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Proyecto de la Ringstrasse (1860)

Ring de Viena

Ringstrasse
  • 1857 - 1865
  •  
  • VON LöHR, Moritz
  •  
  • Viena
  • Austria

BENEVOLO Leonardo., Historia de la arquitectura moderna. Edit. Gustavo Gili. Barcelona, 1987.


Págs.85-124. “El primer modelo de ciudad en la época industrial: Haussmann y el Plan de Paris (1850-1870)”.


Sobre todo, ninguna administración consigue contener de modo efectivo los efectos de disgregación de la especulación inmobiliaria. Haussmann trabaja bajo una especulación fortísima, que se apropia, en buena parte, de los beneficios de sus trabajos, y después de 1858 no hace nada por ir en contra del sistema, pero la autoridad de aquél se mantiene lo bastante fuerte como para impedir que las soluciones proyectadas resulten deformadas por los intereses particulares. Así consigue proceder con suficiente ímpetu y visión unitaria de los problemas. En las otras ciudades, faltando una resistencia proporcionada, la especulación se adelanta notablemente, y da a las iniciativas un carácter inconstante y discontinuo, que deriva del casual alternarse de cada uno de los intereses.


 Las cosas suceden de forma distinta allí donde las administraciones poseen un suficiente patrimonio de terrenos, situados en puntos adecuados para la transformación de la ciudad. Así sucede en Viena, donde la antigua ciudad se halla rodeada aún por un anillo amplio de murallas, más allá de las cuales han surgido los nuevos barrios (fig. 92). En 1857, el emperador anuncia su decisión de derruir las murallas, y convoca un concurso para la ordenación del área, imponiendo a los proyectistas instrucciones precisas. Tendrán que ser respetados los cuarteles al sur de la ciudad, debiendo construirse otro grupo de ellos al norte, de modo que las tropas puedan desplazarse rápidamente a lo largo de la avenida circular, que seguirá, en un tramo, la orilla del Donaukanal. El espacio frente al palacio imperial deberá quedar libre, y en los alrededores se preverá una vasta plaza de armas. A lo largo de la avenida circular deberán alzarse varios edificios públicos: un teatro de la ópera, una biblioteca, un archivo, un nuevo palacio municipal, museos, galerías, mercados.


 El concurso se falla en 1858, y lo gana C. F. L. Förster. A continuación, el Ministerio del Interior se encarga de preparar el plano definitivo, que está redactado probablemente por M. Löhr y es aprobado en 1859, pero las discusiones acerca del emplazamiento de los distintos edificios públicos continúan hasta 1872. En la realización, las exigencias estratégicas se reducen bastante. Desaparece. la plaza de armas, en tanto aumenta el número y la importancia de los edificios públicos, necesarios a la ciudad en continuo desarrollo.


 El Ring vienés permite incluir la ciudad antigua en el sistema de calles de la ciudad moderna sin cortar ni destruir el antiguo conjunto, como sucedió en París, e instalar los principales edificios públicos en la ciudad del ochocientos, en un espacio amplio y aireado, entre avenidas y jardines. La operación es factible, sobré todo, gracias a su núcleo antiguo relativamente pequeño. Lo mismo ocurre en muchas otras ciudades nórdicas, en Leipzig, en Lübeck, en Copenhague, donde el centro tradicional se conserva casi intacto dentro de un anillo verde que sustituye a las antiguas murallas.


A través de errores y éxitos se forma así, en la segunda mitad del siglo XIX, una experiencia técnica y jurídica sobre los planos de las ciudades. Los sistemas de proyecto son, a menudo, inadecuados y artificiosos, y repiten las fórmulas geométricas de la tradición barroca; pero ahora estos métodos se hallan experimentados en contacto con los problemas concretos de la ciudad industrial, y toman, por la diversidad de los contenidos, un carácter nuevo, abriendo el camino a desarrollos completamente distintos de los antiguos....


Págs.374 – 399. "Las experiencias urbanísticas desde 1890 hasta 1914”


En Viena la ordenación de conjunto iniciada con la construccióndel Ring se completa con la regulación de 1885, con las disposiciones de zonificación de 1893-se divide la ciudad en 20 distritos, determinándose para cada uno la tipología de los edificios permitida y el númerode pisos-y con el cinturón de zonas verdes, establecido en el año 1905.


