biselada de las puertas de contrachapado de los pequeños armarios, en la sencilla disposición de la ventana para proporcionar aire fresco sin provocar corrientes, en los lavabos especialmente diseñados que permiten que el agua fluya sin ruido, y en el uso temprano de la calefacción de techo.Todo ello ilustra la minuciosa elaboración de los detalles.
Colocada en ángulo recto con el edificio principal que alberga a los pacientes, hay un ala corta con escaleras y ascensores que forma la unión con el comedor y las salas de relación social. De ella irradian alas ligeramente más bajas para la clínica y la administración, y piezas aún más bajas para la cocina, la lavandería y la central eléctrica. Los principios urbanísticos de Aalto pueden reconocerse ya en el esquema flexible de todo este conjuntos.
Dondequiera que estemos, nuevos aspectos enriquecen la concepción del espacio-tiempo de este conjunto. Cada una de las fachadas tiene su propia vida y está configurada según la función de los espacios que hay detrás, pero todas están modeladas y relacionadas entre sí gracias a una poderosa visión plástica. En el momento de su construcción, ningún otro edificio de los países del norte de Europa podían compararse con el sanatorio de Paimio en cuanto a su pureza de forma y audacia de concepción. Al igual que la Sociedad de Naciones de Le Corbusier y que la Bauhaus de Gropius, las diversas partes están plenamente integradas – como lo órganos de un cuerpo-, teniendo cada una su propia función y sin embargo siendo inseparable de las demás. Sólo abarcando todo el conjunto se puede percibir su composición de espacio-tiempo y su relación con la tierra y los bosques.