Este pensamiento y práctica de la participación de abajo arriba (bottom up) tiene sólidas raíces en la teoría arquitectónica contemporánea: las experiencias y los escritos de John F.C. Turner, influido por Charles Abrams y Colin Ward, el método de los soportes de N. John Habraken, y el sistema de requerimientos, diagramas y patrones de Christopher Alexander.
Como ejemplo emblemático de participación podemos tomar el programa Favela-Barrio, promovido por el arquitecto Luiz Paulo Conde, cuando era secretario municipal de urbanismo y alcalde de Rio de Janeiro, y coordinado por los urbanistas Sergio Magalhaes y Verena Andreatta. Dentro de este programa destacan las intervenciones del arquitecto de origen argentino Jorge Mario Jauregui. Con la colaboración de arquitectos y científicos sociales, Jaúregui ha creado un sistema participativo, abierto y complejo que le permite situarse y conocer el lugar para poder plantear posibles líneas de intervención desde la propia lógica de las favelas. En su método, Jáuregui además de los conocimientos técnicos y legales sobre arquitectura e ingeniería, sintetiza aportaciones de la filosofía – como los conceptos de pliegue y rizoma-, procedentes de la sociología y de la psicología.
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Ciudades de slums y geografías de los “sin techo”
Más allá del urbanismo formal y legal, ya sea proyectado por instancias públicas o promovido por la iniciativa privada, en las ciudades de los países en desarrollo hay una media de aproximadamente el 75 % del llamado urbanismo informal. Para tratar este fenómeno tan presente en las grandes ciudades —slums, shanty towns, infravivienda, asentamientos precarios, favelas, villas miseria o chabolas—, según Peter Hall, Mike Davis y Verena Andreatta, lo primero que vamos a hacer es aclarar los conceptos.
Los conceptos de slum y de urbanismo informal
Antes que nada, hemos de recordar que, tal como explica Mike Davis, la palabra slum se empieza a utilizar por primera vez en Inglaterra en 1812 para designar áreas urbanas pobres y degradadas, y enseguida se identifican con lugares de criminalidad. A mediados del siglo XIX se registraron slums en Francia, en la India y en algunos lugares de Norteamérica. Este concepto se formula como contraposición a la aparición del urbanismo como disciplina científica, que viene marcada por dos planes urbanos emblemáticos: el del ingeniero Idelfons Cerdà para el Ensanche de Barcelona (1859) y el del Barón Haussmann para París en la década de 1860. Lo informal se define como contraposición al urbanismo entendido y practicado como proyecto y política de planificación de base científica. Todo aquello que no entra en lo científico y técnicamente definido se considera anómalo. No ponemos en duda la precaria existencia de muchos seres humanos que habitan en condiciones insalubres, pero discrepamos del tratamiento de lo informal como mal que se deba extirpar, y estamos más cercanos a las propuestas de recuperar y reforzar las cualidades que pueda tener.
En sus propuestas para los slums de la India a principios del siglo XX, Patrick Geddes se oponía a la tábula rasa o “haussmannización” de los procesos de renovación urbana, proponiendo una lectura atenta de la realidad, para mejorarla según sus propias potencialidades y oportunidades.
Slum, en definitiva, que surge como concepto para definir los barrios degradados en la ciudad, hoy se tiende a emplear para todo tipo de construcción del urbanismo de la pobreza, sea urbana o periférica, y tiene siempre un sentido peyorativo. Es por ello que en la historia de la arquitectura y del urbanismo son claves los momentos en los que, desde pensamientos anarquistas y participacionistas, se ha valorado el urbanismo de la informalidad, en contra del dominio de la vivienda pública y privada producida en serie, algo ya presente en el urbanismo vitalista de Pattrick Geddes.