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Londres

Londres. Forma y desarrollo urbano

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  • Londres (Inglaterra)
  • Reino Unido

FRAMPTON Kenneth., Historia crítica de la  Arquitectura Moderna. Gustavo Gili. Barcelona, 1987.  


Págs. 20-28.“Transformaciones territoriales: evolución urbana, 1800-1909”


 La llegada de navegación a vapor de larga distancia a partir de 1865 acrecentó en gran medida la emigración europea hacia América, África y Australia. Mientras que esta emigración proporcionaba la población necesaria para la expansión de la economía de los territorios coloniales y para la ocupación de las cada vez mayores ciudades de planta reticular del Nuevo Mundo, la obsolescencia militar, política y económica de las ciudades amuralladas tradicionales europeas condujo, tras las revoluciones liberales y nacionales de 1848, a la demolición total de las fortificaciones y a la extensión de las ciudades, anteriormente finitas, hacia unos suburbios ya florecientes.


Esta evolución general, acompañada de una caída de la mortalidad: debida a mejores niveles de alimentación y de técnicas. médicas, dio origen a concentraciones urbanas sin precedentes, primero en. Inglaterra y luego, con diversas tasas de crecimiento, en todo el mundo en fase de desarrollo. La población de Manchester se multiplicó por ocho en el transcurso del siglo, pasando de 75,000 habitantes en 1801 a 600.000 hacia 1901; la de Londres, en comparación, sólo se multiplicó por seis en el mismo intervalo, pasando de un millón de habitantes en 1801 a 6,5 millones a principios de siglo. París creció a un ritmo comparable, pero tuvo un comienzo más moderado, pasando de 500.000 habitantes. en


1801 a tres millones hacia 1901. Estos aumentos de seis u ocho veces resultan incluso discretos en comparación con el crecimiento de Nueva York en el mismo período. Nueva York fue fundada como una ciudad reticular en 1811, de acuerdo con el llamado 'plan de los comisionados' de ese mismo año, y pasó de tener 33.000 habitantes en 1801 a 500.000 hacia 1850 y 3,5 millones hacia 1901. Chicago creció a un ritmo aún más astronómico, aumentando de 300 personas en la época de la retícula de Thompson, en 1833, a cerca de 30.000(de las que algo menos de la mitad había nacido en Estados Unidos) hacia 1850, y llegando a ser una ciudad de dos millones de habitantes a principios de siglo.


La absorción de un crecimiento tan volátil llevó a la transformación de los barrios antiguos en zonas degradadas y también a la construcción desmañada de nuevas casas e inmuebles cuyo único propósito, dada la carencia generalizada de transporte municipal, era proporcionar de la manera más barata posible la mayor cantidad de cobijo rudimentario situado a una distancia que permitiese ir caminando a los centros de producción. Naturalmente, estos conjuntos abarrotados no disponían de los niveles adecuados de luz, ventilación y espacios abiertos, y tenían instalaciones sanitarias rudimentarias como baños, lavaderos y basureros, todos ellos exteriores y comunitarios. Con un saneamiento primitivo y un mantenimiento inadecuado, este modelo podía traer consigo concentraciones de excrementos y residuos así como inundaciones, y estas condiciones provocaron de forma natural una alta tasa de enfermedades: primero la tuberculosis y luego, algo más alarmante para las autoridades, algunos brotes de cólera tanto en Inglaterra como en Europa continental, durante las décadas de 1830 y 1840.


Estas epidemias tuvieron el efecto de precipitar la reforma sanitaría y de impulsar algunas de las primeras ordenanzas relativas a la construcción y al mantenimiento de densas conurbaciones. En 1833, las autoridades de Londres ordenaron a la comisión de la ley contra la pobreza, encabezada por Edwin Chadwick, que hiciese indagaciones acerca de los orígenes de un brote de cólera producido en Whitechapel. Frutos de todo ello fueron el informe de Chadwick. Estudio sobre las condiciones de la población trabajadora en Gran Bretaña (1842), la 'Comisión Real sobre el: estado de las grandes ciudades y los distritos populosos' creada en 1844, y finalmente, la Ley de Salud Pública de 1848. Esta ley, junto con otras, hacía a las autoridades locales responsables legales del alcantarillado, la recogida de basuras, el abastecimiento de agua, las carreteras, la inspección de los mataderos y el enterramiento de los muertos. De disposiciones similares se iba a ocupar Haussmann durante la reconstrucción de París entre 1853 y 1870.


