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SCARPA, Carlo

  • Arquitecto, diseñador, escenógrafo
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  • 1906 - Venecia. Italia
  • 1978 - Sendai. Japón
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CURTIS William. J., La arquitectura moderna desde 1900. Edit. Phaidon. Hong Kong, 2006. 


Pág.589-613. “ El pluralismo de los años 1970” 


Desde luego, la fragmentación y la estratificación eran técnicas con una larga genealogía moderna en la pintura, la escultura, la fotografía y el cine, así como la arquitectura, y podían servir para muchos propósitos expresivos. Tanto Aalto como Scarpa habían encontrado maneras de romper los edificios y desplegar sus geometrías para responder a los contornos y los accidentes de la topografía.


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Carlo Scarpa Carlo Alberto Scarpa, arquitecto veneciano nacido en 1906, es considerado uno de los autores más representativos del siglo XX. Como describe Borja Fernández en su artículo: “Lector sensible de lugares, encontrará en Venecia su gran texto. Dicho gusto por lo sutil, lo casi académico, va construyéndose con el paso del tiempo; el arte, el espacio, la historia, todo ello compilado en sus lecturas, viajes hacia el saber, y en su contacto con artistas y escritores. Scarpa basará su evolución como arquitecto en su extraordinaria cultura visual, en su respeto por la tradición y el modo de hacer de épocas pasadas”. Desde el conocimiento y la sensibilidad, Scarpa se posiciona frente a lo existente, ya sea una pieza artística o un espacio arquitectónico, para acentuar la belleza en las cosas y mostrar el protagonismo de lo nuevo. Scarpa, intelectual, artista, arquitecto y diseñador, fue un personaje aislado y polémico a pesar de haber dejado algunas de las obras arquitectónicas más significativas de la modernidad. Una personalidad ecléctica, cuya cultura fue impulsada por su relación continúa con artistas, arquitectos y académicos, así lo describe su biografía en su página web oficial. Cristalería veneciana – cercanía a las artes tradicionales Como relata su página web oficial, su formación tiene lugar en Venecia en 1926, donde se diplomó en diseño arquitectónico en la Academia de Bellas Artes y comenzó su actividad docente en IUAV donde continuará hasta 1977. En un principio Scarpa prefirió ejercer como diseñador industrial y de interiores, evitando la arquitectura. En 1927, comenzó a colaborar con los maestros de Cristal de Murano, siendo diseñador para la empresa Cappellini y C., donde experimentó durante cuatro años, la calidad y las posibilidades creativas que ofrece el vidrio como material, mostrando un talento con este material. Este será un importante precedente para la futura colaboración con Venini, donde desde 1934 hasta 1947 Scarpa ejerció como director artístico de la compañía; “su interpretación personal y creativa de la técnica tradicional de Murano debe ser parte de la ventana más original y fascinante de la historia de este arte”, expresa el sitio web Nostra Italia. “Es en este ambiente que madura su interés por el Oriente, las artes y las aplica con especial atención en el primer período de la Secesión vienesa (Hoffmann, Loos, Wagner) de plástico y luego la arquitectura orgánica de Frank Lloyd Wright”. Elemento que fundamenta su obra: el agua. La pasión de Scarpa por el agua permaneció durante toda su vida y se vio manifestada en numerosos proyectos. En Venecia se ha mantenido viva la artesanía, la delicadeza de los espacios y construcciones, y sobre todo la relación con el líquido. Scarpa describe al agua como “amiga de luz y sonidos, y portadora de sus leyes”. En algunas de sus obras, observamos su presencia física, en otros, a pesar de su ausencia, también genera formas. En uno de sus proyectos, el Patio del Palazzo Centrale, conocido como “jardín sonoro”. Utiliza el agua para unir las piezas, como elemento sonoro. Una entonación casi musical, utilizando el agua como envoltura espacial. Mediante el detalle, Scarpa construye un universo de sensaciones, un espacio complejo y completo, cualificado por el agua mediante la luz y el sonido; en el cual nada sobra ni se contrapone, de modo que sólo podamos comprenderlo a través del recorrido y nuestro movimiento. Scarpa y Japón. Otro de los pilares en la tradición arquitectónica de Carlo Scarpa era la arquitectura japonesa. El gusto por lo delicado, lo contemplativo, la recurrencia al agua. En 1969 consigue por fin realizar su primer viaje soñado a Japón, país que le interesó muchísimo. Aquel viaje sería fundamental en el desarrollo de su carrera y proyectos venideros. Hay muchas referencias a la cultura y tradiciones japonesas en el trabajo del arquitecto italiano: las formas y materiales utilizados en el "Padiglione del Libro", la estructura de entrada a los Jardines