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Biblioteca José Vasconcelos

Biblioteca José Vasconcelos

José Vasconcelos Library
  • 2004 - 2006
  •  
  • PALOMAR, Juan
  • KALACH, Alberto
  •  
  • Ciudad de México
  • México

CAMPBELL James W. P., La Biblioteca. Un patrimonio mundial. Edit. Nerea. San Sebastián, 2013.


Pág. 307 - 309. ‘‘Diseñada por el arquitecto Alberto Kalach, la biblioteca consta de una enorme sala principal en la que los volúmenes se guardan en librerías de acero suspendidas de la cubierta del edificio. Kalach se ha referido a esto último como ‘‘un arca del conocimiento’’, un motivo que se refleja en la Ballena, la escultura de Gabriel Orozco, que aparece en el centro del espacio. Los lectores acceden al interior por el nivel más bajo. Las mesas de lectura se disponen bajo el nivel inmediatamente superior. De este último arrancan unas escaleras que conectan con las estanterías… La perspectiva desde los niveles superiores revela la espectacularidad con que se asoman al espacio principal las librerías de acero, sujetas únicamente por unas barras que a su vez cuelgan del tejado. La biblioteca se encuentra rodeada de parques públicos. Construida en las inmediaciones de una importante estación de trenes y autobuses, está abierta al público general y funciona como un punto de encuentro cívico dentro de la urbe.’’


‘‘El acero presentaba otra ventaja sobre el hierro fundido: su mayor capacidad de tensión y fortaleza, hasta el punto de que parecía posible suspender del techo las librerías. En 2004 – 2006 el arquitecto mexicano Alberto Kalach (1969) proyecto una biblioteca en México D. F. que puso en práctica justamente esta teoría. El edificio fue bautizado en honor a José Vasconcelos (1882 – 1959) famoso y controvertido escritor mexicano, además de filósofo y político, que llego a dirigir la Biblioteca Nacional de su país. Este centro se vertebra en torno a una gran sala de 210 m de largo, 50 m de ancho y 26 m de alto. El edificio está formado por una serie de enormes pilares de hormigón que sustentan las cerchas de acero. En la mayoría de las bibliotecas, las estanterías se apoyan por lo general sobre el piso, lo que sin duda representa la configuración sensata desde el punto de vista estructural. Las pesadas cargas que ocasionan los volúmenes se transmiten directamente al suelo y, en último termino, al terreno en el que se asienta el edificio. Pero en la Biblioteca José Vasconcelos, Kalach optó por suspender las estanterías de la cubierta. Ello es posible únicamente, porque todo el sistema está construido en acero. Desde la red de vigas que cuelga de las cerchas del tejado arrancan unas barras que atraviesan los costados de las estanterías. El efecto es hipnótico y el tiempo inquietante. Según se accede a la biblioteca por un extremo del edificio, se constata que los volúmenes se encuentran suspendidos por encima de los lectores, pero solo tras subir por una de las escaleras situadas en la parte central del recinto se empieza a apreciar la verdadera escala de esta construcción. Para llegar a los libros, el lector tiene que seguir subiendo por unas escaleras de acero que, sujetas por unas barras, penden también de las cubiertas. De este modo alcanzara unas elegantes, pasarelas de cristal conectadas con las estanterías y asomadas al espacio inferior. No es una experiencia que se pueda recomendar a visitantes de temperamento nervioso o aquejados de vértigo. Retirar un libro de alguna de las estanterías suspendidas a gran distancia del suelo – con los pies apoyados en una delgada lamina de cristal y separados del vacío por una barandilla de cable de acero – es una experiencia que impresiona y electriza al mismo tiempo.


El uso de las estanterías de acero y de los sistemas de rodillos incremento enormemente la capacidad de muchas bibliotecas, pero ni siquiera estos avances resolverían los problemas a los que se enfrentan las más grandes, encargadas del depósito legal. En el siglo XX, la Británica entre otras muchas empezó a recurrir de forma progresiva a los depósitos externos a su sede, que por lo general se ubicaron en naves de almacenamiento adquiridas y adaptadas de un modo específico para suplir esta carencia. Las bibliotecas modernas han progresado en esta dirección, diseñando grandes instalaciones como la que se construyó en Swindon para la Bodeliana de Oxford. 


 

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