Págs. 21 - 31.“La idea de una arquitectua moderna en el siglo XIX”
Podría decirse que el concepto de una arquitectura moderna fue anterior en varias décadas a las condiciones que harían del hecho mismo de la arquitectura moderna algo probable, por no decir necesario. La propia idea se basaba en una visión historicista de la evolución del mundo derivada de filósofos como Hegel, quién concebía los hechos de la cultura como expresiones directas de un espíritu histórico evolutivo. Esa noción se entrecruzada con otra según la cual un estilo moderno podía ser una expresión directa de la función y la estructura. Ya en 1828, el teórico alemán Heinrich Hübsch ha dispuesto el caso de las formas basadas en la necesidad: “un esqueleto estrictamente para el nuevo estilo”. En la década de 1830, Schinkel aludió a la idea de expresar la construcción directamente, sin filtros estilísticos, pero rehuyo el funcionalismo aduciendo que carecía de lo” histórico y lo poético”. Al manejar el pasado, Schinkel tenía muy claro que la limitación de las formas antiguas resultaba insuficiente, qué un nuevo elemento debe incorporarse al nivel más elevado de la idea guía arquitectónica, y qué debería producirse una profunda transformación. Dilemas similares volvieron a flotar hacia mediados del siglo en los escritos del teórico francés César Daly y del alemán Gottfried Semper. A ambos las preocupaba la definición de las relaciones entre la construcción, la artesanía y el lenguaje arquitectónico en el pasado, así como la base teórica de un posible lenguaje de su propia época. Siempre era escéptico con respecto a la idea de deshacerse de lo procedente (se quejaba de los futuristas y esquemáticas), pero también recelaba de la imitación servil y adoptó una visión a largo plazo de la historia de las formas, estudiando los modelos en que los tipos básico podrían interpretarse de manera novedosa, periodo por periodo, y trató de alcanzar una definición del presente trazando paralelismo con el pasado.
Págs.73-74." El racionalismo, la tradición de la ingeniería y el hormigón armado"
Este problema ya había preocupado a algunos autores y proyectistas a principios del siglo XIX. En su libro Preçis de Leçons d´architecture donées a l`Ecole Poltechnique 1804-09, Durand había abogado por un sistema proyectual basado en la adición y combinación de elementos estructurales y funcionales básicos, que recurría una y otra vez a retículas de soportes simplificados colocados en plantas simétricas. En realidad se trataba de una versión descafeinada de la disposición clásica, de la que había eliminado lo expresivo y lo metafísico. En la década de 1820, el teórico Heinrich HÜBSCH había estudiado la idea de basar las formas directamente en la necesidad, mientras Schinkel – que saludaba la disciplina de la estricta construcción- entendía, no obstante, que lo “histórico y lo poético” debían estar presentes si el resultado que se buscaba era la arquitectura y no la simple construcción. Es más, no se trataba de que los grandes ingenieros del siglo XIX desatendiesen los problemas de la expresión formal en sus proyectos.
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