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 PEVSNER N. FLEMING J. HONOUR H., Dicionario de Arquitectura. Edit. Alianza. Madrid, 1984


págs. 279-280- El más original de los arquitectos barrocos ingleses exceptuando Vanbrugh. Procedía de una familia de granjeros de Nottinghamshire. A los dieciocho años era emanuense de Wren y estuvo estrechamente asociado a él en el Hospital de Greenwich y otros edificios hasta su muerte. Vanbrugh también le consideró un ayudante capacitado y le tomó como empleado a partir de 1690, sobre todo en el Castillo de Howard y en el Palacio de Blenheim. Claro es que era más que un simple ayudante para ambos, Wren y Vanbrugh, aunque es imposible apreciar ahora cuánto le debieron. Sus trabajos independientes son de gran originalidad y sólo su carácter triste, caprichoso y su falta de empuje le privaron de mejores oportunidades y de un éxito mundial. Vigoroso, extraño, libresco, pero plástico en el sentimiento, su estilo es muy personal, amalgama barroca de Wren, la Roma clásica y el gótico. Como Vanbrugh, pero no como Wren, tenía pasión por los efectos dramáticos de columnas y fue criticado por su pesadez. Empezó a trabajar por su cuenta hacia 1702 en Easton Neston, un compacto edificio rectangular con una columnata clásica alrededor; combina la grandiosidad y la elegancia de Wren y en algunos detalles prefigura a Vanbrugh. En 1711 fue nombrado Inspector de acuerdo con el Acta para la Edificación de Cincuenta Nuevas Iglesias y las seis que proyectó  forman el núcleo más importante de su obra.


Todas las otras son obras maestras menores; St. Anne Limehouse 1712-24 con una aguja medieval con un revestimiento clásico; St. Mary Woolnoth 1716-27 con formas cuadradas dentro de un plan cuadrado; St. Georfe Bloomsbury 1720-1730 el más grandioso y menos extraño de todos sus edificios; Chirst Church Spitalfields 1723-39, tan complicada y megalómana como la obra de Vangrugh.


Sus restantes edificios son ligeramente menos notables; el patio cuadrangular y el revestimiento de All Souls Oxford 1729 y las torres occidentales de la Abadía de Westminster 1734 de estilo gótico, finalmente, el severo y austero mausoleo circular del Castillo de Howard 1729, para el cual se inspiró en Roma y en Bramante.


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KOSTOF, Spiro., Historia de la Arquitectura. Edit. Alianza Editorial. Madrid, 1986.


Tomo 3 págs. 958-960. El liderazgo de Inglaterra


En el nivel formal, más básico, no es sorprendente que los sistemas renacentista y barroco fueran esquivados con mayor facilidad en Inglaterra. La tradición clásica no era allí tan antigua, ni se había desarrollado tan metódicamente como en el caso de Italia o Francia. No había ruinas romanas destacables por aquellos lugares, y el episodio medieval había sido muy largo y peculiar. Este último era el estilo nacional desde mucho tiempo atrás, tanto como pudiera recordar cualquiera en aquel momento, llamado genéricamente «gótico». En el siglo XVII, se decía que el pueblo inglés era un pueblo «gótico» y que sus leyes y gobierno eran de origen «gótico». Los invasores góticos que se habían asentado en la isla, se creía, eran un pueblo libre, gobernado por leyes hechas por el pueblo; y aquellos parecían unos antepasados adecuados para una nación que habia luchado duramente contra los excesos del poder absoluto. Este sentido de una historia fuera de la corriente principal romana retrasó la aceptación general de las cosas clásicas...


... Los herederos del estilo nacional de la Inglaterra de la post-restauración fueron Nicholas Hawksmoor (1661-1736) y John Vanbrugh (1664-1726). Se dice que ellos representan la cumbre de un cierto barroco inglés. Pero lo que más atrae nuestra atención es la severidad, la cruda fuerza, la unión aditiva de los muros y los vanos, tan diferentes de los ritmos concatenados y flotantes y del dinamismo espacial de la Italia barroca (Figs. 22.5, 21.5b). Nos sorprende el tratamiento individual de las partes, el énfasis en las formas geométricas elementales interrelacionadas pasablemente, incluso toscamente. El rechazo de una plasticidad graduada en los exteriores, y la individualización de los elementos, particularmente de las sólidas columnas redondas, puede estar en cierto sentido más cercana a Francia (Fig. 21.24a), pero no así la disonancia de pesadas tensiones, la composición de bloques de grandes espinas dorsales, la rusticación de bloques planos que a veces se prolonga a las propias columnas, y el medievalismo de las moldes aladas de Vanbrugh que se revela no tanto en los detalles revividos, sino en el persuasivo desarrollo de su imaginación hacia lo pintoresco de la ruina clásica (Fig. 22.6). Todo ello era un híbrido que empujó lo clásico hasta el borde de lo romántico—esto respecto a lo denominado arcaísmo, pero resultó extrañamente profético en relación con aquellos arquitectos revolucionarios de Francia, especialmente Ledoux, que hicieron su aparición al final del siglo.

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