Inprimatu

JACOBS, Jane

  • Teórica del urbanismo y activista sociopolítica
  •  
  • 1916 - Scranton (Pennsylvania). Estados Unidos
  • 2006 - Toronto. Canadá
autores/7659_26.jpg autores/7659_27.jpg autores/7659_28.jpg autores/7659_7.jpg

Jane Jacobs fue una antropóloga y activista canadiense. Sus teorías han influido profundamente en los modelos de desarrollo urbano de las ciudades de América del Norte. Autora de la revolucionaria "Vida y muerte de las grandes ciudades"(1961), en su ensayo sobre las metrópolis estadounidenses, criticó fuertemente el modelo de desarrollo de las ciudades modernas y fue una firme defensora de la recuperación urbana, enfatizando el papel de la calle, el distrito, el bloque, la proximidad y la densidad, la heterogeneidad de los edificios.


Criticó la concepción de la ciudad como un espacio construido para ser atravesado por automóviles, declarándose enemiga de las carreteras urbanas. Fue presidenta de diversos comités para evitar la construcción de grandes arterias viales urbanas, tanto en los Estados Unidos como en Canadá, un país donde se trasladó a partir de 1969 y donde vivió hasta su muerte. Decidió abandonar los Estados Unidos en 1969 debido a su oposición a la guerra de Vietnam.


Devora PAULIN


---


CURTIS William. J. La arquitectura moderna desde 1900. Edit. Phaidon. Hong Kong, 2006. 


Págs. 547- 565.  “ Extensión y crítica en la década de 1960”


... Hacia el final del libro, Venturi aplicaba algunos de sus argumentos al escenario urbano norteamericano, afirmando que «la calle mayor (Main Street) es casi “perfecta” y que el planeamiento oficial (podía haberlo llamado 'urbanismo moderno ortodoxo') en los Estados Unidos había hecho mucho por destruir la vida callejera y por domeñar la vitalidad de las señales y los anuncios luminosos. Este tono de reacción en contra de las categorías excesivamente discretas y simples estaba a tono con la época: Jane Jacobs(en su libro Muerte y vida de las grandes ciudades, 1961) había alabado la compleja trama de significados existente en los lugares urbanos más ‘corrientes', y el sociólogo Richard Sennettpronto escribiría en favor del 'desorden'. Venturi y sus asocios, Denise Scott Brown y Steven Izenour, siguieron desarrollando su punto de vista en Aprendiendo de Las Vegas (1972), en donde afirmaban que los coloridos anuncios callejeros situados delante de los casinos eran una forma de expresión nativa y autóctona de la 'gente corriente norteamericana'. De este modo, el populismo y la sensibilidad del arte popse unían en la curiosa ilusión de que los productos de Madison Avenue debían considerarse un 'arte popular' , público y enraizado.


---


MONTANER J.M. MUXI Z., Arquitectura y política.Gustavo Gili. Barcelona, 2011. 


Págs. 27-78. “Historias”


Robert Moses (1888-1981), el drástico reformador de la ciudad de Nueva York entre 1934-1968, empezó como un comisionado para los parques e introdujo en ellos todo tipo de equipamientos para el ocio, como áreas de juego y piscinas. Continuó su labor con operaciones de renovación urbana y con la introducción de vías rápidas y potentes infraestructuras de gran escala – conductores de agua, alcantarillado, almacenes, puentes, túneles y autopistas – además de los parques y de los nuevos conjuntos de viviendas en bloques y torres altas, en un drástico programa de renovación urbana de los antiguos y degradados tenements, desplazando de este modo a la población existente. Se trata de una auténtica puesta al día del despotismo y capacidad de transformación que el barón Haussmann implantó a mediados del siglo XIX en Paris. Su ambición le llevó a contribuir fuertemente en la promoción de hitos monumentales en Nueva York, como la sede de la ONUo el Lincoln Center, lo que generó fuertes plusvalías para Rockefeller, el propietario del suelo de la zona. Sus métodos fueron muy controvertidos y sus iniciativas provocaron duras críticas desde el pensamiento urbano progresista, de parte de autores como Lewis Mumford, Jane Jacobs o Charles Adams. Uno de sus proyectos más polémicos y destructores en el Upper-West Sidedio lugar a duros informes (de 1951 y de 1954) del Women´s City Club de New York, donde se analizaban las nefastas consecuencias humanas del proyecto, especialmente entre la población afroamericana.  Sin embargo, su proyecto más impopular fue la vía rápida en Washington Square Park, que, entre 1952 y 1948, provocó una dura lucha de un grupo de madres de Greenwich Village, entre ellas Jane Jacobs, quienes consiguieron parar un proyecto tan depredador. Hubo muchos otros conflictos que Moses perdió – como el puente de Brooklyn-Batteryo el proyecto de derribo del Castle Clinton- y que ganaron los defensores del patrimonio. El fin de su poder fue el símbolo de la degradación del paradigma de ciudad moderna basada, sobre todo, en el acceso del automóvil, las torres de vivienda para pobres no blancos, la vivienda unifamiliar suburbana para la clase media blanca y el planeamiento top-down (“de arriba abajo”). A pesar de formar parte de la ciudadanía de a pie y de su fragilidad comparadas con el poder, las ideas de sus opositores siguen siendo vigentes hoy en día. Si bien el modelo de Moses se ha demostrado fallido, los tecnócratas del urbanismo continúan defendiendo este modo de hacer top-down, despiadado y sin matices, frente a un urbanismo bottom-up más democrático, no especulativo y atento a la variedad y la complejidad de la realidad...