de la Bienal de Venecia, los diseños para sus numerosos stands de exhibición, como el de la exposición Mondrian en la Galería Nacional de Arte Moderno de Roma, la linealidad esencial en el diseño de espacios al aire libre como el patio de la Fundación Querini Stampalia en Venecia, con capas de agua en las que se refleja su arquitectura, o la tumba de Brion, obra que representaría su proyecto final y lugar donde posteriormente sería el lugar de descanso final del arquitecto. En su segundo viaje en 1978, Scarpa muere en un desafortunado accidente en Sendai. Sólo después de su muerte recibirá la concesión de un título honoris causa en Arquitectura, poniendo fin a una diatriba interminable sobre la legalidad de su obra arquitectónica en la ausencia de un título adecuado. La restauración. En el ensayo de Abner Colmenares titulado “Carlo Scarpa: poeta del espacio arquitectónico moderno”, se nos relata que “Carlo Scarpa revolucionó la práctica de la restauración de edificios históricos patrimoniales, influenciando las teorías del restauro. Fue innovador al combinar magníficamente materiales y espacios modernos con las estructuras históricas. Prueba de esto la tenemos en las intervenciones para modernizar el Castelvecchio en Verona, la Fundación Querini Stampalia, la Tienda Olivetti en la Plaza San Marcos en Venecia, la Galería de los Uffizi, la Sala de dibujos y grabados de Florencia, y la galería Regional de Sicilia en Palacio Abatellis Palermo”. Se puede afirmar, que este intelectual y artista, hizo una de sus mayores contribuciones a través de la incorporación de los valores de la historia de la arquitectura italiana en sus obras arquitectónicas contemporáneas, como se demuestra en las obras anteriormente mencionadas, entre muchas otras, casi todas confinadas principalmente al mundo flotante de Venecia y algunos otros sitios italianos. Aporte al mundo de la museología y la exposición. Otra de sus más grandes aportaciones, y por la cual se hizo especialmente famoso, fue la labor de renovador de museos, ya que una gran habilidad para combinar elementos históricos con rasgos modernos, controlando con gran destreza la luz natural y definiendo espacios interiores. Para Venini, Scarpa participa en las exposiciones internacionales más prestigiosas del diseño y de la Triennale di Milano en 1934, dándole el título de honor para las creaciones de vidrio. Desde 1948, con la puesta en escena de la exposición retrospectiva de Paul Klee, comenzó una larga colaboración con la Bienal de Venecia. En las más de sesenta exposiciones de arte y museos realizados en su carrera, el arquitecto se ha consolidado como un reconocido maestro del arte de la exposición de arte. Entre los ejemplos más significativos de alojamiento museológico están la Gallerie dell’Accademia de Venecia (1945-1959), la Galería Nacional de Palazzo Abatellis en Palermo en Sicilia (1953-1954), las primeras salas y el Gabinete de Dibujos y Grabados Galería Uffizi en Florencia (1953-1956), el Museo Correr de Venecia (1957-1960), el Yeso Canova Galería fundido en Possagno (1955-1957), el Museo de Castelvecchio en Verona (1958-1974), la Fondazione Querini Stampalia en Venecia (1961-1963). Scarpa y la arquitectura al detalle En su ensayo, Abner Colmenares puntualiza que “Scarpa, desarrolló una obra única, no muy numerosa, llena de contenidos poéticos, con ricos espacios articulados en tramas asimétricas, producto de la elaboración paciente del diseño de los espacios, el cuidadoso trazado de los recorridos, valorando puntos visuales y llevando el detalle de los materiales a un nivel tan exquisito, que motivó al Arq. Louis Kahn a caracterizar la obra de Scarpa como una -poética adoración al detalle arquitectónico-”. Carlo Scarpa, elaboraba y diseñaba pacientemente el espacio, a través del dibujo y los detalles arquitectónicos. Hacía del dibujo pensamiento, plasmando en él todo su mundo interior de obsesiones. Dibujo sobre dibujo, bosquejaba cada detalle del proyecto: cada piedra, cada conducto, cada encuentro se pensaba, y al pensarse se dibujaba, adquiriendo su propia resolución, su propia forma y carácter. En los espacios cuidadosamente diseñados de Scarpa, se aprecia el minucioso diseño de los detalles y texturas de los materiales utilizados, el intencionado trazado del recorrido espacial y el magnífico manejo de la luz. Estos principios han hecho de la obra de Carlo Scarpa “poemas arquitectónicos congelados”, que se ofrecen al espectador como textos para su deleite visual y sensorial. En los museos o galerías diseñadas por el veneciano, los objetos expositivos se presentan en su máximo esplendor y belleza, para los cuales, Scarpa ha creado espacios arquitectónicos que inducen ricas experiencias poéticas y fenomenológicas, modernas, que colocan al espectador en un diálogo entre los objetos expositivos y el espacio arquitectónicos.