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FUSCO Renato de ., Historia de la arquitectura Contemporánea. Ed. Celeste. Madrid,1992.


Págs.445-549 .“Un código virtual”


Una serie de leyes urbanísticas que se adelantan o acompañan a la labor de reconstrucción-Town and Country Planning Act, 1944; Distribution of Industry, 1946; New Towns Act, 1946; Town and Country Planning Act, 1947 permiten el control y la planificación en casi todos los sectores de intervención, desde la clásica relación campo-ciudad al desplazamiento de las instalaciones industriales, desde la construcción de nuevas ciudades a la intervención en los centros históricos. El fruto más significativo de esta legislación, de los aparatos técnicos y administrativos que garantizan eficazmente su ejecución y del esfuerzo político y económico mantenido con relativa continuidad, a pesar de la sucesión en el poder de laboristas y conservadores, está constituido por las New Towns. Estas, junto con el plan del Gran Londres, de 1944, a cargo de P. Abercrombie, y concebido para descongestionar la capital mediante una expansión regional y acoger la población de las zonas subdesarrolladas. se relacionan evidentemente con la tradición de la ciudad-jardín, y han podido llevarse a la práctica gracias a la preparación política y económica de las comisiones Barlow, de 1940; Scott, de 1942: Uthwatt, de 1942; a la constitución del Ministery of Town and Country Planning (1943) y a la ya citada ley urbanística de 1947. Las New Towns dependen en el plano técnico de las Development Corporations, instituidas por la New Towns Act de 1946, a cuyo cargo corre su proyecto, construcción y gestión.


En cuanto a su trazado, las nuevas ciudades surgidas en la postguerra, como Stevenage, Crawley, Harlow of East Kilbride, difieren de la configuración de las Garden-Cities por su desarrollo extensivo, mientras que los ejemplos más recientes presentan zonas de densidad variable, una «espina» central de carácter más urbano, por los servicios allí concentrados, y una edificación residencial más densa y compacta: recordemos en particular la ciudad de Cumbernauld, en Escocia.


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 BENEVOLO, L., Historia de la arquitectura moderna. Edit. Gustavo Gili. Barcelona, 1987.


Págs.. 61-84.“ La época de la reorganización y los orígenes de la urbanística moderna (1983-1850)” 


En este momento —y particularmente en los decenios que van desde 1830 a 1850 nace la urbanística moderna. La convivencia de los hombres en la ciudad industrial plantea nuevos problemas de organización: los antiguos instrumentos de intervención se revelan inadecuados, y se elaboran otros nuevos, adaptados a las recientes condiciones. De año en año las ciudades crecen, y algunas alcanzan tamaño excepcional: en sentido absoluto, como Londres (figs. 51-53), que a finales del XVIII alcanza el millón de habitantes, primera entre todas las ciudades europeas, o con relación a su origen, como Manchester, que en 1760 tenía 12.000 habitantes y a mitad del siglo XIX se acerca a los 400.000.


 Los recién llegados son preferentemente obreros industriales; su vivienda, como su salario y las condiciones de trabajo, están sometidas, únicamente, a la libre iniciativa y se reducen al mínimo nivel compatible con la supervivencia.


 Grupos de especuladores -los jerry builders- se encargan de construir filas de casas de un solo piso, a medida que las van necesitando, con el único propósito de obtener la máxima ganancia: «con tal de que permanecieran en pie (aunque sólo fuera temporalmente) y que las personas sin otro recurso no tuvieran más remedio que ocuparlas, a nadie le importaba lo más mínimo que ofrecieran seguridad e higiene, que tuvieran luz y aire, o que estuvieran abominablemente sobrepobladas».


 Existen todavía en las ciudades inglesas numerosas instituciones y cuerpos administrativos de origen antiguo, encargados de controlar la edificación, las instalaciones urbanas, los abastecimientos, etc.; sólo en Londres pueden contarse cerca de trescientos, aunque incapaces de intervenir a la nueva escala del fenómeno, sin autoridad y vistos con desconfianza por la opinión pública, como residuos del ancien régime y partícipes de la inercia de toda vida administrativa local, hasta la ley de 1835. Es decir, falta todo control de la autoridad pública sobre la actividad privada.