... No obstante, no es lo mismo política que poder. La política abarca un campo mucho más amplio y, en este libro, el objetivo no es analizar las relaciones de poder clásicas desde el punto de vista de los gobernantes y los monumentos que promueven, sino entender la política como relación de la arquitectura y el urbanismo con todos los diversos actores de cada sociedad.


Resulta muy relevante que desde las últimas décadas del siglo XX hayan empezado a tener protagonismo otros actores y se haya empezado a reconocerlos; lo movimientos sociales urbanos formados por vecinos, feministas y ecologistas, organizaciones populares y no gubernamentales; en definitiva los habitantes de las ciudades, especialmente sus pobladores más frágiles y precarios y aquellos más concienciados. Por tanto, las relaciones entre arquitectura y política no se reducen únicamente a la esfera de los políticos, el servilismo con el poder que reclaman los ricos y poderosos para conformar el mundo, sino que también tienen que ver con el protagonismo de los habitantes en los procesos de participación, en las ONG, en las cooperativas o en los movimientos sociales y en las iniciativas dedicadas a difundir y promover los derechos humanos. En definitiva, se trata de la política como capacidad de las personas para intervenir. En consecuencia, el papel de la arquitectura no es ya solo el de Nicolás Maquiaveloen El Príncipe, sino que con el lento proceso de democratización del mundo, desde la arquitectura puede conseguirse ya no trabajar solo para “el príncipe”.


A partir de la déada de 1960, los movimientos sociales urbanos empezaron a tomar relevancia: la opinión de las mayorías silenciosas que definió Denise Scott Brown, los movimientos vecinales, que tuvieron en Jane Jacobsuna intrépida defensora, los inicios del pensamiento ecologista de Rachel Carsoncomo texto fundacional y la eclosión de los grupos ecologistas etc. 


 


Págs. 115-158.“Metrópolis”


LOS SUBURBIOS Y LAS URBANIZACIONES CERRADAS


            Por último, una parte esencial de la ciudad global queda definida por los conjuntos residenciales cerrados, que adoptan situaciones, morfologías y tipologías muy definidas, y que son una continuación de la tradición antiurbana del suburbio, desarrollada tras la lI Guerra Mundial.


            Una parte de la población de las grandes ciudades, ya sean de países desarrollados o en desarrollo, generalmente aquellos que no valoran la memoria urbana ni comprenden que la esencia de la ciudad en la diversidad elige vivir fuera de las ciudades en los mal llamados barrios o comunidades cerradas, mal llamados puesto que solo son urbanizaciones y no tienen las cualidades de un barrio ni de una comunidad. Se trata de una especie de no lugareso espacios sin memoria, de acceso restringido, que constituyen vulgarizaciones de una vida feliz, utópica y sedada, donde se ha eliminado lo incierto y lo imprevisible. Pretendido oasis de calma y seguridad, a ellos no pueden acceder los miembros de otras culturas y de menos recursos económicos. Una vida edulcorada y falsa en un lugar donde todos pretenden ser iguales. Dicho fenómeno se extiende por todo el planeta, desde Estados Unidos, México o Chile hasta la India o los Emiratos Árabes.


