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Unité d´habitation en Marsella

  • 1946 - 1952
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  • LE CORBUSIER, Charles-Édouard Jeanneret
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  • Marseille
  • Francia
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COHEN Jean- Louis., Le Corbusier 1887-1965. El lirismo de la arquitectura en la era de la máquina. 


Edit. Taschen. Colonia, 2006.


p.57-61."La Unidad de Habitación, es el primer encargo que recibe Le Corbusier del Estado francés. Para alojar a las víctimas de los barrios destruidos de la ciudad, pone en pié un principio cuyo desarrollo se remonta al "inmueble villa" y los "bloques dentados" de 1922. Observó en Moscú, en q930, que Moisés Ginzburg y sus amigos constructivistas utilizaban sus ideas en la "casa común" de Narkomfin al desarrollar los "servicios comunes". A esos planos, que llevará consigo a Paris, deberá mucho este proyecto de Le Corbusier. En los años treinta, un doble concepto lleva al concepto de "Unidad de Habitación de escala conforme". Por una parte, el edificio Clarté, construido en Ginebra de 1930 a 1932 con una estructura metálica, es la primera obra que se realiza de un conjunto de viviendas a doble altura. Por otra parte, introduce en los "bloques dentados" las circulaciones horizontales y continuas del Narkomfin, y luego empieza a segmentarlos en edificios aislados en sus distintos proyectos urbanos. El principio de la "Unidad de Habitación", autónoma, formulado durante la guerra en 1942 en la "Mansión des hommes", se utiliza el plan de reconstrucción de Saint Dié (1944), donde se junta toda la población urbana en seis de esos edificios.


La gestación del proyecto de Marsella resulta complena. Este emncargo del Ministerio para la Reconstrucción y el Urbanismo, Raoul Dautry, solo se llevará a cabo, gracias a la determinación de su sucesor, Eugène Claudius-Petir, a pesar de la intensa campaña lanzada por los arquitectos conservadores y los higienistas. Un pérfico informe de expertos, que pronostica un aumento de las enfermedades mentales de los futuros inquilinos, genera una controversia nacional y, en Marsella, la vox populi apoda el edificio la Maison du Fada, la casa del loco.


La Unidad diseñada como una "ciudad jardín vertical", por oposición con la construcción de chalés, se implanta en cuatro terrenos diferentes antes de hallar su lugar en el Boulevard Michelet, en "los barrios elegantes" de Marsella.Una estructura de hormigón armado, semejante a una estantería y colocada sobre unos gruesos pilotes que comprenden las redes de fluidos, acobe las "botellas" que forman las 337 viviendas; la fachada, protegida por marquesinas, está prefabricada con elementos de hormigón. Las viviendas,  que van desde este a oeste, se comunican mediante "calles en el aire", diseñadas ya en 1929 y colocadas cada tres pisos. Una de esas calles, comprende varios comercios y un hotel. Entre las colinas y el mar se abren las galerias de los apartamentos, la terraza jardín de la Unidad alberga una guarderí y un gimnasio. De esta manera reproduce en medio del paisaje meridional la cubierta de los transatlánticos, venerados por Le Corbusier desde hacía 30 años. 


Esta obra, de una magnitud sin precedentes para su autor, se ve ralentizada por problemas presupuestarios y tardará en ejecutarse cinco años, en lugar de los doce meses previstos inicialmente.  La Unidad no solo es el primer edificio donde se introducen las medidad del "Modular", diseñado por Le Corbusier en 1943, sino que también es un campo de experimentación para un mobiliario sencillo e industrializado. Además de con los armarios empotrados, Jean Prouvé y Charlotte Perriand contribuyen también al elegante diseño de los elementos y muebles de las viviendas. Sin embargo, para Le Corbusier, la Unidad sólo cobra todo su sentido como un conjunto de barrios urbanos. El fracaso de sus proyectos de ciudades satélites para el sur de Marsella, con 23 unidades (1947-1949), y de sus propuestas para Estrasburgo y Meaux impedirá que lo demuestre. Deberá conformarse con realizar, a veces en unas condiciones muy difíciles, unos edificios extraordinarios y aislados en Nantes-Rezé, Briey-en- Forêt, Firminy y Berlín-Charlottenburg en el marco de las exposición Interbau de 1957."


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PEEL L. POWELL P. GARRET A.,  Introducción a la Arquitectura del siglo XX. CEAC. Barcelona, 1990.


Págs.74-79.“Construir para las masas. 1945-1970”.


De influencia importante en aquel entonces (desarrollo de las New Towns inglesas) el Modernismo que había sido anteriormente un movimiento minoritario, llegó a ganar una aceptación generalizada por parte de los gobiernos que vieron en su abaratamiento y su simplicidad aparente una solución a sus recursos limitados y a su escasez de dinero líquido. A uno de los exponente más decisivos del Movimiento Moderno de la preguerra, Le Corbusier, le fue encargado el proyecto de diseño masificado de viviendas. Su proyecto de Unité d´Habitarion en Marsella (1946-52), un bloque de 337 pisos que comprendía una escuela, tiendas,  una lavandería, zonas comunitarias, es la mayor realización práctica de los principios de Le Corbusier. Los apartamenteos que tenían que alojar a 1.600 habitantes, fueron diseñados en 23 estilos diferentes, que variaban para una unidad familiar grande o un estudio sencillo. El proyecto y en particular la utilización del hormigón, medio preferido por Le Corbusier, levantó una gran controversia, aunque influenciaría a toda una generación de arquitectos, como se puede ver en gran número de urbanizaciones en toda Europa, por ejemplo ,los “Grands Ensembles” en Francia y el barrio residencial “Forte di Quezzi” en Génova (construido, éste último, en el año 1960).


