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Pág.284-316. “Lugar, producción y escenografía; práctica y teoría internacionales desde 1962”
El año 1983 fue decisivo para el neo-vanguardismo, pues Rem Koolhaas y Bernard Tschumi, un arquitecto suizo afincado en Norteamérica, compitieron abiertamente en las fases finales para conseguir el encargo de realizar el parque de La Villette en París como un prototipo de parque urbano del siglo XXI . De manera bastante significativa, dada la aparición posterior del 'deconstructivismo’ en arquitectura, el diseño premiado en 1984, el de Tschumi , extraía su parti o esquema esencial de tres paradigmas básicos: de la propuesta de Eisenman para Cannaregio ; del didáctico 'punto, línea y plano' de Vasili Kandinsky tal como quedó expuesto en el Bauhausbücher 9 ; y finalmente, de un enfoque de la narrativa espacial disyuntiva, relacionado con esa técnica de montaje no secuencial de la que fue pionero Kuleshov, cineasta de la vanguardia soviética. Deudor del Constructivismo soviético e incluso del mariage de contour que se encuentra en los primeros paisajes de Roberto Burle Marx y Oscar Niemeyer, Tschumi aspiraba a una arquitectura anticlásica en la que las composiciones y los usos inesperados surgirían de esos pabellones o 'caprichos' constructivistas rojos que salpicaban el parque a intervalos regulares. Tschumi distinguía un capricho del siguiente haciendo variaciones con una serie de prismas, cilindros, rampas, escaleras y marquesinas que reflejaban hasta cierto punto las diferencias de contenido de las construcciones. Este juego de ajustes y desajustes entre el programa y la forma apareció de nuevo en la incongruente pista de carreras proyectada por Tschumi dentro del volumen principal de su diseño para el concurso de la Biblioteca de Francia en 1990.
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Montaje
Dentro de la cultura del collage, el sistema creativo del montaje toma referencias de la secuencia y del montaje en el cine, la nueva actividad artística de la modernidad. Parte de los proyectos y obras de Bermard Tschumi (1944) han partido de este mecanismo. Tomando como inspiración el montaje en el cien de Sergel Eisenstein y Alfred Hitchcock. Tschumi creó proyectos como el experimento y el texto The Manhattan transcripts o el parque de La Villette (1982-1990). A partir de la conciencia del fragmento, se realiza un montaje de secuencias de modo que la obra se perciba en movimiento, como itinerario, como un paseo acelerado que es acción y acontecimiento. De esta manera, en los ejercicios que Bernard Tschumi dirigió en la década de 1980 en la Architectural Association de Londers se proponía trasladar el movimiento, los saltos y las yuxtaposiciones del cine, la fotografía y la danza a las formas y espacios de la arquitectura y la ciudad.
Los parques del pintoresquismo inglés fueron antecedentes de la cultura de la fragmentación, con sus follies, esparcidas estratégicamente por un paisaje que se debía recorrer. A finales del siglo XX, el parque de la Villette lanzó la estética del parque pintoresquista a la velocidad de los bólidos. La lógica del montaje comporta las plataformas e itinerarios urbanos, sistemas de fragmentos que se recorren: son las folies, los puentes, las pérgolas y las pasarelas. En este proyecto Bernard Tsumi interpreta la dispersión propuesta por Peter Eisenman como superposición y colisión de tres sistemas independientes de estratos que se perciben cinemáticamente: el sistema de una retícula de puntos definido por las folies; el sistema cinemático de líneas y recorridos por jardines temáticos; y el sistema de superficies que son masas vegetales y edificios diversos. Estos tres sistemas se superponen sin jerarquías para crear lalógica de un entorno propio que, hecho de fragmentos, rechaza el contexto de la ciudad.
De nuevo tenemos una experiencia arquitectónica que ha gozado de un alto valor académico y de una gran influencia en las escuelas de arquitectura, pero que no ha conseguido generar en los proyectos realizados por Bernard Tschumi ninguna obra de interés.
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Págs.106-107.“Deconstructivismo”
La primera exposición, a cualquier escala y para el gran público de la arquitectura deconstructivista, es el proyecto conjunto de los arquitectos Eisenman-Bernard Tschumi para el Parc de la Villete, que forma parte del programa “Grands Projects” para Paris del Presidente de la República François Mitterrand. Juntos crearon una serie de edificios rojos de aspecto más bien extraño, llenos de vigas en voladizo y ángulos inesperados llamados, de manera muy apropiada, follies (locuras). Queda por ver si el original Parc de la Villete va a constribuir de una manera positiva a que el movimiento alcance aceptación pública.
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El parque de La Villette en París, obra de Bernand Tschumi, ponía de manifiesto otro aspecto de la postura neomoderna (la parodia de las formas utópicas), pues tomaba la imaginería del maquinismo revolucionario de los años 1920 y la presentaba como un divertido ejercicio de chic radical. El parque era uno de los grands projects del presidente Mitterrand y estaba concebido como una nueva clase de paisaje para el "siglo XXI" que rechazaba las pasadas ideas románticas de la naturaleza. El planteamiento básico de Tschumi - a base de coordenadas, líneas sinuosas y límites - sugería una versión actualizada de los elementos aplicados por Kandinsky a la pintura abstracta (puntos, líneas y planos), o tal vez la partitura para una película vanguardista en la que las mismas tomas se repetían en diferentes montajes. Las principales intersecciones de la retícula estaban marcadas por "caprichos" rojos y cúbicos que se parecían a los quioscos soviéticos de agitprop de los años 1920, pero que recordaban también el proyecto de Eisenman para el Cannaregio. Estos cubos variaban según "reglas" arbitrarias, de modo que uno tenía una rampa, otro una escalera y otro una rueda adosada. Las cekisías coloreadas de acero, las pasarelas suspendidas y las cubiertas sinuosas que bordeaban el conjunto recordaban algunas fantasías mecanicistas del pasado, como los dibujos de Chérnijov en torno a 1929. Los "caprichos" eran como gigantescos juguetes rojos desperdigados por la hierba. El lenguaje de una polémica revolucionaria anterior quedaba así anestesiado, pero dejando suficiente espacio para la modernidad "oficial" de los dirigentes culturales franceses de izquierdas.