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"05.-LA EVOLUCIÓN NORTEAMERICANA"

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  • en Espacio, tiempo y arquitectura
  • Reverté
  • Barcelona, 2009.
  • p. 341

El periodo arquitectónico de 1850 a 1890 se distingue por la evolución norteamericana y su influencia para el resto del mundo. La primera impresión de dicho cambio se lleva a cabo en la Exposición Internacional de Londres en 1851. Sus asistentes quedaron impresionados con el original diseño funcional, industrial y de equipamiento domestico norteamericano, tan diferente a lo que existía en Europa en aquellos momentos. Un mobiliario que se había diseñado con el objetivo de satisfacer antes que nada necesidades específicas de los usuarios. 


Más allá del mobiliario, Walter Gropius años más tarde menciona como este estilo marcado por la sencillez industrial, también se podía apreciar en la arquitectura de Norteamérica, involuntariamente monumental y funcional que para él eran muy diferente al estilo de diseño estancado de Europa. 


Si bien el proceso de sustituir trabajo manual por la máquina para la elaboración de productos empezó en Europa, fue en torno a 1850 cuando en los Estados Unidos la industria creció de forma considerable reduciendo significativamente la existencia de mano de obra cualificada. Esta industrialización penetró en  la vida diaria, desde producción de ropa y zapatos, el uso de nuevas herramientas en el hogar,  hasta en la construcción de viviendas con piezas prefabricadas. 


Así nace la Balllon Frame, un nuevo tipo de construcción en madera que deja atrás la mano de obra, en favor de la industrialización. Su uso masivo, unido a la rapidez constructiva que constructiva ayudó a la conquista del Oeste norteamericano y al rápido crecimiento de las ciudades. Su creador George W. Snow unió los métodos tradicionales de la construcción (silla Windsor) a la producción industrial y las necesidades contemporáneas. 


La pérdida de la identidad arquitectónica europea en torno a 1880, contrasta con los logros llevados a cabo al otro lado del Atlántico, especialmente en el tratamiento de las fachadas y plantas de sus edificios. Las nuevas formas americanas de la arquitectura doméstica,  creaban plantas flexibles e irregulares en las viviendas, conservando la unidad de las fachadas mayormente lisas (de madera, piedra o ladrillo), pudiéndose adaptar dichas construcciones conforme a las necesidades cambiantes de la vida. La casa se hacía con un propósito especial no con un estilo especial, buscando en su evolución comodidad y sencillez.


Los logros que en el ámbito de la construcción y el uso de los nuevos materiales, se llevaron a cabo en Chicago tras el incendio de la ciudad en 1871, fueron modélicos a nivel mundial,  marcando la futura preponderancia de la arquitectura norteamericana. Si bien hay que decir que los avances de la llamada Escuela de Chicago, no se aplicaron y desarrollaron de forma inmediata.


Por otra parte, la obra y los planteamientos arquitectónicos de Frank Lloyd Wright (seguidor de la tradición norteamericana, e innovador moderno a la vez) busca dar un carácter de identidad a la arquitectura norteamericana, poniéndola en la vanguardia mundial.


 

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