Sin embargo esos seguidores no siempre analizaron sus planos con la profundidad que lo hizo Le Corbusier, con el resultado de que el Movimiento Moderno fracasó en el área que mayor importancia tenía para políticos y planificadores así como para los arquitectos; se trata de la vivienda masificada. Su predilección por los bloques excesivamente altos desacreditó el movimiento a los ojos del público y acabó por alienar a una generación, por lo que los arquitectos llegaron a ser una “raza” desprestigiada por mucha gente.


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COLQUHOUN Alan.,  La arquitectura moderna. Una historia desapasionada. Gustavo Gili.Barcelona. 2005. 


Págs. 209- 229.“De Le Corbusier a las megaestructuras: visiones urbanas, 1930-1965” 


En 1945, Raoul Dutry, ministro de Reconstrucción del primer gobierno francés de posguerra, encargó a Le Corbusier construir una Unité d'Habitation en Marsella. El concepto clave era que la construcción debía ser lo suficientemente grande como para incorporar los servicios comunitarios precios para sustentar la vida cotidiana de los ocupantes. La idea de que semejante colectivo convivierano era nueva: en la Unión Soviética y en Suecia podrían encontrarse ejemplos que databan de la diada de 1930 En lo que la Unité d'Habitation realizada (1946-1952) se diferenciaba de tales ejemplos está en su poderosa presencia monumental. Aunque claramente influido por algunas propuestas rusas como el proyecto de casas CDE para Kuznetsk, ideado por los hermanos Venin en 1930, el edificio no refleja el programa socialista de estos arquitectos rusos. Según Le Corbusier, es la culminación de su concepto de vivienda de clase media moderna. A lo que más se aproxima es al Falanterio palacio colectivo ideal concebido por Charles Fourier-que tenía igualmente una población de 110 personas, a un monasterio cartujo o un transatlántico: ejemplos todos ellos de comunidades autosuficientes. En el interior, Le Corbusier usó una versión modificada de los apartamentos dúplex contrachapados que propuso por primera vez para la Ville Contemporaine en Igaz. En el exterior, un sistema de parasoles de hormigón, duplicados a modo de logias y derivados de la torre de oficinas de Argel, hace legibles los espacios interiores. Le Corbusier describe la torre de oficinas de Argel como un palacio, no ya una caja, sino un palacio digno de reinar sobre el paisaje. Muy bien podría estar describiendo igualmente la Unité.


Si comparamos la Unité d'Habitation de Le Corbusier con sus viviendas de Argel, vemos que representan dos concepciones muy distintas. Mientras que la Unité es una totalidad diferenciada, diseñada hasta el más mínimo detalle por el arquitecto, la de Argel es una infraestructura interminable con un relleno arbitrario. Una diferencia similar existía entre dos nuevas concepciones urbanas que surgieron durante y después de la II Guerra Mundial y que pusieron en tela de juicio la ortodoxia de la tradición racionalista. La primera fue la de la nueva monumentalidad; la segunda, la filosofía urbana, bastante compleja, del Team X.


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CURTIS William. J. La arquitectura moderna desde 1900. Edit. Phaidon. Hong Kong, 2006.


Págs. 20-28.“Transformaciones territoriales: evolución urbana, 1800-1909”


En un escrito de 1838, Victor Considérant, discípulo de Fourier, mezclaba la metáfora de VersaIles con la del barco de vapor y se preguntaba si era "más fácil alojar a 1,800 personas justo en medio del océano, a 600 leguas de cualquier costa... , que alojar en una construcción unitaria a 1.800 buenos campesinos en el corazón de Champaña o bien asentados en terrenos de la región de Beauce". Esta particular refundición de la comuna y el barco iba a ser retomada por Le Corbusier, más de un siglo después, en su comunidad autosuficiente o Unité d'habitation, reafizada, con alusiones a Fourier, en Marsella entre 1947 y 1952  (véase pág. 229).


Págs. 226-233.“Le Corbusier y la monumentalización de lo vernáculo, 1930-1960” 


Esta sintaxis surrealista difícilmente podría ser utilizada para la Unité d´Habitation de dieciocho pisos, construida en Marsella en 1947-52, y con todo, al abandonar la tecnología maquinista del peso ligero, propia de la época anterior a la guerra, la Unité se mostró igualmente comprometida con unos métodos de construcción “brutalistas”. Esto resulta especialmente evidente en la consecución de su básica superestructura de hormigón a partir de formas de madera sin pulir, una deliberada revelación del proceso de construcción que Le Corbusier justificaría a base de puntos casi existenciales.


