GIEDION S., Espacio, tiempo y arquitectura. Edit. Dossat. Madrid 1978.

Págs. 301-346.  “Hacia la sinceridad en la arquitectura” 

La casa de Horta pronto se hizo famosa en todos los círculos europeos interesados en recuperar la vitalidad de la arquitectura. Se la admiraba principalmente por dos cosas: su perfecta adaptación a su propietario (un tal señor Tassel) y su liberación de todo rastro de estilos históricos. Cinco años después de ser construida, el crítico austriaco Ladwig Hevesi publico un artículo que mostraba el valor que sus coetáneos concedían al trabajo de Horta.

“En Bruselas vive ahora, en 1898, el más inspirado de los arquitectos modernos: Victor Horta. [...] Su fama tiene exactamente 6 años y proviene de la residencia del señor Tassel en la Rue de Turin. Esta es la primera de estas famosas viviendas que se adaptan a sus propietarios como los abrigos impecablemente cortados. La casa alberga al hombre para el que se construya de la manera más perfecta concebible: tan perfectamente como la concha lo hace con el mejillón. Es de lo más sencilla y lógica, |...]) completamente nueva e igual de deliciosa. Pero -y fijémonos en esto- no hay ni el más ligero eco de ninguno de los estilos históricos. [...] Ningún detalle deriva de ninguna otra cosa que ya exista. La casa tiene el encanto puro de las líneas, las curvas y las superficies; y es completamente personal, tan personal como si Horta, en vez de dibujar sencillamente las piezas, se las hubiese entregado a los obreros todas modeladas por anticipado”.

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