 


 


 


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Buscando informaciones sobre las restauraciones de los museos en Italia se puede encontrar los trabajos de restauracion de Carlo Scarpa en Palermo, en particular en Palazo Abatellis y Palazo Steri que ahora son museos.


 


 


 


Carlo Alberto Scarpa, nacido en Venecia en 1906, es considerado uno de los autores más representativos del siglo XX.


 


Intelectual, artista, arquitecto y diseñador fue un personaje aislado y polémico a pesar de haber dejado algunas de las obras arquitectónicos más significativas de la modernidad.


 


Una personalidad ecléctica, cuya cultura fué impulsada por su relación continua con artistas, arquitectos y académicos. En palabras de su hermano Gigi, " vivía de la amistad, las conversaciones y los intercambios de opiniones y controversias con los artistas y escritores, colegas y amigos para quienes su casa y esta biblioteca estuvieron abiertas en todo momento."


 


 


 


Su formación tiene lugar en Venecia en 1926, donde se diplomó en diseño arquitectónico en la Academia de Bellas Artes y comenzó su actividad docente en IUAV donde continuará hasta 1977, ocupando cargos siempre diferentes.


 


 


 


En 1927 se inició una colaboración de Carlo Scarpa con maestros del vidrio de Murano, fué diseñador para la empresa Cappellini y C., donde experimentó durante cuatro años, la calidad y las posibilidades creativas que ofrece el vidrio como material.


 


Este será un importante precedente para la futura colaboración con Venini, donde desde 1934 hasta 1947 Scarpa ejerció como director artístico de la compañía.


 


Para Venini, Scarpa participa en las exposiciones internacionales más prestigiosas del diseño y de la Triennale di Milano en 1934, dándole el título de honor para las creaciones de vidrio.


 


Desde 1948, con el montaje de la exposición retrospectiva de Paul Klee, comienza una actividad larga y prolífica colaboración con la Bienal de Venecia, donde experimenta sus grandes cualidades de constructor de espacios para obras de arte, confirmada por más de 60 museos y de exposiciones que diseñó internacionalmente en los últimos años.


 


 


 


En 1956 es galardonado con el premio por sus proyectos para la marca Olivetti.


 


 


 


De 1954 a 1960 realizó serie de conferencias anuales para el seminario de becarios Fulbright en Roma por invitación de la Comisión Americana de intercambios culturales con Italia.


 


En 1967 obtuvo el premio de la Presidencia de la República para la arquitectura


 


en 1970 se convirtió en miembro del Real Instituto Británico de Diseño en 1976 de la Accademia di San Luca en Roma.


 


Una serie de exposiciones individuales, le dan una oportunidad de presentar su propio trabajo en Italia y en el extranjero. Entre ellas podemos mencionar la del Museo de Arte Moderno de Nueva York en 1966, en Venecia en 1968, Vicenza, Londres y París en 1974 y Madrid en 1978.


 


 


 


A finales de los sesenta crece su prestigio internacional . Si bien el clima cultural y político italiano tiende a marginarle, en el extranjero es cada vez más conocida y apreciada su dimensión intelectual.


 


 


 


Realizó muchos viajes a América del Norte para profundizar su conocimiento de las obras de los diseños de Wright y para el montaje de numerosas exposiciones. Memorables son las de la sección de Poesía en el Pabellón Italiano de la Exposición Universal de Montreal (1967) y la Exposición de dibujos de Erich Mendelsohn en Berkeley y San Francisco en 1969.


 


Viajó por primera vez a Japón en 1969, pais que le interesó muchísimo y donde, en su segundo viaje en 1978, Scarpa murió en un desafortunado accidente en Sendai.


 


Sólo después de la muerte recibirá la concesión de un título honoris causa en Arquitectura, poniendo fin a una diatriba interminable sobre la legalidad de su obra arquitectónica en la ausencia de un título adecuado.