Aparte de esta apariencia del betón brut; la Unité era mucho más compleja en su organización que el típico bloque Ville Radieuse anterior a la guerra. Allí donde la losa VR era un volumen horizontal continuo, herméticamente encerrado, en vidrio, la Unité revelaba su estructura celular a través del uso de balcones y “toldos” de hormigón que, al proyectarse desde el cuerpo principal del edificio hacían las veces de pantallas para el sol. Estos brise soleil con sus paredes laterales, realizaban el volumen de las unidades de dos pisos que se extendían a través de la anchura del bloque formas megarón construidas como elementos independientes y suspendidas en la estructura del hormigón tal como se disponen las botellas en unos estantes. “Calles” interiores en plantas alternas, facilitaban el acceso horizontal a estas unidades cruzadas.


Esta morfología unicelular expresaba automáticamente una aglomeración de viviendas privadas (Véase Roq et Rob), en tanto que la arcada comercial y los servicios comunitarios del terrado servían para establecer y representar el dominio público. La categoría honorífica de este conjunto más amplio se expresaba a nivel del suelo en las columnas cuidadosamente perfiladas que soportaban, la parte más inferior del edificio. Estos pilotis precisamente proporcionados de acuerdo con el Modulor de Le Corbusier, sugerían la invención de un nuevo orden “clásico”. Uniendo sus 337 viviendas con una arcada de tiendas, un hotel y un paseo en el terrado, una pista de carreras, un estanque, una guardería y un gimnasio, la Unité era un “condensador social” tal y como lo fueron los bloques comunitarios soviéticos de los años 20. Esta integración total de los servicios comunitarios recordaba el modelo del Falansterio de Fourier en el siglo XIX no sólo por su tamaño sino también por aislamiento con respecto al entorno inmediato. Y tal y como el falansterio pretende albergar al hombre corriente en un dormitorio principesco (Fourier detestaba la mezquindad de la casa individual) la Unité era considerada por su autor como  restauradora de la dignidad de la arquitectura a la más simple vivienda individual.


Págs. 437-451."La Unité d´habitation de Marsella como prototipo de vivienda colectiva” 


Una tradición se compone de otros rasgos además de la secuencia de estilos personales dentro de unos temas ampliamente compartidos. Algunas de sus líneas de continuidad pueden definirse también como la “evolución” de los tipos de edificios. Estos pueden trascender toda una variedad de vocabularios individuales, pero responden, no obstante, a ciertos problemas cruciales. Incluso puede ocurrir que un edificio singular se sitúe a la cabeza de una secuencia y adquiera el papel de prototipo. La Unité d’Habitation de Marsella (1947-1953) tuvo en parte esa función en el campo de la vivienda colectiva. Esa “unidad de vivienda” era un edificio que resultaba difícil de pasar por alto para cualquier arquitecto posterior que se enfrentase a tareas análogas. Describir las enseñanzas aprendidas de él y las diversas reacciones que provocó es ofrecer un resumen extraordinariamente claro de las actitudes arquitectónicas occidentales durante un período de casi un cuarto de siglo.


La Unité se encuentra junto al bulevar Michelet, a las afueras de Marsella. La primera impresión en las fotografías de época es la de un áspero farallón que se eleva sobre un paisaje seco salpicado de matorrales, rocas y árboles, aunque actualmente se halla en un pequeño parque rodeado por construcciones posteriores. En verano, los profundos cajones de los brise-soleil están cortados por sombras y el hormigón adquiere el color tostado de las lejanas montañas provenzales. El bloque se levanta hasta los doce pisos excluidos el espacio inferior y la terraza de la cubierta, y tiene una ingeniosa sección contrapeada. Cada vivienda posee una sala de estar de doble altura con una terraza y una zona inferior que cruza hasta los pequeños balcones del lado opuesto. Se accede a ellas por corredores que corren a lo largo de la espina central, y que dan a la parte inferior de unas viviendas y a la superior de otras. Hay 23 tipos de viviendas, que abarcan toda la gama desde un único individuo hasta la familia con cuatro niños. Los elementos de todas ellas están estandarizados, es su combinación lo que varía. Las piezas producidas en fábrica se acoplan en el entramado general del armazón estructural del edificio como botellas de vino en un botellero. Pero el resultado estético no es repetitivo ni recargador; se evita la banalidad y se conserva la unidad gracias a una razonable atención prestada a la proporción, el ritmo, la escala humana y el control escultórico de la masa.


La jerarquía de las células individuales con respecto a la forma global, de los espacios privados respecto al conjunto público, se ha tratado con destreza en todas partes. Los colosales pilotis (descendientes trapezoidales de los del Pabellón Suizo) definen un espacio comunitario situado bajo el bloque y crean una zona de sombra en la que parecen descansar los volúmenes totalmente iluminados. Las principales líneas verticales las forman los ascensores y las torres de instalaciones y escaleras, así como los muros testeros de los extremos del bloque. Una calle interior con tiendas, un restaurante, e incluso un hotel, se manifiesta a media altura del bloque como una hendidura acristalada de mayor transparencia. La terraza de cubierta situada en la parte alta se distingue por una serie de objetos escultóricos: el edificio del gimnasio, la guardería, y la extraña forma de la chimenea de ventilación, una versión hueca de los pilotis inferiores que recuerda en su tono surrealista el paisaje de chimeneas de Gaudí. Esta terraza - con su pista de carreras, su piscina infantil y sus curiosas esculturas de hormigón en consonancia con las islas rocosas y los riscos en la lejanía, “recortados” por el parapeto - es sin duda otra exaltación del mito mediterráneo de Le Corbusier. Cuando los rayos del sol caen sobre las atrevidas formas de hormigón y relucen en la piscina, cuando los árboles crujen abajo y la bahía se vislumbra en la distancia, se aprecia de modo convincente el sueño corbuseriano de la buena vida: su antídoto contra la miseria de la ciudad industrial. Los recuerdos de Grecia son intensos; esta pequeña acrópolis de rimbombantes objetos silenciosos bajo la luz parece levantada para exaltar un saludable equilibrio entre lo mental y lo físico. La Unité en su conjunto es una síntesis de imaginación social y formal, de orden geométrico e intensa plasticidad; es mucho más densa en su forma y más robusta en sus materiales que la sobras anteriores a la guerra, y sin embargo, todo ello está regulado por la abstracción numérica del Modulor.


