Pág. 70. "Evidentemente el Dr. Frantisek Müller, propietario y contratista, se tomó muy en serio la construcción de su casa" Heinrich Kulka biógrafo y colaborador de Loos, define con esta bella frase la relación entre el cliente y arquitecto en la primera biografia publicada en Viena en 1931.
En 1930, junto con la Villa Müller en Praga (Loos), se construyeron también los trabajos en la Villa Tugendhat en Brünn (Mies van der Rohe) y la Villla Saboye en las cercanías de Paris (Le Corbusier). Mientras que las otras dos casas fueron centro de atención de los discursos internacionales sobre arquitectura, la Casa MÑuller únicamente fue alabada por su fachada cúbica. La creación de los espacios interiores no se entendió y se calificó de no moderna.
Loos tenía 58 años cuando obtuvo el encargo de Frantisek Müller (de 38) de construir una casa en Praga. Frantisek Müller era el heredero de una importante empresa constructora fundada en 11891 en la ciudad de Pilsen (al este de Bohemia) que se denominaba "muller und Kapsa", apellidos de ambos socios. Posteriormente la empresa tuvo filiales en Pilsen, Bratislava y Praga y contó, en ocasiones, con casi diez mil empleados. A pesar de que Müller había estudiado ingeniería, su función principal en la empresa era la de gerente. Al igual que Loos, se había entusiasmado por los avances técnicos, aunque, en cuestiones culturales, se mostraba tradicional y anglófico.
En loa años veinte Müller y Kapsa decidieron traspasar la sede central de su empresa, que se encontraba en la ciudad industrial de Pilsen, al centro urbano y político de Praga, donde ambos se hicieron construir sendas casas, nuevas y emblemáticas. En aquella época, Loos ya no contaba con colaboradores fijos en su oficina de Viena. Concebía él mismo los planos y sus antiguos colaboradores acababan el trabajo. El caso de la Villa Müller fue diferente: como Frantisek Müller era constructor, su empresa se hizo cargo de las obras, mientras que Loos y su socio Karel Lohta fueron los responsables del proyecto y de presentarlo a las autoridades municipales. El inicio del proyecto estaba previsto para octubre de 1928 y su conclusión para el 1 de enero de 1920.
El solar en cuesta con vistas al casco antiguo de Praga estaba situado en la exclusiva zona de Stresovice. Frantisek, Milada Müller y su hija de cuatro años, Eva, se fueron a vivir a su nueva casa de 600 m en 1930. Cone ellos vivía el personal del servicio doméstico, entre ellos, un chofer, una niñera, un cocinero y tres criadas.
Loos separó la zona reservada a la familia de la del personal usando su Raumplan y mediante una segunda escalera con ascensor:varias escaleras comunicaban el salón, el comedor, el gabinete de la señora y los dormitorios de la familia siguiendo el modelo de la planta espacial, para que el ir y venir del servicio no les molestase.
La Villa Müller es la mayor obra de arte de Adolf Loos. En ella el arquitecto supo conjugar de manera innovadora una puesta en escena del Raumplan con la concepción cultural de la alta burguesía. Loos ennobleció adicionalmente el mundo privado de la casa usando materiales particulares: piedra travertina en el exterior de la entrada, azulejos verdosos en el vestíbulo, mármol Cipolino jaspeado en verde en el alón principal, madera de caoba en el comedor, baldosas de Delft en la bibioteca y madera de limonero para el gabinete de la señora.
La historia de la Villa Müller refleja además el desarrollo político-cultural de Praga. Durante la ocupación del Tercer Reich, la familia Müller pudo quedarse en su casa. EL gobierno comunista nacionalizó la empresa Müller und Kapsa y la casa en 1948. Sin embargo se permitió a la familia seguir viviendo en algunas habitaciones. Milada Müller vivió allí hasta su muerte en 1968 y décadas más tarde, en 1989, la casa fue restituida a la hija que entonces vivióa en Inglaterra. Una campaña internacional de prensa contribuyó de forma decisiva a que el Estado checo adquiriese la casa y que, así obtuviera una función pública y cultural.
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Págs. 73-85.“La urna y el original: Adolf Loos, 1900-1930”
Este Raumplan (que es como lo llamaba Loos ) transformaba la experiencia de la casa en un laberinto espacio temporal , haciendo difícil la formación de una imagen mental del conjunto. El modo en el que los ocupantes se movían de una espacio a otro estaba sumamente controlado (aunque veces había recorridos alternativos), pero no se establece un sistema de expectativas a priori , como ocurriría en una planta clásica. En las últimas casas, la Moller y la Müller , se añadió al conjunto de las salas de recepción un íntimo tocador femenino situado en el punto más alto de la secuencia, de modo que funcionaba al mismo tiempo como puesto de mando y sancta sanctorum. Con frecuencia, a través de la secuencia de salas se abrían vistas diagonales [figura 49].
En la ordenación espacial de estas casas, los muros desempeñan un papel esencial. Tanto desde el punto de vista fenoménico como estructural. La diversidad de los niveles del suelo exige que los muros (o al menos sus trazas geométricas, pues a veces se reemplazaban por vigas apoyadas en pilares) atraviesen verticalmente todas las plantas. La continuidad espacial entre las habitaciones se creaba no solo eliminando muros, sino perforándolos con amplios vanos de modo que las vistas siempre quedasen enmarcadas y se mantuviese la sensación de recinto espacial en la sala. A menudo, la conexión entre las habitaciones era únicamente visual, como a través de un proscenio. En cuanto a su interrelación, estos espacios tenían una cualidad teatral . Beatriz Colomina ha señalado con agudeza que en un interior de Loos siempre parece que alguien está a punto de hacer su entrada. Los muros exteriores desempeñaban un papel distinto aunque igualmente importante; estaban perforados por huecos relativamente pequeños que no permitían un contacto visual sostenido con el mundo exterior. Las casas de Loos eran cubos herméticos , difíciles de penetrar.
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