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MONTANER, J,M.,La Modernidad superada. Arquitectura, arte y pensamiento del siglo XX.G. Gili. Barcelona, 1997.


Págs. 181-206...(Dentro de un lenguaje de diversidad del minimalismo, podemos destacar la categoría de precisión técnica y materialidad)…


El minimalismo se precipita en la materialidad como esencia del arte. No puede existir una obra minimalista modélica sin la perfección y simplificación formal que la técnica y los materiales de calidad pueden aportar, sin recurrir a todo el saber del arte de construir.


Recordemos cómo el filósofo Ludwig Wittgenstein, con su colaborador el arquitecto Paul Engelmann, estableció en la casa para su hermana Hermine en Viena las bases de un espacio estrictamente racional, exacto y preciso, como un circuito eléctrico. Un espacio mucho más radicalmente internacional de lo que hubiera sido capaz el maestro de Engelmann, Adolf Loos.


En los proyectos y obras de los racionalistas más radicales, como Mar Stam o Hannes Meyer, pertenecientes respectivamente a la nueva objetividad holandesa-alemana y suizo-alemana (y más tarde al exaltado constructivismo soviético), predomina esta concepción de la arquitectura como pura técnica, precisión mecánica, casta belleza que emana de la materialidad del objeto arquitectónico. El prototipo de interior CO-OP (1926) de Hannes Meyer es un emblema de la materialidad más unitaria y simple. Este valor de la materialidad y la estructura que llega a su culminación con la obra de Mies, al final de la tradición rigorista y técnica de Carlo Lodoli- Gottfried Semper-Adolf Loos, ha renacido en una parte de los reduccionistas actuales que enfatizan la “fisicidad” de toda obra: en Giorgio Grassi, Antonio Monestiroli y Francesco Venezia, en Alvaro Siza Vieira y Eduardo Souto de Moura.


Pero si en las vanguardias la técnica estaba totalmente idealizada, en la actualidad la pulcritud tecnológica es un objetivo realista. Sin alardes de alta tecnología y sin ornamentación añadida, a los minimalistas lo que les cautiva es el mundo de los materiales arquitectónicos. Tal como ha señalado Vittorio Gragotti, “ la tecnología ni les maravilla ni es combatida”; sencillamente se acepta como una preexistencia cotidiana, como un hecho natural. Es una arquitectura que no critica a la sociedad -el liberalismo democrático es su medio-, ni critica el mundo de la tecnología.


 



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