Inprimatu

CURTIS William. J. La arquitectura moderna desde 1900. Edit. Phaidon. Hong Kong, 2006.


Págs. 471- 489.“Disyunciones y discontinuidades en la Europa de los años 1950” 


Naturalmente, cada país tenía sus propias pasiones y fobias derivadas de su historia, su cultura, su política y sus tradiciones arquitectónicas ya existentes.


En Alemania Occidental, por ejemplo, las tareas principales eran proporcionar alojamiento a los millones de personas que habían perdido su hogar en la guerra y crear un nuevo y eficaz sistema industrial con un criterio democrático.


La arquitectura moderna ofrecía la promesa de un mundo feliz surgido de las ruinas: un nuevo esperanto que podía restar importancia a los males nacionalistas de los años 1930. Las cuestiones culturales relativas al significado de la arquitectura en la sociedad contemporánea –que asolaban a las vanguardias en otros lugares de Europa– prácticamente no existían; y lo mismo ocurría con las indagaciones regionalistas, ya que podían recordar las obsesiones nazis.


La dispersión de los principales talentos en la década de 1930 dejó un vacío donde podía haber habido una tradición moderna más continua (como en el caso de Italia).


Para la marcha general de la construcción, las influencias comerciales norteamericanas e internacionales ofrecían una segura vía intermedia: una tecnocracia insulsa y más bien uniforme. Y así encontramos una versión diluida de Mies van der Rohe, de cuya arquitectura se habían extraído el idealismo y el clasicismo. En Alemania al menos, se solía evitar la intensidad filosófica, y el camino hacia el pasado quedó temporalmente cortado.


Si hubo algún debate interno entre los profesionales alemanes, fue el concerniente a la imagen expresiva y a su relación con el sistema constructivo empleado. Una versión puritana del funcionalismo de preguerra insistía en la neutralidad, pero solía alcanzarla extendiendo un delgado revestimiento técnico sobre todos los tipos de edificios.


 Un arquitecto superó esta limitación, pero aspirando a una lúcida poesía del silencio, fue Egon Eiermann, que había estudiado con Poelzig antes de la guerra. La sutileza de su trabajo radica en el modo en que hacía uso de una gama limitada de elementos (estructura, muro, hueco, cercha y escaleras), de forma que se mantenía la tensión entre las partes y el todo, entre la idea y los medios de construcción....


...Eiermann resumía así su idea de la arquitectura: "hacer visible al orden, desde el plan urbanístico hasta el menor de los edificios"


...A un lado, Eiermann; al otro, Scharoun: tal vez la diferencia entre ambos era emblemática de un dilema más amplio, en la arquitectura moderna europea en la década de 1950, entre quienes trataban de extraer una estética minimalista de las normas de la tecnología, y quienes seguían el camino de la expresión personal. Se trataba de una división ya antigua que se remontaba por lo menos a los días de los debates habidos en el Deutsche Werkbund antes de la I Guerra Mundial.


 

Igo