 


 


 


 


 


Carlos Scarpa licenciado en diseño arquitectónico en la universidad de BBAA de Venecia, no es un arquitecto convencional, ni siquiera lo fue oficialmente. A lo largo de su vida y formación, la relación con los materiales, sobretodo los de gran nobleza como el cristal de Murano, fue muy estrecha; esta experiencia que desarrolló a lo largo de su trayectoria se ve plasmada en sus composiciones arquitectónicas, donde se puede apreciar una particular sensibilidad compositiva, que la diferencia notablemente de la de su época. Una arquitectura de autor, profundamente intelectual y sensible, sin olvidar el objetivo de lograr un lenguaje común.


 


 


 


El contexto histórico arquitectónico que envuelve a Scarpa viene marcada por la influencia del secesionismo vienés, y la arquitectura funcionalista y racionalista. Scarpa marca una línea roja con la idea de modernidad impulsada por el estilo internacional, y no es que niegue el espíritu moderno, sino que su lectura de la tradición enraizada en su trabajo de observar y dibujar proviene de rechazos y contrastes, no de la búsqueda de una homologación estilística. El ordo clásico es impracticable. Por eso podemos apreciar que en su complejo lenguaje hay una desacralización de toda normativa estilística, y hace énfasis en la recuperación del valor constructivo. Una crítica directa al hábito introduciendo de nuevo en la cultura artesanal el factor intelectual que se había caracterizado al diseño desde el Quattrocento.


 


 


 


El dibujo, tiene mucha relevancia en su proceso de creación, es el medio de reflexión, no se trata de una simple representación realista, sino un lugar donde puede cuestionar y relacionar el entorno con el espacio. Toda obra suya tiene una gran referencia gráfica por lo que su forma de proceder es la de perder el tiempo en la contemplación, y con el dibujo contrapone una separación a la aparente objetividad de lo que observa.


 


 


 


En sus obras que hay un tratamiento detallado de los materiales, creando un interés especial en cada una de las partes que componen el conjunto, lo que genera un espacio enriquecido de anécdotas de materialidad sensiblemente diseñadas. Aunque presenta un carácter ostentoso, el cual es anti-moderno; esta particularidad es una de las más potentes en su obra, pues manifiesta una profunda intimidad con la materia, resaltando en su conjunto el énfasis del instante, el fragmento, donde aclara su carácter compositivo de no anular la diferencia sino más bien demostrarla; la maestría de conseguir contrastes rebuscados y matices sutiles junto a refinados montajes. Este concepto del fragmento viene resaltado por la influencia de Wright y Le Corbusier, pero no como una simple referencia estática, sino relacionado con el concepto de destrucción de la caja. Se centra en la construcción de episodios formales muy determinados y no por su estructura sintáctica, la cual viene dada por su pasión por la arquitectura tradicional japonesa. Ordena las sucesiones espaciales del oficio obrando por medio de una reducción de los trazos y un reforzamiento en la carga de sus imágenes. No pretende ser un órgano perfectamente atravesable en la articulación de espacios, sino una forma fragmentada de elementos diseñados.


 


 


 


Su fijación por construir en lo ya construido se centran en buscar una claridad histórica, sus obras de rehabilitación museísticas, son una aportación a la arquitectura de la rehabilitación muy importantes en referencia a la interpretación de la función del espacio museo. La aplicación de la hermenéutica como concepto de interpretación al espacio contenedor de obras, rompe con la teoría clásica de la restauración. “El museo es un elemento crítico que hace perceptible y comprensible a las obras de arte, se trata de comprender la obra no de enjuiciarla”. Que logra por medio del moldeo de la luz y el espacio, aplicando la ventana rinconera que recuerda a la fluidez de Palladio y de la arquitectura de Véneto en general.


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COLQUHOUN Alan., La arquitectura moderna, una historia desapasionada. Gustavo Gili. Barcelona, 2005. 


Pág. 183-192.Del racionalismo al revisionismo: La arquitectura en Italia, 1920-1965”