 Precisamente al mismo tiempo que renuncia a influir con reglamentaciones sobre la calidad de la edificación privada, la autoridad se priva también del suelo de su propiedad, que le habría permitido intervenir por la vía indirecta y controlar, por lo menos, la situación de los nuevos barrios...


...En Londres existe el grave problema de la contaminación del río. En la capital funcionan una gran cantidad de antiguos reglamentos y organismos de inspección, pero actúan según criterios inadecuados. Así, por ejemplo, se concibe el alcantarillado, esencialmente, como sistema de recogida de aguas pluviales y está prohibido conectarlo a las casas o edificios públicos, si bien los residuos líquidos pasan con facilidad de los pozos negros a las alcantarillas. Pero al generalizarse el uso de retretes privados, está prohibición cae en desuso, entre 1810 y 1840.Todas las alcantarillas confluyen en el Támesis, al mismo tiempo que el propio río provee de agua a la ciudad; todo lo cual le convierte en causa permanente de las epidemias que afectan a la capital inglesa.


 Se estudian en este período numerosos sistemas para mejorar la situación, pero a la inseguridad de los criterios administrativos viene a sumarse la de las soluciones técnicas. Hacia 1840, los miembros del Parlamento y los reformadores en potencia «se encuentran irritadísimos por las opiniones contradictorias de los expertos a propósito de las dimensiones y forma de las alcantarillas, de los valores respectivos de aliviaderos, rejas y bóvedas, y de los misterios de la hidráulica».


 En torno a un embalse denominado pantano de Wellington en 1838, se desata una violenta epidemia. Las autoridades locales apelan al nuevo Comité de la ley de pobres, y una comisión de médicos enviada al lugar publica un informe de gran repercusión, atrayendo la atención de la opinión pública.


 En aquel mismo año entra en vigor la ley de 1837 sobre el registro de nacimientos, defunciones y matrimonios, que permite clasificar los fallecimientos según sus causas; así se posibilita enmarcar el conocimiento de los fenómenos aislados, estudiados por las comisiones de encuesta, en un cuadro estadístico correcto.


En 1839, también el obispo de Londres insiste para que la encuesta sobre sanidad realizada en la capital se extienda a todo el país, y Lord Russell encarga la redacción del informe a la Comisión de los pobres, que lo publica en 1842.


 Chadwick, promotor de la encuesta, hace un cuadro impresionante de las condiciones higiénicas de las ciudades inglesas:


 Las prisiones se caracterizaban en otro tiempo por la suciedad y la falta de ventilación. Pero las descripciones realizadas por Howard de las peores prisiones que visitó en Inglaterra —y las consideraba entre las peores que había visto en Eurора son superadas, en todos los sentidos, por lo que el doctor Arnott y yo hemos visto en Glasgow y Edimburgo. Mayor suciedad, mayor sufrimiento físico y degradación moral que la descrita por Howard, pueden encontrarse entre la población obrera de los sótanos de Liverpool, Manchester o Leeds, y en gran parte de la capital.


Entre tanto, un Comité de la Cámara de los Comunes publica en 1840 un informe sobre las condiciones higiénicas de las grandes ciudades, y plantea el problema a mayor escala, evidenciando la falta total de legislación sobre edificación e instalaciones urbanas. Para seguir los estudios en esta dirección se constituye una Comisión real sobre la situación de las grandes ciudades y los distritos populosos, que publica su informe en 1845; se recomienda, entre otras cosas, que antes de llevar a cabo un proyecto de alcantarillado se realice «el alzado y la planta a escala adecuada»; que además del alcantarillado se proceda a pavimentar; que las autoridades locales puedan imponer a las casas ciertos requisitos higiénicos mínimos, como la presencia de servicios higiénicos en cada apartamento; que pueda obligarse a los propietarios a limpiar las casas sucias, y a procurarse una licencia para estipular los contratos de alquiler; que puedan nombrarse oficiales médicos; que puedan recaudarse fondos para mejorar y ensanchar las calles y para poner en funcionamiento parques públicos «puesto que las grandes ciudades como Liverpool, Manchester, Birmingham, Leeds y muchas otras no poseen, hoy en día, ningún parque público para pasear».''