Las raíces y consecuencias del suburbio han sido ampliamente analizadas. En su libro Las estructuras sociales de la economíaPierre Bourdieuexplica la estrategia promovida por Albin Chalandon, ministro de Infraestructuras de Francia en 1968, para conseguir que el Estado se retirara del sector de la construcción gracias al desprestigio de la vida en bloques y edificios colectivos para, a partir de 1969, promocionar concursos internacionales de casas unifamiliares de acuerdo con las empresas del sector. En su libro Vida urbana e identidad personalRichard Sennett demuestra que la razón más profunda de la aparición del suburbio es la voluntad de intensificar los lazos de la familia tradicional como microcosmos en una vida tranquila y sin conflictos, en un escenario homogéneo, ajeno a la diversidad urbana.


            Efectivamente, la vida en el suburbio o en la urbanización cerradaes solo para la familia nuclear tradicional y excluye a quienes son diferentes: personas que viven solas, parejas gais, parejas sin hijos, parejas mayores, jóvenes, separados; en definitiva, todos aquellos que no viven en una estructura familiar convencional, las nuevas familias o los nuevos tipos de unidades de convivencia. Lewis Mumford explicó los efectos negativos del esparcimiento de los suburbios tras haber abandonado la lógica del transporte ferroviario y haberlo sustituido por el tráfico privado del automóvil que permite extender, sin límites, las carreteras y la urbanización por el territorio. También Jane Jacobs reivindicó la vida urbana de la ciudad densa frente a la vida en el suburbio, una vida que se había promocionado a base de desprestigiar la ciudad histórica


            Paradójicamente, las urbanizaciones cerradas contemporáneas adoptan las morfologías de la ciudad jardín, realizando en forma de suburbio degradado la utopía de la ciudad con anillos verdes de Ebenezer Howard. Estas comunidades cerradas pretenden seguir criterios ecológicos de sostenibilidad, organizándose en torno a lagos artificiales, campos de deporte o pistas de golf, previa eliminación en el lugar de todo rastro de manto vegetal, de la vegetación autóctona y antigua y del agua preexistente, unos mecanismos totalmente carentes de autenticidad, pues ningún logro en la dirección de la sostenibilidad puede pasar por crear guetos para élites donde se pretenda eliminar la contaminación trasladándola a sus confines.


            Si la esencia de la ciudad es su carácter público, al convertir partes de ella en privadas, esta deja de tener su función y se convierte en una aberración. En realidad, esta negación de la ciudad existente como lugar para la vida pública no es más que un espejismo; el trabajo, la educación, el ocio y el suministro siguen dependiendo de la gran ciudad que se ha abandonado.


            Por otro lado, la búsqueda de referencias históricas mitificadas a la hora de realizar las viviendas se contradice con la imagen de los lugares de trabajo. Mientras los centros terciarios, conformadores de este urbanismo tardocapitalista, adoptan las formas de la alta tecnología, la vivienda adopta una imagen tradicional, aunque ambas se basen en el máximo control tecnológico. Paradójicamente, la tecnología como base de una vida urbana en constante mutación elige para el hábitat una imagen bucólica, intemporal y de falso pasado. Por ello, las tipologías arquitectónicas que se utilizan remiten a la nostalgia arcádica de casitas unifamiliares primitivas-bien sean de madera, ladrillo u hormigón, o vernáculas, victorianas o mediterráneas todo ello bajo el control férreo de un contrato mercantil donde se recortan las libertades y se establecen los derechos de cada quien, incluidas las recomendaciones formales para las viviendas.


Págs. 197- 246.“Alternativas” 


Una de las aportaciones más significativas y reconocidas fue la de Jane Jacobs quien en 1961 escribió Muerte y vida de las grandes ciudades. Junto con toda una serie de escritos aparecidos en esta década, el libro forma parte del cuerpo de conocimiento crítico e independiente que ha influido en el pensamiento urbanístico que cuestiona la ciudad de la función, y de la máquina aquella que olvida a sus habitantes....


...Por lo tanto, deberíamos interpretar la arquitectura y el urbanismo contemporáneos con unos ojos radicalmente críticos, tal como hizo Jane Jacobs en su libro Muerte y vida de las grandes ciudades, como plantea el urbanismo radical estadounidense de Mike Davis o de Norman M. Klein; o como hacen Dolores Hayden especialmente con The Power of Place; y Leonie Sandercock con su Cosmópolis, toda una tradición de urbanistas que han reivindicado la épica desde la experiencia femenina y la multiplicidad de identidades.


 


 


 


 


 


 


 

Igo