Y cuando este proceso de pérdida paulatina empuja hasta la situación límite de llegar a dormir en la calle, son las organizaciones de ayuda social y las instituciones públicas locales las que localizan al sin techo e intentan que recurra a centros de acogida. Se puede establecer que en la situación de los sin techo hay tres etapas distintas: la inicial, de desestructuración personal y caída en la marginación; la más avanzada o de consolidación de la trayectoria de calle y pérdida de la autonomía personal, cuando se lleva más de un año en esta situación; y la de cronificación, un estadio en el que el sin techo se hace reticente a las políticas de apoyo. Las instituciones públicas intentan intervenir en la primera etapa, más fácil y posible de revertir, y las ONG trabajan más en las otras dos etapas, más crónicas.
Los primeros pasos en el proceso de reinserción para que las personas recuperen su proyecto de vida se realizan en los centros de día, los albergues y los comedores, en buena parte promovidos por ONG, como los que actúan en Barcelona: la Comunidad de Sant’Egidio, institución laica de raíz cristiana que los atiende facilitándoles comida; Arrels, organización que les ayuda y les ofrece camas, talleres prelaborales y medios para la reinserción; o Madre Teresa, que facilita comida y plazas de albergue.
En 2005, el 52,6 % de los fondos dedicados a los sin techo en Cataluña eran gestionados por el sector privado y el resto por asistentes sociales en el marco de las políticas municipales de bienestar social. En Barcelona, donde desde marzo del 2005 se aplica un progresista Plan de Inclusión Social, en marzo del 2008 había casi 1.000 personas durmiendo en la calle por la noche y otras 1.000 en centros de acogida, mitad municipales y mitad de ONG. Cada año el Sector de Servicios Personales atiende unas 3.400 personas sin hogar. En Cataluña los sin techo llegaban a 8.000 en el año 2005. En 2004, en España 22.000 personas acudieron a centros de atención para gente sin hogar; y en el 2010 se contabilizaron 30.000 personas sin techo. En Valencia, en diciembre del 2005, solo debajo del puente de Cabecera, pasaban la noche unos 300 inmigrantes, en su mayoría sin papeles. En 2006, Barcelona tenía 237 camas en albergues; Madrid, 254; y Valencia, 457. En 2008 en Barcelona existían casi 1.000 plazas en albergues.