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TRACHTENBERG, Marvin, HYMAN, Isabelle., Arquitectura. De la Prehistoria a la Postmodernidad.Akal. Madrid, 1990.


 pág. 700-701. El bloque de 91 apartamentos para ancianos, patrocinado por la Sociedad de Amigos, se proclama a sí mismo como Guild House en un cartel asombrosamente audaz y comercial situado en la puerta. No es por supuesto, una casa, sino una residencia y Venturi no duda en darle un aspecto de residencia convencional con muros de ladrillo marrón oscuro, inexorablememente utilitario y chabacano, y ventanas dispersas que se parecen a los proyectos de renovación urbana de la posguerra, así como a, según Venturi "la parte de atrás de las casas de pisos eduardianas". El tipo de residencia es, si acaso más banal incluso que la casa caja de galletas y Venturi no hace nada para ahorrarnos sus connotaciones desafortunadas. Por el contrario, su punto de vista es afirmar su convencionalidad, porque sólo así puede explicar esas tensiones y transformaciones irónicas creadas por la intervención de la imaginería no convencional e historicista. El proyecto de residencia de Filadelfia, aunque permanece fiel a sí mismo materialmente e iconográficamente, refleja la dignidad de una iglesia barroca o una residencia principesca. Como la fachade de una iglesia barroca, la masa simétrica se ve obligada a adelantarse en tres fuertes escalones hacia el centro, donde el peso visual está conectado en una varieda de efectos pseudobarrocos.  La zona de entrada está revestida hasta el segundo piso con ladrillos vidriados blancos y debajo del cartel se curva hacia abajo hasta la puerta rebajada colocada detrás de una pseudocolumna de granito negro pulimentado. Encima, los parapetos perforados de planchas de acero de los balcones están pintados en blanco para crear una continuidad de superficie y están enmarcados entre las columnas de las ventanas. Todos estos elementos se reúnen bajo un luneto neopalladiano que es el frente del salón común. Finalmente, la enfática linea exial, que corre desde el cilindro de entrada a través del divisor de los balcones y erupciona sobre el tejado (en otro efecto pseudobarroco) como una falsa antena de TV color dorado anodizado. Venturi la describió, quiezás en su momento más externo de enfent terrible, como "un símbolo de los viejos, que se pasan mucho tiempo mirando la TV".


Esta traviesa afrenta a los ancianos es solo la mitad de la ecuación de Venturi. El otro lado es su ennoblecimiento de la vejez al dar una dignidad arquitectónica a su por otro lado residencia banal. Tal conflicto e ironía están en el corazón de su estilo, una yuxtaposición de arte noble y bajo vernáculo, de presente innoble y pasado noble, de afirmación y negación. Una casa tipo caja de galletas se convierte también en su propia antitesis - el Blenheim Palace o un pilono egipcio; una casucha predestinada forma una fachada barroca.


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CURTIS William. J. La arquitectura moderna desde 1900. Edit. Phaidon. Hong Kong, 2006. 


Págs. 547- 565.  “ Extensión y crítica en la década de 1960”


En la Guild House, una residencia de ancianos en Filadelfia (1962-1966), Venturi adoptó el mismo enfoque a una escala mayor y para una función en la que podía ponerse a prueba su interés por la 'imaginería comúnmente entendida'. El edificio debía incluir 91 apartamentos de varios tipos con una sala de esparcimiento común y debía albergar a personas mayores de las zonas vecinas. Venturi dispuso las habitaciones en una planta simétrica con una fachada que llegaba hasta la alineación la calle. Este alzado también era simétrico, con las puertas de entrada colocadas provocadoramente a ambos lados del eje. Un gran arco se recortaba en lo alto de la fachada tal vez para tratar de dar al edificio una imagen de apertura y disponibilidad. Finalmente, justo en el remate se colocó una antena de televisión anodizada en dorado que (según el artista) podría interpretarse “como un símbolo de los ancianos, que pasan mucho tiempo viendo la televisión”.


La Guild House estaba construida con ladrillos baratos y sencillas ventanas estandarizadas, y sus detalles hacían que resaltase su carácter plano. Las ventanas se eligieron para armonizar con las de la zona y eran de guillotina, corrientes y estandarizadas, del tipo que se puede encontrar en los conjuntos de viviendas más económicas. En el contexto de una composición arquitectónica tan consciente, esas ventanas recordaban las observaciones de Venturi sobre los artistas pop que empleaban «viejos estereotipos en nuevos emplazamientos» y daban así “un significado poco corriente a los elementos corrientes, cambiando su contexto o aumentando su escala […]”. No es necesario resaltar en este punto el contraste entre el planteamiento y el vocabulario de Venturi y los de Rudolph, Kallmann, Roche & Dinkeloo, y Peien la misma época. Sin embargo, sus ideas solían ser más convincentes por escrito que una vez construidas. Esta atormentada conciencia de sí mismo traslucía la falta de un sentimiento instintivo respecto a la forma, el espacio e incluso la proporción. Venturi dio pie a una concepción literaria de la arquitectura en la que se ponía más énfasis en la imaginería y la cita que en la integración formal o la presencia material


 

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