Pág. 401-437.“La formación del Movimiento Moderno en Europa entre las dos guerras mundiales. Las condiciones de partida” 


Las innovaciones técnicas anteriormente descritas, influyen sobre las técnicas de construcción, con los nuevos materiales usados en las estructuras portantes – el acero, que sustituye a la fundición, el hormigón armado -  y con las instalaciones de comunicación interior – el ascensor, el teléfono, el correo neumático -  que hacen posibles el funcionamiento de nuevos organismos, como hoteles y edificios comerciales de muchas plantas.


Como ya hemos dicho, la cultura de la época no está preparada para captar sin prejuicios las posibilidades ofrecidas por los nuevos procesos técnicos; las estructuras ortogonales sólo son aceptadas por los constructores americanos y por Perret, interpretándolas sin embargo en el sentido de perspectiva tradicional; el carácter rítmico indefinido del rascacielos se hace patente, en las construcciones de Chicago, entre 1880 y 1890, sólo en la medida en que disminuye el control decorativo o se pierde al intervenir proyectistas más exigentes como Sullivan  y Root.


Pero las carencias de la cultura de vanguardia se hacen evidentes, sobre todo, frente a los problemas de la urbanística y del diseño industrial.


 Para controlar las transformaciones en curso en las ciudades, la técnica urbanística que se forma en la segunda mitad  del siglo, bajo la tutela del nuevo centralismo económico y político, ideó algunas operaciones típicas; las demoliciones de los centros históricos, las ampliaciones de la periferia, el desmantelamiento de las fortificaciones barrocas para construir sobre sus áreas las avenidas de circunvalación bordeadas de jardines y edificios públicos. Los modelos formales utilizados en estas operaciones son los de la tradición clásica y del grand goût, a los que se injertarán durante los últimos decenios de siglo, los trazados curvilíneos e irregulares derivados de la tradición paisajística inglesa.


Las transformaciones de la edificación ven emparejadas con las de la infraestructura urbana – acueductos, alcantarillado, redes eléctricas y de gas, ferrocarriles metropolitanos – apoyándose en el paralelismo tantas veces comprobado entre ingeniería y tradición ecléctica.  Este repertorio de soluciones, enfrentado con algunos problemas inusitados,  demuestra su inoperancia ya en los primeros años del siglo XX; el proyecto de las nuevas capitales como Canberra y Nueva Delhi, los planes reguladores de algunas grandes ciudades americanas,  donde la retícula tradicional ya no resiste la excesiva dimensión alcanzada, como el de Burnham y Bennett, en 1909, para Chicago. Todavía más grande será el contraste cuando la difusión del automóvil provoque, primero en América y luego en Europa, el nacimiento de enormes periferias de baja densidad, ampliando a escala territorial todos los problemas de la organización urbana.


La cultura de vanguardia no sólo ignora todos estos problemas, sino que no esta capacitada para proporcionar una alternativa coherente a la práctica urbanística tradicional que resuelva los problemas usuales; las experiencias de Garnier, Howard, Soria. Berlage son intentos parciales y tímidos, que hemos destacado en vista de los ulteriores desarrollos, pero que resultan insignificantes frente a la de los urbanistas ortodoxos como Stübben, Lutyens. Burnham y patéticamente fuera de escala frente a los problemas que ya en esta época se están delineando.


Así, en el campo de las artes aplicadas el prejuicio de los reformadores hacia los procesos mecánicos se supera sólo en el último decenio del siglo XIX, y se substituye a menudo pro una valoración mítica de los valores industriales que desemboca en una exaltación formal de la atmósfera mecánica.


Así pues, el art nouveau, a pesar de su profundo interés por estos problemas no consigue una transformación apreciable de la organización productiva de los objetos de uso, a pesar de ser el momento preciso en que la demanda de estos bienes está cambiando radicalmente con la aparición de nuevas categorías de consumidores.