Si la Unité se halla en el comienzo de una tradición tipológica en los años de posguerra, también representa la culminación de la larga búsqueda de un orden colectivo en la filosofía de Le Corbusier. Su genealogía se extiende en el pasado hasta el viaducto de Argel, las casas à redent de la Ville Radieuse, el edificio Clarté y el Pabellón Suizo, e incluso, más atrás, hasta los immeubles villas y la casa Citrohan.


Págs. 471- 489.“Disyunciones y discontinuidades en la Europa de los años 1950” 


Las primeras fases de la reconstrucción urbana en Francia hacían uso de bloques aislados en emplazamientos a modo de parques. Esto constituía una poderosa contraforma con respecto a los barrios degradados anteriores a la guerra, pero el vocabulario resultaba escaso, diagramático y limitado: era raro encontrar nuevos conjuntos urbanos con la sensibilidad topográfica de las mejores viviendas escandinavas del mismo periodo, y no había equivalente alguno al audaz “realismo social” de los alojamientos baratos construidos alrededor de Roma y Madrid en la década de 1950 (véase más adelante).


Lo que parecía faltar era una reconsideración teórica de los propósitos básicos de la arquitectura.


Le Corbusier estaba extrañamente aislado de la marcha general de la profesión en Francia. La Unité de Marsella, y de hecho sus últimas obras en conjunto, se estudiaban, debatían y vilipendiaban más en el extranjero que en su país. Las resonancias más profundas con la tradición caían en su mayoría en saco roto.


Las transformaciones más vivaces de esa fusión que hacía Le Corbusier de la imaginación plástica y la social se produjeron cerca del Mediterráneo, o incluso al otro lado de él. 


El Aerohábitat en Argel (1950-1954), obra de Louis Miquel y Bourlier era una reinterpretación eficaz del tema de la Unité, mientras que las espléndidas viviendas escalonadas de Roland Simounet en Djenan el-Hassan (también en Argelia, 1956-1958) aplicaban enseñanzas extraídas tanto de la tradición vernácula norteafricana como del proyecto Roq y Rob de Le Corbusier (1949). Este último fue también el modelo para las viviendas de vacaciones en Cap Camarat, en la Rivera francesa (1958-1965), proyectadas por el Atelier de Montrouge (Jean Renaudie, Pierre Riboulet, Gérar Thurnauer y Jean-Louis Véret con Louis Arretche). Este proyecto reiteraba el tema de la kasba y hacía una adecuada ampliación de las ideas de Le Corbusier, proporcionando un conjunto de niveles, terrazas y edificios patio que daban al mar.


Las viviendas ATBAT en Marruecos (1951-1956), de Bodiansky y Woods, eran uno de esos raros casos en que el “tipo universal” de la Unité se adaptaba al clima y la tradición locales.


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 FUSCO Renato de ., Historia de la arquitectura Contemporánea. Ed. Celeste (Madrid-1992). 


Págs. 519-527.”Las obras del código virtual. La Unité d´Habitation" 


No puede negarse que este edificio de Marsella es emblemático de toda la obra de Le Corbusiery, con ella, de casi toda la problemática del Movimiento Moderno. Y al mismo tiempo es indudablemente paradigmática, por su carácter excepcional y por haber servido como modelo para otras realizaciones posteriores. También es significativo el hecho de que la Unité d'habitation, fruto de toda una serie de experiencias proyectuales, fue concebida antes de la guerra y construida inmediatamente después, iniciando así la fase más reciente de la historia de la arquitectura contemporánea.


Para realizar una recogida analítica de datos del edificio, por lo menos de los más importantes, deberíamos empezar describiendo su estructura portantede hormigón armado, que se eleva sobre una vasta plataforma, denominada por el autor como el sol artificial, de una altura que permite contener instalaciones visitables y que apoya en diecisiete parejas de pilares modelados plásticamente y huecos, para alojar las canalizaciones; además deberíamos diferenciar y clasificar los23 tipos distintos de viviendas, que dan lugar a un total de 337 apartamentos; tendríamos que examinar los pisos séptimo y octavo, donde más de la mitad de la superficie está ocupada por servicios colectivos, por la, galería marchantecon tien-das para los artículos de primera necesidad y, en el resto, por una residencia para huéspedes y por otras viviendas que dan al testero sur; tendríamos que referirnos al equipamiento existente en la cubierta-jardín(la guardería, el gimnasio, el bar con solarium, la piscina para niños, su zona de juegos, los volúmenes «puristas» de las instalaciones técnicas, etc..) y, recordar, finalmente, que las comunicaciones verticales se realizan mediante tres grupos de escaleras disponiendo cada uno de una serie de ascensores, mientras que los horizontales se confíana unas rues intérieuressituadas en los pisos segundo, séptimo,octavo, decimotercero y decimosexto. Pero en lugar de enumerar elementos y funciones, que por otra parte son en este edificio heterogéneas y complejas, preferirnos ocuparnos de algunos de los sectores que lo representen mejor.