 Partiendo de las exigencias sanitarias se llega así a un programa urbanístico completo. El Parlamento trata la cuestión en 1846; una nueva epidemia de cólera consigue avivar la discusión del problema y la opinión pública presiona sobre los legisladores, pero las dificultades a superar son aún muchas. Una primera ley, propuesta en 1847, es retirada y hasta el año siguiente no se aprueba la primera Public Health Act, que es la base de toda la legislación posterior.


 El Act de 1848 no incluye a Londres, pero al mismo tiempo se instituye la Metropolitan Commission of Sewers, dotada de amplios poderes. Al siguiente año se concede la supervisión de este tema al primer Board of Health, compuesto por Lord Shaftesbury, Lord Morphet, Chadwick y Southwood Smith.


 Las competencias de este comité son muy amplias, En 1851 plantea por primera vez, a escala nacional, el problema de la edificación subvencionada, y logra que las ciudades con más de 10.000 habitantes tengan la facultad de construir casas económicas para las clases trabajadoras, aunque con escasos resultados, pues las administraciones locales no se aprovechan de esta disposición.


 En el mismo año, la publicación de los resultados del censo permite evaluar la importancia del fenómeno de la aglomeración urbana. De acuerdo con los cálculos oficiales, de los 3.366.000 habitantes mayores de veinte años, residentes en Londres y en otras 61 ciudades, únicamente 1.377.000 eran naturales de ellas, y de 1.395.000 londinenses, sólo 645.000.


W. Fart, un discípulo de Chadwick que entró en 1838 en el Registror General's Office, al presentar estos informes escribe:


Hasta ahora la población ha emigrado desde los terrenos muy o bastante saneados del campo, hasta las ciudades o los centros portuarios, en los que pocas familias han vivido durante dos generaciones. Pero es evidente que, a partir de ahora, las grandes ciudades no pueden seguir siendo consideradas como campamentos es decir, como lugares donde los forasteros ejercen su actividad y su industria—, sino, más bien, como lugar de nacimiento de una gran parte de la raza inglesa. Es necesario, por tanto, actuar sobre las ciudades para que el peor de todos los lugares de nacimiento —la habitación sobrepoblada, el alojamiento en promiscuidad de muchas familias no sea el lugar de nacimiento de una parte considerable de nuestra población.


 En 1866 se promulga una nueva y más avanzada ley sanitaria, y el Artisans and Labourers' Dwelling Act vuelve sobre el problema de la edificación popular, al introducir el concepto de expropiación con indemnización inferior al valor del mercado, que será, desde ahora uno de los puntos fundamentales de todo programa urbanístico. En 1875 y 1890 se avanza un poco más, al unificar el Housing of Worker Class Act todas las leyes sanitarias y sobre edificación popular.


 No debe pensarse que los beneficios de las primeras leyes sanitarias y de aquellas sobre la edificación popular hayan transformado en un momento los barrios obreros. Las leyes cobran eficacia sólo después de un período de adaptación, y luego que en las administraciones públicas se ha formado un personal adiestrado, capaz de hacer que se apliquen; las limitaciones introducidas por las leyes hacen más costosos los alojamientos, y los inquilinos que no están en situación de soportar el aumento de los alquileres se ven expulsados hacia nuevos alojamientos precarios en zonas más periféricas; en fin, las normas de las primeras leyes, puramente cuantitativas, remedian las más graves deficiencias de orden higiénico, pero vuelven todavía más uniformes y obsesivas las calles de los barrios obreros, y son responsables de las mecánicas alineaciones de muchos barrios de la segunda mitad del siglo XIX (figuras 49 y 50).


 Sin embargo, como la Reform Bill, que en el terreno político sanciona la iniciativa popular y la capacidad de acomodar gradualmente las instituciones al desarrollo de las ideas y de las condiciones materiales a través de la actividad parlamentaria, del mismo modo las primitivas e imperfectas leyes sobre edificación sientan el precedente para un control constante de las autoridades locales y de los órganos tutores centrales sobre el desarrollo y la transformación de las ciudades.


 También los campos de acción respectivos de ambas autoridades están establecidos desde un principio, correspondiendo a las administraciones locales las iniciativas concretas y a los órganos centrales el aspecto legislativo y la determinación de los standards mínimos y máximos; distinción aún válida para la planificación moderna.


 


 


 


 

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