El fallido apoyo sobre los hechos reales explica la singular aceleración del debate cultural, durante el decenio anterior a la gran guerra. Las nuevas tendencias se presentan en intervalos cada vez más breves y se desgastan con igual rapidez; no es nuestra tarea catalogar los diferentes compases de la discusión, sino reconocer, es esta disputa artificial, las intervenciones verdaderamente importantes y fructíferas a largo plazo.


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KOSTOF, Spiro., Historia de la arquitectura. Alianza Editorial. Madrid 1988. Tomo 3


págs.1167-1209. “Los ensayos de la modernidad”


Opciones urbanas


pág. 1178. Ciudad Vieja / Ciudad Nueva


Para los que defendían la «Ciudad Funcional», Alemania era el lugar del que aprender. En una generación, ciudades como Frankfurt, Colonia y Düsseldorf habían demostrado que las enfermedades comunes urbano-industriales no debían considerarse incorregibles. La clave era un justo equilibrio entre los derechos privados, sobre todo la propiedad y su disposición, y el bien público. La posición alemana era expresada sucintamente por el editor del Kommunales Jahrbuch en 1911 a un grupo de visitantes americanos: «La ciudad es mucho más que una cuestión de negocios. Es mucho más que un tema político. Es un tema de bienestar social con unas posibilidades inagotables». Los ayuntamientos alemanes eran propietarios de los tranvías y de los sistemas de agua y energía, de los diques y los puertos. Regían los mataderos y las casas de empeño y ejercían el derecho tradicional del poder local: la dirección de los mercados públicos. A ello se unía generalmente una ordenación por zonas. La propiedad no estaba restringida solamente en términos de altura, y ocupación máxima de terreno; también había que pagar impuestos sobre el incremento de su valor cada vez que cambiara de manos: el llamado «impuesto de la plusvalía». Por supuesto, esto amortiguaba el ardor especulativo.


La urbanización, allí como en todas partes, causaba severas escaseces de vivienda. Los ayuntamientos compraban terreno metódicamente, tanto dentro como fuera de los límites de la ciudad, para ser dueños de su futuro desarrollo. El ayuntamiento de Ulm llegó a poseer un 80 por ciento de la gran área urbana. En este terreno público se erigieron casas de renta baja que permanecerían fuera de las fluctuaciones del mercado libre inmobiliario. Las autoridades estatales edificaban casas frecuentemente para sus propios empleados. Pero también jugaban un papel importante las sociedades constructoras, cooperativas exentas de impuestos. Ayudadas por los préstamos a bajo interés de la ciudad y del estado, realizaban proyectos para casas de vecinos de renta limitada. Estas tenían una serie de amenidades, desde jardines de infancia, restaurantes y bibliotecas, hasta un lavadero público gratuito en el sótano. Los trabajadores estaban protegidos contra las lesiones, asegurados, y a menudo envidiablemente alojados por sus patronos. El imperio Krupp era ejemplar en este sentido. 


En la planificación de los barrios nuevos de las ciudades en expansión, la práctica era adquirir las fortificaciones medievales al estado, demolerlas, y crear una gran avenida arbolada que separara a la ciudad vieja de la nueva. En esto, el precedente era Viena (Fig. 26.9). En esta calle anular se levantaban imponentes estructuras públicas y monumentos. Parte del terreno era vendido al sector privado, pero con la condición de que cada edificio ocupara sólo una porción determinada de su solar, dejando el resto como jardin. A partir de este punto, el desarrollo suburbano estaba gobernado por un plan a largo plazo adoptado por el ayuntamiento. Para lograr un modelo ordenado, no se tenían en cuenta las líneas de las parcelas originales. Cuando estaba trazado el nuevo esquema, los propietarios recibían una cuota según el tamaño y el valor de sus pertenencias. Aparte de esto, transferían al ayuntamiento, sin compensación, tanto terreno las calles, hasta un 40 por ciento del área total. La ciudad como fuera necesario era responsable de la pavimentación y de la instalación de alcantarillas y otras conveniencias


Alemania destacó en otro aspecto durante este período de sacudida urbana. Fue pionera de un movimiento de conservación que sólo ahora está surtiendo efecto al otro lado del Atlántico. Fue en Alemania y Austria donde emergió por primera vez una fuerte resistencia al urbanismo de Haussmann.

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