Inprimatu

BANHAM, R., Teoría y diseño en la primera era de la máquina. Edit. Paidos. Barcelona, 1977.


Págs. 51-61.“La herencia académica: Garnier y Perret” 


Además de la contribución de ingenieros como Freyssinet, la aportación de Francia al desarrollo de una nueva arquitectura antes de 1914 consiste sólo en la obra de dos participantes de la herencia académica de Guadet: Auguste Perret (1874-1954) y Tony Garnier (1869-1948), discípulos de aquél que habían absorbido no sólo los aspectos positivos, sino también los negativos de sus enseñanzas. Ambos deben también algo a Choisy, pero si la deuda es menor en el caso de Garnier, cuya carrera fue académicamente respetable, en cambio es mucho mayor en el caso de Perret, que se apartó de ese camino.


Págs. 207-220.“La arquitectura y la tradición cubista”


"Tan poderosa era hacia 1920 la mystique del hormigón armado en París, que muchos autores franceses han aceptado la idea de que, en lugar de facilitar la nuera arquitectura de la década 1920-1930, este material, en cierto sentido, la originó. Esta aceptación de la idea de Choisy de considera la técnica como causa primordial del estilo, se vio sin duda alentada por la posición dominante de Perret como único innovador de importancia en los años inmediatamente anteriores a la guerra. No obstante, Rob Mallet-Stevens habla en los términos más generales posibles cuando declara, en 1925: “Bruscamente, todo cambió. El hormigón armado apareció y revolucionó los procesos de la construcción… la ciencia crea una nueva estética, las formas se modifican de manera profunda.”


Más aun, Mallet-Stevens atribuye el desfase en el desarrollo arquitectónico entre Europa y America (las fechas no eran su punto fuerte) a la preferencia americana por el hierro, el material inadecuado. “Apareció el hormigón armado. Los americanos se resistieron durante largo tiempo a esta manera de construir y el hierro reinó como monarca absoluto en su arte de edificar.”


La posición adoptada por Mallet- Stevens acepta a las claras el hormigón armado como algo que sea impuesto por sí mismo, tal como Choisy suponía que se había impuesto el arbotante, y acepta esta imposición como explicación suficiente de la nueva estética, de las formas profundamente modificadas. Con todo, casi cuarenta años después, es evidente que las maneras de utilizar el hormigón armado eran ya muy diversas, desde el cuidadoso clasicismo de Perret hasta las osadas bóvedas de Freyssinet, y ninguna de esas variedades era empleada en la práctica por los arquitectos jóvenes que construyeron la aportación francesa a la corriente principal del Estilo Internacional."


Estos jóvenes evitaban, sobre todo, las bóvedas y en general las formas curvas en los alzados (empleadas incluso por Perret), pero utilizaban con frecuencia esas formas curvas en las plantas. Aunque tendían tributo verbal a las realizaciones de sus mayores, la única herencia verdadera recibida de estos pioneros del hormigón armado fue preferencia de Perret por las estructuras arquitrabadas. Es claro que deben haber influido sobre su elección de un determinado lenguaje arquitectónico factores exteriores a las tradiciones racionalista y académica, y resulta fácil identificar al menos dos de esas influencias. La primera es la industria de la construcción de París, sus finanzas, su clientela, sus tradiciones vernáculas, de todo lo cual nos ocuparemos en el capítulo siguiente; la segunda es la tradición cubista en las artes visuales.


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CURTIS William. J. La arquitectura moderna desde 1900. Edit. Phaidon. Hong Kong, 2006. 


 Págs.73-85." El racionalismo, la tradición de la ingeniería y el hormigón armado"


Pero las formas rectangulares no eran de ningún modo las únicas aptas para el hormigón, como bien demostraron las proezas técnicas de Eugène Freyssineten Francia y de Robert Maillart, constructor de puentes, en Suiza en las dos primeras décadas del siglo XX.


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FRAMPTON Kenneth., Historia crítica de la  Arquitectura Moderna. Gustavo Gili. Barcelona, 1987.  


Págs. 29-40.“Transformaciones técnicas: ingeniería estructural, 1775-1939”


Los altos angares gemelos para dirigibles que el ingeniero francés Freyssinet realizó en Orly, entre 1916 y 1924, cada uno de ellos con 62,5 m de altura y 300 m de longitud, fueron uno de los primeros intentos, tras los proyectos realizados por De Baudot, para diseñar estructuras monolíticas, cuyos elementos armados fueran capaces de soportarse a sí mismos. Estas construcciones precursoras a base de elementos prefabricados influyeron una serie notable de angares de aviación diseñados por Nervi en la segunda mitad de la década de los años treinta.  Mientras seguía trabajando en Orly, Freyssenet diseñó para el contratista Limousin una serie de estructuras de “cuerda de arcos” en hormigón armado para almacenes, así como para varios hangares y edificios fabriles iluminados a través de luces de control en el techado. La culminación de todo este trabajo fueron dos grandes puentes de cuerda de arco en hormigón armado, construidos en St. Pierre-du-Vauvray(1923) y en Plugastel (1926-29); este último atravesó el estuario de Elorn, en Bretaña, mediante tres luces  con una longitud total de 975 m.


El problema de las intensas fuerzas de compresión y tensión inducidas en la carga de grandes arcos parabólicos movió a Freyssinet a experimentar, a mediados de la década de 1920, la inducción artificial de tensión en la armadura antes del reparto de cargas. A los pocos años, se había inventado el hormigón pretensadotal como hoy lo conocemos. Éste sistema extremadamente económico para las grandes luces, capaz de reducir la profundidad de la viga casi en su mitad para la misma sección de hormigón, fue patentado por Freyssinet en 1939.


 


 

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