LOS Sergio., Carlo Scarpa 1906-1978. Un poeta de la arquitectura. Edit. Taschen. Colonia, 2009.
p.33. En 1955, en ocasión de la conmemoración del bicentenario del naciomiento de Antonio Canova, la Superintendencia de las Bellas Artes encargó a Carlo Scarpa la ampliación del Museo Canova en Possagno. Así debería crearse un lugar para exhibir modelos originales en yeso del artista, copias, algunas esculturas en mármol y estudios en terracota que estaban muy aglomerados en la exhibición anterior. La gliptoteca ya existente, un museo en forma de basílica encomendado en 1832 por Monseñor Sartori al arquitecto veneciano Francesco Lazzari e inaugurado al finalizarse en 1836, es uno de los primeros edificios diseñados específicamente como museo.
Scarpa disponía de un solar alargado y pequeño, localizado en una calle en pendiente que desciende hacia el valle. El arquitecto construyó un techo en forma de cascada que parte de una sala elevada, desciende en varios niveles entre dos muros convergentes y termina en un paño de vidrio al que antepuso un estanque de agua. De esta manera multiplicó los puntos de vista y dispuso de esculturas de manera que resaltaran el contraste entre el blanco abstracto del yeso y el realismo expresivo de los cuerpos femeninos, de pie o recostados. Scarpa hablaba al respecto de un efecto de enmarcado. En el extremo del edificio alargado, donde el agua del estanque refleja una luz vivaz y trémula, transmitiendo la vibración de la superficie ondulada por el viento, colocó Scarpa el grupo de las Tres gracias. La luminosidad "vacilante" interpreta mejor que cualquier otro comentario la feminidad mítica de estas jóvenes en corro.
Para proporcionar una luz articulada y rica en variaciones, Scarpa utilizó sobre todo las aberturas en los encuentros de los muros, creando ventanas en ángulo. Con esta solución, la luz encuentra siempre una superficie difusora vertical y se reduce apreciablemente el efecto deslumbrador de las ventanas normales. Esta solución tuvo otro resultado extraordinario: "Yo quería cortar el azul del cielo" comentó Scarpa.
Dos muros largos forman en esencia la parte nueva del museo. El macizo y ciego lienzo murario que separa el edificio de la calle refleja la luz hacia la sala de exposición y le concede una plasticidad apropiada a su función de fondo para las esculturas. El segundo muro se construyó de manera paralela al museo existente, creando un camino angosto entre el edificio y el moderno. Su parte anterior es una gran superficie acristalada y la posterior un plano de suave piedra de Vicenza con pequeñas "mirillas". Cada obra expuesta tiene un lugar muy preciso, tanto respecto al espacio como en cuanto a la luz que la rodea, a veces de una manera pronunciada, otras veces de manera tenue y matizada, variando su apariencia en el transcurso del día, de las estaciones del año y según los cambios del clima. Por esta razón Giuseppe Mazzariol habló de "personas pétreas" con quienes el visitante experimenta la sensación de convivir.
El piso, en grandes placas de piedra Aurisina, desciende en varios niveles hacia el fondo de la galería. Los zócalos son planchas de hierro elevadas del piso y separadas de la pared mediante distanciadores que algergan los tornillos de sujeción.
En lo referente al enlucido, Scarpa contó que primero pensó espontáneamente en elegir un fondo oscuro para las esculturas claras. Pero esto habría producido un fuerte contraste con la sala abyacente, en la que las esculturas están dispuestas ante paredes pintadas de gris; por eso Scarpa propuso el juego imprevisto del blanco sobre el blanco que ahora nos parece tan natural. Un fondo oscuro no habría evidenciado tan claramente la tridimensionalidad de las esculturas; habría permitido destacar, principalmente , la silueta bidimensional. Los muros interiores fueron blanqueados a la cal y los exteriores enfoscados con graniglia.
Las vitrinas son simples construcciones de hierro que soportan paños de cristal sujetados con abazaderas de bronce. El gran acristalamiento que ilumina las "Gracias" creaba problemas pues, entonces, no se disponía de paños de cristal de tal tamaño. Scarpa corta el vidrio en varios puntos y para evitar que pulido se torne verde y reflectante, esmerila los bordes para dejarlos opacos.