p.61-67 "El rigor del espacio modular y la poesía de las formas orgánicas son dos aspectos coexistentes, aunque diametralmente opuestos, que definen el amplio espectro de la expresión arquitectónica del trabajo de Eero Saarinen. El Centro Tecnológico de la General Motors es el primer polo lo que la terminal de las aerolíneas Trans World, que se encuentra en el aeropueto hoy conocido como Aeropuerto Internacional de Nueva York John Fitzgerald Kennedy, es al segundo. Sólo un año después de que Saarinen recibiera el encargo de la TWA, Le Corbusier había terminado Notre Dame de Haut en Ronchamp, Francia. Antonio Gaudí, Félix Candela, Eduardo Torroja y Pier Luigi Nervi son algunos de los arquitectos e ingenieros que se. habían embarcado en experimentos con formas escultóricas similares. Saarinen estaba muy al tanto de sus ideas. Comenta: "Lo que me interesa de aquellas estructuras es cuándo y donde emplearlas. Analizando sus posibilidades, uno llega a la conclusión de que no se trata de fórmulas matemáticas que han de ser llevada a cabo de una determinada manera, sino que existen muchas maneras lógicas y efectivas de hacerlo".
La terminal TWA es una alegoría del vuelo en hormigón armado. Pensada para inicial al pasajero de posguerra en el placer de los viajes aéreos, la metáfora es llevada a extremos desconocidos hasta el momento. A pesar de sus repetidas afirmaciones sobre la existencia de una forma única para cada época, Saarinen tenía un pie firmemente puesto sobre la historia de la arquitectura. La bóveda de crucería, muy común en el siglo XX, para albergar un espacio sin columnas que da cabida a varios servicios públicos. La simetría de la planta y los alzados es readmitida en el vocabulario formal del arquitecto moderno. La terminal está ubicada en el extremo opuesto al eje central del plan maestro del aeropuerto. La particular silueta del edificio se distingue del resto del complejo y permite reconocer a la aerolínea frente a sus competidoras.
El movimiento, congelado en las formas del hormigón, fue el tema que inspiró la concepción del diseño hasta en los más mínimos detalles. El flujo continuo de un área a la otra crea un espacio sin límites, una arquitectura de la fluidez. Las columnas, las bóvedas y el antepecho se combinan para formar un único elemento " sin costuras", y se funden para dar cabida a todos los requerimientos funcionales necesarios. Desde la calle, los viajeros son conducidos al interior del edificio por la cubierta en voladizo que constituye una unidad estructural integral. Una vez dentro, un paisaje de objetos que parecen esculpidos circunda al visitante, quien puede medir las dimensiones del interior de un vistazo. Los mostradores y la gestión del tráfico de pasajeros están en el primer piso. En el nivel superior, una cafetería, un restaurante, un bar y salas de reunión privadas ocupan dos plataformas que flotan bajo un paraguas de hormigón.
Los escalones que suben desde el mostrador de información conducen a los pasajeros hasta un siguiente nivel, donde se encuentran el área de espera. Oculta en la planta baja, una zona para sentarse, aislada de la circulación, permite observar los movimientos de los aviones. Dos galerías se extienden a lo largo del espacio principal hasta llegar a las puertas de embarque. El techo de las galerías es abovedado, de manera que alcanza su alzado máximo por encima del horizonte de los pasajeros, surgiendo una dimensión mucho mayor que la real, un recurso de perspectiva casi barroco.
Hoy el destino de la terminal es incierto. Considerada obsoleta e inadecuada para satisfacer las necesidades actuales, ya no es empleada para su propósito original y, ocasionalmente , alberga exposiciones temporales. "