 Digamos, de entrada, que la Unite d’habitationes un enorme edificio con partes altamente especializadas, con el objetivode llevar a la práctica ese ideal de la casa colectiva y autosuficienteque se remonta a toda la tradición de los reformadores utopistas. Las tres partes del edificio que analizaremos, pertenecientes todas al sector viviendas, son: la estructura portanteprincipal, la configuración y articulación de las célulasy la retícula tridimensional exterior de las loggias brise-soleil.


 En cuanto al primer factor, el gran esqueleto de hormigón armado, encarna una de las dos familias morfológicas adoptadas por Le Corbusier, a las que nos hemos referido en el capítulo sobre el racionalismo, es decir, la de trazado ortogonal de inspiración clásica, cartesiana, configurada en base a los tracés régulateurs. A la otra familia, caracterizada por las formas libres o derivadas de la experiencia de la pintura y la escultura purista, pertenecen las formas plásticas de los pilots, del sol artificiely de las instalaciones del nivel de la cubierta. Por lo tanto, si consideramos en conjunto estos elementos de la estructura portante, observaremos que coexisten en ella las dos familias morfológicas mencionadas. Esta coexistencia, así como el paso brusco de los factores discontinuos o reducibles a unidades discretos (la retícula ortogonal) a los continuos y no descomponibles (las formas libres), constituyen quizá el aspecto más típico del estilo de Le Corbusier.


 Hablando de la estructura, debe recordarse que la evolución de la relación entre los elementos portantes y los soportados caracteriza todo el desarrollo del Movimiento Moderno. La estructura de esqueleto se exhibe, no sin cierta perplejidad, en el siglo XIX; se «pliega» al gusto figurativo en el Art Nouveau; se acusa francamente en el protorracionalismo*, hasta que el racionalismo la absorbe en su programa de espacios dinámicos, donde tal vez sirve para configurar imágenes ligeras e incorpóreas, confiadas a la estereometría pura de los volúmenes y a la bidimensionalidadnítida de los planos, pensemos en las esquinas transparentes de Gropiusy en las fachadas libresde Le Corbusier.Esto parece señalar que el racionalismo se había apropiado de una tecnología, que por tanto ya no tenía necesidad de ser exhibida. Precisamente en la Unite d’habitation, donde la estructura portantetiene un significado definido y un carácter propio, queda oculta, a excepción de los pilotisy del sol artificiel, forma una trama de conformación sr ordenación, pero subyacente, escondida tras una superestructura que se apoya en ella, la de las loggias brise-soleil.


 Así pues, el marco estructural del edificio de Marsella, en cuya trama se insertan las célulasy cuyos lados soportan las series de terrazas y de parasoles, asume el doble significado del término estructural: el arquitectónico constructivo, como elemento portantedel edificio, y el estructuralistaen el sentido más amplio, es decir, el de sistema subyacente, de organización oculta, pero indispensable para la organización y para la vida misma de un organismo.


 En cuanto al segundo factor de nuestro análisis, las células residencialesy su articulación, nos parece oportuno realizar una breve descripción del tipo más repetido de alojamiento. Este se desarrolla en dos niveles de diferente tamaño; el más pequeño este destinado a la zona diurna y el mayor, que ocupa toda la profundidad del edificio, disponiendo de una doble orientación, con aberturas al este y al oeste, contiene los dormitorios. Dada la diferente profundidad de las dos zonas, cada, célula encaja con otra complementaria, ocupando así entre las dos una altura de tres pisos; en el intermedio, y por el centro del eje longitudinal del edificio, discurre una «calle interior» por la que se accede a ambasviviendas. Debido a este acoplamiento, en la vivienda de un lado se sube desde la zona del comedor al nivel de los dormitorios, mientras que en la del lado opuesto los dormitorios que dan en el piso inferior al de la entrada y del comedor. En el interior de cada célula el forjado del piso superior está retranqueado respecto a la fachada, de manera que este piso se asoma a la parte inferior, cuya altura resulta en esa zona de dos pisos.


 Como se ha observado, en la base del edificio que nos ocupa existe un tema sociológico: “libertad individual en una organización colectiva (…). Nuestra civilización está basada en este principio, la Unité d’ habitation también”.Y esta idea se encuentra ya desde el nivel constructivo; en efecto, las células, como alojamientos unitarios completamente separados, tienen una estructura metálica autónoma y se insertan en la malla principal casi con una sencilla operación de acoplamiento, sin tocarse unas con otras y, mediante especiales recursos técnicos, disponen del aislamiento más completo.


