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SUDJIC, Deyan, La arquitectura del poder. Como los ricos y poderosos dan forma a nuestro mundo.


Edit. Ariel. Barcelona, 2007.


pág. 169-170 “Wallace Harrison fue el arquitecto de la corte de los Rockefeller y de esas generaciones desconcertantemente intercambiables de hijos, hermanos y primos que parecían llamarse todos igual. Fue miembro del equipo que construyó el Rockefeller Center para John D. Rockefeller hijo en la década de 1930. Veinticinco años después coordinó al conflictivo grupo de arquitectos que diseñó el Lincoln Center para John D. Rockefeller. Juntos constituyen dos de los tres proyectos fundamentales que han servido para definir la esencia del Nueva York contemporáneo. Reformó el Zoo de Brons para Laurance Rockefeller. 


Harrison inició su relación laboral con Nelson Rockefeller cuando le diseñó un apartamento en la Quinta Avenida en 1934, que incluía un mural encargado especialmente a Fernand Léger. Cuarenta años después seguía trabajando para Rockefeller, diseñando el Capitol Mall de Albany. Fue un intento de construir Brasilia a orillas del Hudson, o incluso, ando su emplazamiento en la cima de una colina artificial y su plaza rodeada de torres de oficinas en forma de pirámides, una especia de ciudad estado maya de los tiempos modernos. Era el ejemplo más llamativo de un fenómeno frecuente en muchos políticos: la búsqueda de solaz y consuelo en el proceso de construcción. 
Para Harrison, al que se le daba muy bien cultivar amistades provechosas, incluso antes de conocer a los Rockefeller, Nelson era alguien que le podía proporcionar, como él dijo, “oportunidades para trabajar con personas maravillosas y para hacer edificios hermosos”.
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RIVERA, David.,  La otra arquitectura moderna. Expresionistas, metafísicos y clasicistas. 1910-1950.


Edit. Reverté. Barcelona, 2017.


Págs. 220-365. "El optimismo del Art Déco"


.... Las variaciones de esta nueva tendencia aparecieron profusamente representadas en las exposiciones internacionales de 1933 (en Chicago, titulada “Un siglo de progreso”) y 1939 (En Nueva York, dedicada a “El mundo del mañana” en cuyos montajes, pabellones y propuestas visionarias colaboraron personalidades muy representativas de la arquitectura de los años 1930, como Hugh Ferris, Raymond Hood, Wallace Harrison, Paul Cret o Joseph Urban, así como los diseñadores más importantes asociados con el Streamline Moderne, Norman Bel Geddes, Henry Dreyfuss, Walter Dorwin Teague, John Vassos o Raymond Loewy(el propio Wright colaboró al principio en el evento en Chicago, pero fue apartado del proyecto a causa de su arrogancia).


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CURTIS William. J.  La arquitectura moderna desde 1900. Edit. Phaidon. Hong Kong, 2006. 


Págs. 395 - 415.“La arquitectura moderna en los Estados Unidos. Inmigración y consolidación” 


La victoria de las formas modernas trajo consigo sin duda, la responsabilidad de representar el poder establecido y una vez que el devaluado estilo internacional se convirtió en una ortodoxia agotada, se hicieron absolutamente necesarios un nuevo rechazo y una nueva reevaluación.


En los Estados Unidos, este proceso ya estaba en marcha a finales de los años 1950, con resultados divergentes. Por un lado estaban los expresionistas quienes como Saarinen,intentaban ampliar el ABC de la arquitectura moderna con formas curvilíneas, ocasionalmente poderosas, a veces encantadoras, pero con demasiada frecuencia reductos amanerados de expresión. Luego se dieron también retornos al historicismo, las Beaux Arts nunca desaparecieron del todo, y Philip Johnson, Edward Durrel Stone y Wallace Harrison y Max Abramovitz perseguían un neoclasicismo incluso, quizá porque los encargos de tipo monumental encomendados a estos arquitectos parecían requerir un grado de retórica y de referencias mayor de lo que permitían las formas estilizadas del estilo moderno de Gropius. Y también hubo nuevas y poderosas integraciones como las de Louis Kahn,que consiguió llegar a una síntesis de lo moderno y lo antiguo.


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