La dialéctica del racionalismo y el organicismo. Para una serie de arquitectos, despojarse del corsé de la tradición racionalista no entrañaba negociación estilística alguna con la historia. Al igual que Zevi, estos arquitectos aceptaban el lenguaje abstracto del movimiento moderno, pero trataban de ampliarlo a los ámbitos más libres de la metáfora y la expresión. La obra de Giovanni Michelucci (1891-1991) evolucionó desde un racionalismo que hacía algún intento de armonizar con su contexto urbano (por ejemplo, la Caja de Ahorros de Pistoia, de 1950) hasta el puro y simple expresionismo. En la iglesia de San Giovanni junto a la «autopista del sol», cerca de Florencia (1960- 1964) [figura 130], Michelucci creó un monumento expresionista aislado de pura estirpe alemana (aunque también hacía una referencia indirecta a la capilla de Le Corbusier en Ronchamp). La obra hermética e intensamente privada de Carlo Scarpa (1902-1978) contrasta vivamente con la retórica pública de Michelucci. Los sutiles proyectos museísticos de Scarpa como la Gipsoteca Canoviana en Possagno, Treviso (1956-1957) y el Museo de Castelvecchio en Verona (1964) constituyen una singular aportación a un género que harían suyo los arquitectos italianos-incluidos Albini y BBPR–después de la II Guerra Mundial. A mediados de la década de 1950 surgió una tendencia más severa y menos vistosa, caracterizada por el uso de estructuras vistas de hormigón: por ejemplo, el instituto Marchiondi Spaghiari en Milán (1953- 1957), obra de Vittoriano Viganò (1919-1996). Otras veces -como en el edificio de viviendas de la Via Campania, Roma (1963-1965), obra de los hermanos Passarelli (Vincenzo, n. 1904; Fausto, n. 1910; y Lucio, n. 1922) y en el edificio de oficinas de la Via Leopardi, Milán (1959-1960), obra de Vico Magistretti (n. 1920)- la estructura se diferencia claramente de un cerramiento más ligero. Estos proyectos están relacionados con las corrientes «brutalistas» internacionales derivadas de la obra tardía de Le Corbusier.


 


 


 


 


 


Carlos Scarpa licenciado en diseño arquitectónico en la universidad de BBAA de Venecia, no es un arquitecto convencional, ni siquiera lo fue oficialmente. A lo largo de su vida y formación, la relación con los materiales, sobre todo con los de gran nobleza como el cristal de Murano, fue muy estrecha; esta experiencia que desarrolló a lo largo de su trayectoria se ve plasmada en sus composiciones arquitectónicas, donde se puede apreciar una particular sensibilidad compositiva, que le diferencia notablemente de sus contemporáneos. Una arquitectura de autor, profundamente intelectual y sensible, sin olvidar el objetivo de crear un lenguaje común.


 El contexto histórico arquitectónico que envuelve a Scarpa viene marcado por la influencia de la Secession vienesa, y la arquitectura funcionalista y racionalista. Scarpa marca una línea roja con la idea de modernidad impulsada por el estilo internacional, y no es que niegue el espíritu moderno, sino que su lectura de la tradición enraizada en su trabajo de observar y dibujar proviene de rechazos y contrastes, no de la búsqueda de una homologación estilística. El ordo clásico es impracticable. Por eso podemos apreciar que en su complejo lenguaje hay una desacralización de toda normativa estilística, y hace énfasis en la recuperación del valor constructivo. Una crítica directa al hábito introduciendo de nuevo en la cultura artesanal el factor intelectual que se había caracterizado al diseño desde el Quattrocento.


El dibujo, tiene mucha relevancia en su proceso de creación, es el medio de reflexión, no se trata de una simple representación realista, sino un lugar donde puede cuestionar y relacionar el entorno con el espacio. Toda obra suya tiene una gran referencia gráfica por lo que su forma de proceder es la de perder el tiempo en la contemplación, y con el dibujo contrapone una separación a la aparente objetividad de lo que observa.


 En sus obras que hay un tratamiento detallado de los materiales, creando un interés especial en cada una de las partes que componen el conjunto, lo que genera un espacio enriquecido de anécdotas de materialidad sensiblemente diseñadas. Aunque presenta un carácter ostentoso, el cual es anti-moderno; esta particularidad es una de las más potentes en su obra, pues manifiesta una profunda intimidad con la materia, resaltando en su conjunto el énfasis del instante, el fragmento, donde aclara su carácter compositivo de no anular la diferencia sino más bien demostrarla; la maestría de conseguir contrastes rebuscados y matices sutiles junto a refinados montajes.


Su fijación por construir en lo ya construido se centra en buscar una claridad histórica, sus obras de rehabilitación museísticas, son una aportación a la arquitectura de la rehabilitación muy importantes en referencia a la interpretación de la función del espacio museo. La aplicación de la hermenéutica como concepto de interpretación al espacio contenedor de obras, rompe con la teoría clásica de la restauración. “El museo es un elemento crítico que hace perceptible y comprensible a las obras de arte, se trata de comprender la obra no de enjuiciarla”.


Fernando RANGEL - Patricia KREMPELS


 

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