 Pero la relación entre las células y el conjunto, entre lo individual y lo colectivo, adquiere en el edificio de Marsella una conformación y un significado completamente originales y específicos. Habitualmente, una célula residencial de la propia tendencia racionalistapuede considerarse como un sistema, cuyo factor unitario y fundamental se encuentra en cada una de las habitaciones o espacios; y también en el exterior se manifiesta mediante las aberturas la presencia de estas unidades del sistema. Por el contrario, en la Unité d'habitation, aunque presenta distributivamente una separación de sus ambientes interiores, datos se han concebido sin embargo con una fluidez espacial(la separación del comedor y de la cocina mediante elementos de mobiliario de poca altura, los espacios de doble altura entre el dormitorio de los padres y el salón, la división móvil entre las dos habitaciones de los hijos) que permite que cada espacio se complemente con los otros, para superar en el límite el concepto mismo de habitación. En resumen, la célulaya no se concibe distributivamente como un sistema de habitaciones, sino como un ambiente unitario articulado de diversas maneras, Y también en el exterior corresponde a este ambiente, en cada una de las dos fachadas, una abertura grande y única.Nos encontramos, por tanto, en presencia de un cambio de escala; a una célulaformada por un sistema de locales, que hemos propuesto en otro lugar denominar como «signos», corresponde una célula formada por un vacío grande y único, articulado de otra manera, que llamaremos macrosigno.


 Y llegamos al tercer factor de nuestra «lectura», las loggias brise-soleil. Dejando aparte las zona especiales del edificio —los paños opacos que corresponden a las viviendas abiertas al sur, el sector con los restantes alojamientos especiales y los servicios sobre la fachada este, la banda de dos pisos que contiene las tiendas y otros equipamientos colectivos, etc,—Le Corbusier concibe, para toda la organización de los tres frentes libres (el del norte queda ciego, con la famosa escalera que asciende hasta el nivel de las tiendas), una gran estructura tridimensional en retícula, con la misma profundidad que las terrazas: el ritmo vertical lo consigue mediante la prolongación en la fachada de los muros laterales de las células, y el horizontal con las balaustradas en hormigón vibrado de las loggías(galerías) que, además de constituir un brise-soleil(parasol)para los ambientes inferiores. señalan la articulación de los espacios interiores, por su diferente disposición en altura. En efecto, como uno de los dos forjados que corresponden a la célulaestá retranqueado respecto al plano de la fachada —de ahí la necesidad de introducira su nivel, en el vacío de las loggiasindividuales, un plano horizontal que funcione como un auténtico brise-soleil—cada célulasólo dispone de una terraza por cada lado, que consta de una sola altura cuando es el lado alque dan los dormitorios, y de doble altura cuando corresponde el salón-comedor, al estar acopladas las unidadesde dos en dos, a cada vano doble de la fachada le sucede verticalmente otro sencillo; de esta manera la serie de balaustradas o petos, que confieren un carácter horizontal al organismo en su conjunto, se presenta con un ritmo alterno: a cada dos filas de balaustradas macizas corresponde una fila de espacios vacíos perfectamente cuadrados. El vano cuadrado señala en el alzado la presencia en el interior de una célula que en ese lado dispone de doble altura, mientras que el vano rectangular, más bajo, que separa una balaustrada de la otra, indica que la célula interior correspondiente tiene una sola altura, La coloración «desordenada», pero basada en unos cuantos colores fundamentales, contribuye a acentuar más la variedad de esta estructura alveolada, en los muros interiores de cada terraza. La presencia del color, junto con los restantesmotivos plásticos, las formas es-cultóricas de la cubierta-jardín, la escalera exterior de la fachada norte, el bajorrelieve con el símbolo delmodulortallado en el hormigón, etc.., confirman otro de los postulados de la poética de Le Corbusier, la famosa synthése des arts majeurs.


 Pero independientemente de esta descripción, la retícula de las loggias brise-soleilasume un significado que contribuye a ese cambio de escala que hemos mencionado anteriormente hablando de las célulasy que constituye la característica más destacada de la obra de Marsella. Al observar que cada alvéolo de las loggiasrepresentaun verdadero vacíotridimensional, que denuncia la presencia de una célulay nos informa mediante su simple o doble altura de qué modo está articulada la vivienda en el interior, podemos constatar que, a diferencia de los muros de fachada tradicionales, la totalidad del cerramiento de la Unité d'habitationconstituye a su vez un organismo tridimensional, una estructura espacialen la que quedan englobados los espacios interiores.


 Para concluir, si la estructura estáticano se limita sólo al papel de soportar elementos, sino células residenciales completas; si el espacio interior de estas no se considera como una suma de unidades elementales o «signos», sino que se entiende corno un gran ambiente único o «signos»; si el cerramiento exterior no es una serie de facetas bidimensionales, sino un organismo espacial que contiene otrosvacíos tridimensionales, podemos deducir que cada parte de la obra que examinamos se articula en la escala de una dimensión mayor. En base a estas consideraciones puede explicarse la hipertrofia, el cambio de escala, la nueva dimensión, el avance en toda la gama de los factores que constituyen el edificio, y este avance denota el objetivo buscado por Le Corbusierdurante años, la idea de una arquitectura que tiende a convertirse en urbanística(propuesta, unidad, fragmento, configuración).Desde este punto de vista, con la Unité d'habitationconcluye el cielo de la tendencia racionalistay se abre el de la poética de las grandes dimensiones, de la arquitectura más adecuada a la actual cultura de masas.


