Empezando por Nerón hubo una serie de emperadores que buscaban agradar al pueblo y construyeron baños para el populacho romano, que era admitido gratis o por pocas monedas.
Las termas de Diocleciano construidas entre los años 298 y 306 d. J son las más grandes y mejor conservadas. Fueron las últimas grandes construcciones de su género. La iniciativa es de Maximianus en el 298 y fueron terminadas en el 305. Su grandiosidad supera a todas sus precursoras en magnitud, ocupa un cuadrado de 376x361 m lo que arroja casi 14 hectáreas (llamadas provincias). Prosigue la tradición de termas de Tito, Trajano y Caracalla. Las demás salas, no siempre bien identificadas, destinábanse a varios otros menesteres, como vestirse o desnudarse (apodyteria), leer, reposar etc.
La pieza más grandiosa era el frigidarium, un aula inmensa de 90.80 m. de longitud por 28 m de anchura y 27 de alto. Se cubre con tres bóvedas de arista. De su imponente aspecto aún nos da una clara idea la iglesia de Santa María degli Angeli, pues la adaptación del frigidarium la hizo Miguel Angel en 1561 en la que respetó, en lo fundamental, su estructura antigua, que afortunadamente había llegado hasta entonces intacta, incluso con sus asombrosas columnas de granito rosa oriental de 13.80 m de altura y una circunferencia de más de cinco metros, columnas aún existentes en su príxtino lugar. Una de las más importantes salas es redonda cubierta de cúpula hemiesférica perfectamente conservada, de 23 m de diámetro y una altura de 27m. Igual al cuerpo central ocupado por el frigidario.