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CURTIS William. J., La arquitectura moderna desde 1900.Edit. Phaidon. Hong Kong, 2006. 


Págs.617-633...." Y así, una figura como Quinlan Terry -que se había estado dedicando modestamente a hacer una versión insulsa y bastante literal del clasicismo durante dos décadas- se encontró de pronto lanzado al primer plano por un tipo de opinión cultivada que veía toda la arquitectura moderna como una desagradable intrusión internacionalista en la calma de la vida campestre inglesa, y que imaginaba que el ‘gusto’ y los ‘valores tradicionales’ podían reinstaurar de algún modo la gloria nacional. Los propios edificios de Terry (por ejemplo, el conjunto Richmond Riverside, 1985-1987) eran composiciones comedidas y doctas que usaban la gramática y el ornamento clásicos, pero que carecían del orden y la medida subyacentes que podían encontrarse en las grandes obras clásicas del pasado".

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