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KOSTOF, S., Historia de la arquitectura. Alianza Forma. Madrid, 1988.


Pág. 1266. "En paz con el pasado. Las últimas décadas". El gobierno francés, buscando fórmulas di vivivenda standar para su programa de reconstrucción, acudió finalmente a Le Corbusier y le pidió que construyera una muestra de bloque residencial independiente que él llamó Unité dñ hatitation. El emplazamiento estaba en Marsella, en el Boulevard Michelet. Allí erigió Le corbusier una enorme caja de hormigón reforzado que contenía 337 uniades independientes de una amplia variedad de tamaños y formas, desde una sola habitación hasta espaciosos apartamentos familiares que daban a ambas fachadas del edificio. La idea era asegurar una buena mezcla social, puesto que Le Corbusier pensaba en la unité como una comunidad autosuficiente que, multiplicada, compondría estructuralmente la ciudad. Había calles interiores cada tres pisos, y una amplia galería comercial a media altura del edificio. Una escultórica línea de tejado albergaba campos de deporte, una guradería, un gimnasio, e incluso un espenario para espectáculos improvisados. 


Conceptualmentee, los precursores obvios eran los falansterios de Charles Fourier y las casas comunales defendidas en los años veinte por la vanguardia arquitectónica de la URSS. Pero Le Corbusier también invocaba losmonasterios cartujos y los transatlánticos contemporáneos, por tener la misma combinación racional de zonas residenciales estrictamente privadas y generosos espacios colectivos que él mostraba. En cualquier caso, el bloque de Marsella, ese heróico ejemplo de la arquitectura de posguerra, resultó una panacea demasiado controvertida y costosa para la reconstrucción de las ciudades francesas. En otros lugares, el bloque delgado de gran altura, con extremos sólidos o acristalados se extendió como la principal alternativa a la torre de rascacielos, tanto como edificio residencial cuanto como oficinas. Y los pesados parasoles del edificio marsellés, a menudo empleados junto con balcones y terrazas, emergían como una de los clichés más persistentes en el diseño de fachadas. 


pág.1280-81..... Pero más que el perfil serpenteante de la Baker House, lo que parece una afrenta deliberada a las sensibilidades del Estilo Internacional es la basta superficie de ladrillo, que se hace más tosca por la prominencia de trozos de piedra espaciados azarosamente, justamente aquí, en Nueva Inglaterra, el reino de Gropius en el exilio. Realmente este vigorosos edificio, junto con el giro un poco anterior de Le Corbusier hacia el hormigón desnudo y el detalle robusto a que le llevó el bloque de Marsella, señalan la reconducción de la arquitectura moderna hacia preocupaciones tradicionales: la animación de los muros y la dignidad telúrica de la masa. 


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MONTANER, Josep María., Sistemas arquitectónicos contemporáneos. Gustavo Gili. Barcelona, 2008.


págs.10-25. “La crisis del objeto” 


Complejidad y tridimensionalidad: entre la dispersión y el mega-objeto. Tras la consolidación de la arquitectura moderna, uno de los primeros pasos consistió en llevar la lógica neoplasticista de la intersección a la escala urbana tal como hicieron en sus proyectos Bakema y Van den Broek, como, por ejemplo en el plan Pampus para Ámsterdam (1965). De ahí surgieron las nuevas morfologías de crecimiento horizontal propuestas por los arquitectos de la tercera generación y por los miembros del Team 10, más versátiles y adaptables al contexto. Al mismo tiempo, las ideas del movimiento moderno evolucionaron hacia las propuestas de sistemas tridimensionales. La lógica de combinatoria vertical de la Unité d’Habitation (1945-1952) de Le Corbusierlas viviendas modulares de Habitat en Montreal (1967)de Moshe Safdie, el Walden 7 en Sant Just Desvern Barcelona (1970-1975) del Taller de Arquitectura, o las casas Cubo en Róterdam (1978-1984)de Piet Blom, apostaban por la complejidad tridimensional. Se puede considerar, sintetizando, que a partir de la década de 1980 todas estas búsquedas se polarizaron en dos direcciones: la aceptación e insistencia en una irrenunciable dispersión y la búsqueda neomoderna de un megaobjeto complejo.


Págs.. 90-115. “Universos de la realidad y del tiempo” 


.... Las megaestructuras tienen muchos antecedentes, como el plan Obús para Argely la Unité d'Habitation de Marsella de Le Corbusier; el proyecto de torres para la Philadelphia City Planning Commission (1957), en el que Louis I. Kahncontó con la colaboración de Kenneth Day, Louis E. McAllister, George Braik y Anne GriswoldTyng; los diversos prototipos de Richard Buckminster Fuller; y las ciudades espaciales(1970) de Yona FriedmanLa intención de las megaestructuras es convertir la arquitectura en ciudad. Esta ciudad como megaestructura se desarrolló en los proyectos fantásticos de cápsulas y torres tecnológicas del grupo Archigram(fundado en 1960) y en la mezcla de utopía y pragmatismo del grupo de los metabolistas japoneses, surgidos en el Congreso Mundial de Diseño celebrado en Tokio en 1960 y para quienes el racionalismo tecnológico era superado por el organicismo.


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BENEVOLO, L., Historia de la arquitectura moderna. Edit. Gustavo Gili. Barcelona, 1987.


Págs.. 61-84.“ La época de la reorganización y los orígenes de la urbanística moderna (1983-1850)” 


Esta crítica es válida desde un punto de vista político, pero pese a todos sus errores y, en cierto sentido, gracias a sus errores e ingenuidad política, Owen y los demás han aportado una muy importante contribución al movimiento de la arquitectura moderna.


 Ellos no caen en el otro error común a toda la cultura política de su tiempo, liberal o socialista, de considerar que de nada sirve comprometerse en resolver los problemas particulares, por ejemplo, los de asentamiento si no se han resuelto antes los problemas políticos de fondo, y que las soluciones a todas las dificultades particulares llegan como consecuencia natural, una vez resueltas las dificultades generales. Por ello se comprometen, con más confianza de la razonable, en experimentos parciales, y a veces han creído -subvirtiendo las ideas en boga- poder resolver los problemas sociales con la arquitectura, y poder hacer mejores a los hombres con sólo hacerlos vivir en un falansterio o en un paralelogramo cooperativo.


 Sus experimentos concretos han fracasado, pero la ciudad ideal que imaginaron ha entrado en la cultura moderna como un modelo cargado de generosidad y de simpatía humana, muy distinto de la ciudad ideal del Renacimiento, y continúa sirviendo de incentivo al progreso de las instituciones urbanísticas hasta nuestros días, aunque no pueda seguir siendo tomado al pie de la letra.


 El lector habrá notado la impresionante similitud que existe entre las propuestas de Owen y Fourier -como la ciudad de habitación» con un determinado número de habitantes, las instalaciones centralizadas, la rue interieure, etc.- y algunas soluciones que se plantean insistentemente en los proyectos contemporáneos. Incluso el número de habitantes del falansterio de Fourier -1620- corresponde al número de personas alojadas en la primera unité d'habitation de Le Corbusier, y la densidad prevista por Owen, un acre por habitante, es la misma que indica Wright para Broadacre. La integración entre  agricultura e industria, entre ciudad y campo, está resuelta de forma mítica e inadecuada, no se tienen en cuenta las grandes fábricas modernas, que a veces varias decenas de miles de obreros, ni algunas de las orientaciones de la moderna agricultura extensiva y mecanizada. Sin embargo, es cierto que la armonía entre estas dos realidades diferentes es la condición indispensable para reconstruir la unidad del ambiente y del paisaje moderno.


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 La Unité d’Habitation de Marsella fue construida entre 1946 y 1952, siendo a día de hoy un icono de vivienda colectiva. Este edificio fue proyectado en un contexto temporal de posguerra donde la vivienda era escasa y los recursos limitados. El ministerio de Reconstrucción y Urbanismo Francés le encargó a Le Corbusier, libre de cualquier normativa existente, un programa de reconstrucción y realojamiento de las víctimas de los barrios destruidos de la ciudad. Este recibe el encargo tras un periodo de inactividad y reflexión sobre su carrera en torno a los problemas del urbanismo y los nuevos modos de habitar.


Dada la evolución de su pensamiento urbanístico, Le Corbusier decide resolver la producción masiva de alojamientos mediante el modelo híbrido de ciudad-edificio. Del mismo modo, el desarrollo vertical deriva del estudio de la relación del hombre moderno con la naturaleza, como explica en el libro The Marseilles Block.


Es un edificio que pretendió romper con todos los moldes prefijados en cuanto a urbanismo, manera de habitar, sistemas de organización e incluso la forma de construir. Este afán por el desarrollo de nuevos conceptos arquitectónicos también se refleja en la estructura, la cual se compone de dos tramas estructurales de distinto carácter y funcionamiento. Esta dualidad obliga a generar un elemento intermedio capaz de que absorba las cargas del cuerpo superior, abriendo un campo de experimentación a las macroestructuras de hormigón en edificios residenciales.


La singularidad de la planta baja desbloquea las vistas. De esa manera, las líneas de visión de los peatones ya no se canalizan entre edificios sino que pasan por debajo de la vivienda, transformando completamente el diseño urbano.


Le Corbusier cree que la vivienda debe adaptarse a las necesidades de cada persona a lo largo de su vida. Por ello, estudia las distintas etapas personales de un individuo y diseña 23 variaciones del apartamento tipo. La idea en cuanto a la evolución de una persona dentro de la Unité es que, el individuo, fuese cambiando de casa dentro de la ciudad vertical según sus necesidades.


La célula de habitación de la Unité es una sucesión de espacios funcionales, no obstante, Le Corbusier fue consciente de que no podía resolver todas las necesidades personales dentro de la vivienda por lo que diseñó un conjunto de espacios comunitarios que hacían de la unité una ciudad vertical autosuficiente.


Siguiendo la idea de hacer el habitar más fácil, el arquitecto incluye en este proyecto dos procesos constructivos clave; la industrialización, por ejemplo, de la escalera diseñada por Jean Prouvé y la tipificación de la célula en el diseño de los elementos acorde con las series numéricas del Modulor. Además de estos aspectos del diseño, insistió en crear un edificio con los materiales más novedosos de la época pese a los problemas que esto pudiese suponer en obra. Estos aspectos responden a la idea del propio Le Corbusier de proyectar las viviendas como si de máquinas de habitar se tratase.


Itziar DEL HORNO


 


 


 

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